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“Gracias a una tía, descubrí el amor por la historia”: Juan de Dios Bravo

En esta nueva entrega de la serie Historias de Vida, creada y producida por Isabel López Giraldo, presentamos una entrevista con el abogado Juan de Dios Bravo.

Isabel López Giraldo
30 de noviembre de 2023 - 02:43 a. m.
Juan de Dios Bravo fue uno de los fundadores del Instituto de Derecho Tributario.
Juan de Dios Bravo fue uno de los fundadores del Instituto de Derecho Tributario.
Foto: Archivo Particular

¿Quién es usted, Juan de Dios?

Soy una persona tranquila, ecuánime, leal, de pocos amigos, aficionado a los caballos, abogado de la Universidad del Rosario, como lo son mi papá, mi esposa y mi hijo.

¿Qué información tiene de sus orígenes?

Juan de Dios Bravo Uribe, mi abuelo paterno, fue un personaje multifacético, tuvo una vena literaria de escribir sonetos, poemas y hacer traducciones. También fue contador, tesorero nacional de la República, director de las Salinas de Zipaquirá. Rafaela Arteaga, mi abuela paterna, fue una mujer cálida que aglutinaba a la familia de manera muy especial. Su familia proviene de Medellín, atravesó siendo muy niña las montañas a lomo de indio; al asentarse en Bogotá adoptó las costumbres bogotanas.

Juan Rafael Bravo Arteaga, mi papá, es un hombre muy cálido, familiar, ha sido ejemplo impecable de vida personal y profesional con una formación muy sólida. Es abogado del Rosario, trabajó como director general de impuestos en lo que es hoy la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales; fue uno de los fundadores del Instituto de Derecho Tributario; también ha sido maestro. A sus noventa y un años sigue asistiendo a su oficina para revisar los temas, estudiar los casos, preparar sus conceptos y discutirlos con nosotros, sus socios, antes de firmarlos: después de pandemia es el único que va vestido de corbata porque los demás la usamos únicamente si tenemos algún evento que la exija. Nos invita a pasar fines de semana en Anapoima y busca convocarnos cada viernes a la hora del almuerzo, tiempo que aprovechamos al máximo.

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¿Qué sabe de la rama materna?

Francisco González Salgar, mi abuelo materno, fue contador público que trabajó en Odeón. Tuvo una chispa desbordada, lo recuerdo con apuntes muy cachacos, de humor fino. Teresa González Molano, mi abuela, convivió con nosotros mucho más, viajaba en vacaciones con la familia, era muy cercana. Fue una persona muy agradable, conversadora, se animaba a todos los planes que le proponíamos. Fue educadora de toda la vida.

Mariela González Molano, mi mamá, educadora como la abuela, comenzó siendo profesora del colegio Estados Unidos, luego fundó el Liceo Boston en un terreno que compró y que para nosotros era la finca, ubicado en las colinas de Suba. Fue muy aficionada a los caballos, pasión que le heredamos; una mujer muy interesante desde el punto de vista intelectual, pero también humano. Mi mamá mantenía unida a la familia, era el eje, estuvo pendiente de todos siempre.

En mi página Memorias conversadas usted me cuenta con más detalles. Brevemente, naveguemos por la historia de sus padres cuando se unieron en matrimonio y por los pilares de familia, sus primeros años.

Las familias de mis papás eran amigas. Mi mamá vivía en una finca en La Calera donde montaba sus caballos. Los horarios de las comidas fueron rigurosos, espacios de conversación abiertos a todos los temas porque mis papás, aunque fueron bastante conservadores, también eran amplios en su forma de pensar. Mi papá, aunque trabajaba en el centro, iba todos los días a almorzar a la casa. Cada año salíamos a vacaciones en familia, entonces compartimos muchos viajes con él para llamarlos por altavoz hasta que llegaron a recogerme.

A mi mamá la recuerdo trabajando mucho, pero con solo bajar las escaleras ya nos encontrábamos con ella. Nos patrocinó el deporte, nos enseñó a montar a caballo desde chiquitos, nos llevó a competencias primero de salto y después de polo, pero también a cabalgatas. Los animales fueron mis amigos de infancia, salía a montar por el bosque acompañándome de mis pastores, en ocasiones iba con mis hermanos también.

Somos tres hijos. Josefina, la mayor, estudió filosofía en el Rosario y vive fuera del país. Francisco, el menor, es abogado del Rosario y ha estado vinculado a la oficina y ahora compañero de golf.

¿Cómo fue su paso por la academia?

