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Somos diversos y ahí reside la belleza

Del 30 de noviembre al 5 de diciembre, el artista colombiano Simón Vargas expuso su trabajo plástico en la feria Scope, de Miami. El Espectador habló con él sobre su obra.

Juan David Zuloaga

16 de diciembre de 2021 - 04:13 p. m.
Simón Vargas presentará su obra en Scope, feria de arte que se realiza en Miami. / Josefina Santos
Foto: Josefina Santos
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Unas piezas llenas de color y de surrealismo, en distintos formatos y técnicas, pueblan el universo artístico de Simón Vargas. Cineasta de profesión, incursionó en el mundo de la pintura desde hace diez años, cuando comenzó sus estudios en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York (School of Visual Arts).

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¿Cómo nació la idea de la serie “Mujeres de Providencia”?

Estudié en un colegio internacional, donde había muchas razas y nacionalidades, diferentes religiones y cuando íbamos a los museos nunca veíamos nuestras razas representadas. De ahí nació la inquietud. Me di cuenta de que faltaba eso en el mundo del arte: una representación de razas que no habían sido retratadas antes. Incluso en la obra de Ana Mercedes Hoyos vemos que sus palenqueras no tienen cabeza, de modo que hay una falta de identidad entre nosotros. Entonces me enfoqué en sacar una serie de mujeres colombianas y de allí nace la serie de “Mujeres en Providencia”.

¿Cómo escogió a las modelos?

Estuve en Providencia unos dos meses y conocí alrededor de setenta mujeres de distintas edades, entre los quince y los noventa años. Compartí mucho con ellas y aprendí cómo eran, conocí sus familias, me contaron sus historias… Había historias de mujeres muy fuertes, poderosas —un rasgo que siempre me ha gustado en ellas—. Muchas de las mujeres que conocí ayudaban a la comunidad. Una de ellas, por ejemplo, es una matriarca directora de la Iglesia en Providencia; otra, una de las primeras mujeres policías de la isla… Plasmé en estas piezas los personajes que más me impactaron.

Estas mujeres quedaron retratadas en óleo sobre lienzo, en gran formato. Son trece obras las que componen la serie. ¿Las pinturas son reproducciones de fotografías o cómo fue el proceso de producción de las obras?

Sí, las obras parten de una fotografía que tomé de cada una de estas mujeres. Cuando escogí las trece modelos de las series hablé un poco más con ellas, para conocer mejor sus vidas y les tomé otras fotos. Luego trabajé con estas fotografías en mi estudio. La idea era hacer retratos realistas de las mujeres y en el fondo que se apreciara la vegetación de la isla, aunque ese fondo no siempre es el que aparece en la foto, sino los paisajes que recordaba de mi tiempo vivido allá.

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¿Cuál es el papel político del arte?

Creo que siempre hay que representar culturas. Como artista, es muy importante representar culturas, y con este proceso poder ayudar a las personas. En mi caso, pretendo ayudar a las comunidades que lo necesitan, hacerlas visibles. En muchas galerías, en muchos museos casi siempre se ven las mismas personas, de manera que poder llevar a una feria a Miami, en donde el arte es muy clásico, una cultura y una raza distintas es un gesto político.

Y de manera más concreta, el año pasado rifé una de mis obras y con la venta de la obra pude ayudar a comunidades negras del Chocó, Cartagena y Tumaco. De modo que también busco ayudar a la gente y a las comunidades que estoy plasmando en mis lienzos.

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¿Por qué le interesa la representación de la figura humana?

Somos todos muy diferentes; me interesa la belleza que está en esa diferencia. Aunque en ciertas expresiones artísticas y culturales (como en el cine y la televisión) tiende a haber una homogeneización, y también en las redes sociales, en donde todos quieren ser iguales. De manera que me parece bonito poder representar diferentes personas en el arte.

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Aunque sus piezas son figurativas, parte de su trabajo no es realista. Usted ha hecho “collages” en los que aparecen figuras humanas cuyas cabezas son flores o animales o frutas. ¿Cómo es este proceso?