Comencé mi primaria en el Liceo que había fundado mi mamá, sus oficinas quedaban debajo de la casa y las aulas eran campestres. Como era mixto en primaria, pero femenino en su bachillerato, tuve que cambiarme al San Viator, donde estudié tres años. Por fortuna, pudimos volver en cuarto de bachillerato cuando ya fue mixto también. Fui un alumno promedio, pero no el mejor.

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Gracias a una tía descubrí el amor por la historia, gracias a mi papá el de la lectura y gracias a mi mamá tuve biblioteca propia. La mayoría de mis libros fueron de historia. En esa época no era tan fácil la interacción con mi papá, pero la suficiente como para amar su profesión.

La vida de estudiante en la Universidad del Rosario fue interesante. Hice parte de un curso activo, inquieto, exigente, al que le gustaba aprender. Me inscribí a los temas de derecho económico con profesores magníficos: recuerdo con mucho agrado a Jaime Castro, quien orientó más mi destino. Como mi papá, terminé en derecho tributario, porque él fue mi profesor también.

Para el grado hice tesis recopilando las lecciones y clases de mi papá que terminaron siendo un libro que publicó el Rosario; también hice judicatura en Pedro Gómez & Cía. y continué con mi especialización en Derecho Tributario. Una vez graduado decidí viajar a Londres para perfeccionar mi inglés, tomar algunos cursos cortos en historia y vivir por un año la experiencia de estar lejos de la casa, de valerme por mi cuenta, aunque con apoyo. También aproveché para viajar y conocer.

Inicia usted su trayectoria profesional como docente.

A mi regreso me vinculé a la oficina de mi papá de tiempo completo y Lucy Cruz, abogada muy importante del Rosario en Derecho Tributario, me invitó a que fuera su monitor en su clase de tributaria. Con el tiempo Lucy se retiró y yo asumí una de las cátedras, porque en esa época eran dos profesores por curso. Desde 1987 y hasta el 2022, fui profesor titular de Derecho Tributario, casi que de manera ininterrumpida. Actualmente dirijo la especialización.

Quienes quieran más detalles podrán leerlos en su perfil biográfico publicado en mi página. Ahora lo invito a que me hable de su presidencia en el Colegio de Abogados.

He pertenecido a tres instituciones como son el Colegio de Abogados Rosaristas, el Instituto Colombiano de Derecho Tributario, del que he sido su presidente en dos oportunidades y miembro vitalicio de su Consejo Directivo, y el STEP que es internacional y al que pertenecen cerca de veinte mil personas.

Ha sido común en los egresados rosaristas el hecho de que se desvinculen de la institución una vez graduados. El trabajo de las directivas del Colegio, a lo largo de los años, ha sido precisamente el que los abogados titulados se vinculen, incluso desde su calidad de estudiantes, para generar las actividades que son su eje central: cursos, tertulias, conferencias, capacitaciones. Hemos llegado a un nivel de mucho más compromiso, pero igual podríamos ser más grandes.

José Yecid Córdoba, mi antecesor en la presidencia, y luego yo durante dos años, nos concentramos en trabajar en una Ley que estableciera, como sucede en los Estados Unidos, el que los profesionales de todas las áreas (porque no es exclusivo del Derecho, aunque sí más sensible), tengan que pertenecer a un Colegio.

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Buscábamos que el Colegio fuera también una especie de tribunal ético de los abogados, porque este es un tema de ética, de desarrollo profesional. Pero no ha sido posible sacar la Ley adelante, aunque estuvimos muy cerquita de lograrlo, solo que no prosperó.

¿Quién es Luisa Gaviria, su esposa?

Luisa Gaviria Jansa nació en Barranquilla, de papá bogotano y mamá checa. Vivió su época de colegio en su ciudad natal y una vez graduada vino a Bogotá a estudiar Administración en el Rosario. Nos conocimos después, un matrimonio de más de tres décadas, muy agradable, nos entendemos muy bien, compartimos mucho, viajamos, hacemos planes de caminar.

Tuvimos tres hijos a los que se dedicó por entero. Juan Rafael, nuestro hijo mayor, quien lleva el nombre del abuelo, es economista y abogado del Rosario e hizo una especialización en Maastricht sobre Derecho Internacional Tributario. Luisa estudió en el CESA y hace ocho años se fue a vivir a México. Actualmente, trabaja en e-commerce en Coca - Cola, Femsa. Miguel es biólogo e ingeniero químico de los Andes, actualmente está terminando una maestría en la Universidad de Wageningen en Sostenibilidad en Países Bajos, donde está haciendo su vida laboral.

Por Isabel López Giraldo

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