Siempre me ha gustado esta técnica. Los collages que hago ahora nacen de mis óleos. Mis óleos representan la identidad de una persona, mientras que en los collages decidí hacer algo completamente diferente y entonces cambié la cara por una flor, una concha o un coco… Así cuando el espectador ve la obra, la figura representada no tiene identidad, sino que la identidad la pone el propio espectador; distintas personas, entonces, de razas distintas, pueden identificarse con una misma obra, porque al no tener la persona dibujada una cara definida ni un color de piel determinado, el espectador no tiene una idea preconcebida de quién es ni le asigna una clase social ni un origen. De ahí vienen los collages: de la pretensión de borrar la identidad, que en mis óleos es tan marcada.

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¿Cómo compone la obra?

Siempre comienzo con el personaje principal. Y de ese personaje va emanando una energía que dicta el color, el paisaje, la atmósfera...

Entonces, ese proceso de composición resulta un tanto azaroso. ¿Qué papel juega el azar en el arte?

Un papel grande. El arte es sentimiento, y los sentimientos son fluctuantes. Sobre todo en los collages, que son más surrealistas, me gusta transgredir la lógica y, en consecuencia, darle una mayor cabida al azar.

Ha hablado en ocasiones de la presencia del realismo mágico en su universo pictórico. ¿Qué entiende por realismo mágico y cómo se objetiva en su obra?

Como colombianos, el realismo mágico está dentro de nosotros. Detrás de todas estas personas que retrato hay otro mundo. El hecho de que todo sea posible, como ocurre en los collages, que un flamenco esté al lado de un lobo, con una mujer vestida de Alexander McQueen, con vegetaciones… todo esto es realismo mágico y también un surrealismo que me gusta plasmar en mis obras.

Se adivina en su obra la influencia de Pedro Ruiz.

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Me encanta la obra de Pedro Ruiz, aunque no sé si me ha influenciado mucho. Algunos artistas me han influenciado más: Frida Kahlo, Andy Warhol, Keith Haring, por su activismo, y me encanta la obra de Ana Mercedes Hoyos. A Pedro Ruiz lo conocí un poco más adelante en mi carrera como artista.

Además de sus pinturas en lienzo y en papel, usted ha hecho murales. ¿Qué posibilidades de expresión le ofrece este gran formato?

Los murales que he hecho han sido por encargo, de manera que, hasta cierto punto, responden a las peticiones del coleccionista, pero dentro de los límites de mi universo artístico.

Ahora tiene la intención de estudiar las comunidades que trabajan la mola, el tejido ancestral de estas comunidades. ¿De dónde surgió este interés?

El interés nace de representar una comunidad y una raza que no han sido representadas en el mundo del arte: los indígenas; además me gustan mucho estos tejidos ancestrales, por sus colores vivos y llamativos. Me parece una expresión muy contemporánea y por eso quiero estudiar más a fondo el proceso de realización de estos tejidos.

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¿Tiene ya decidido cuál será el formato y la técnica para retratar a las personas de estas comunidades?

Sí, como en las “Mujeres de Providencia”, serán también obras en óleo de gran formato.

Usted estudió cine en Nueva York. ¿Qué influencia ha ejercido el cine en su obra plástica?

El cine me ha ayudado a contar una historia con una escena, como se aprecia, por ejemplo, en los trabajos sobre papel, que siempre cuentan una historia, una anécdota, un evento. Eso me lo enseñó el cine. Y también la perspectiva y el punto de observación de las mujeres y de los personajes retratados en mis obras: me gusta hacer un acercamiento al rostro, y eso es también herencia del cine.

¿De las exposiciones que ha hecho cuál es la que recuerda con más cariño?

En Miami expuse las “Mujeres de Providencia”. Al representar mujeres afrodescendientes colombianas muchas personas afrodescendientes se sentían identificadas o veían parecidos con familiares y amigos. Una haitiana me agradeció y me dijo que nunca había visto en una galería o en un museo tantas personas negras retratadas; unas niñas afroamericanas, al ver las obras expuestas en ArtBasel, se pusieron a llorar de la emoción. Estos momentos me hacen pensar que el trabajo de un artista vale la pena.

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Siempre tenemos que estar representados; somos diversos y ahí reside la belleza

Por Juan David Zuloaga

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