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“La zona de confort puede parecer segura, pero es peligrosa”

Juan Sebastián Salazar, director técnico de Icontec, dirige con rigor, pero también con preguntas. Cree en la disrupción con base sólida, en liderar con principios y en no hacer nada que no pueda contarle a su hija al final del día.

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31 de julio de 2025 - 01:00 p. m.
Juan Sebastián Salazar estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de Colombia.
Juan Sebastián Salazar estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de Colombia.
Foto: Tomás Tiboc
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¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta de este oficio diario?

Lo que más valoro de trabajar en Icontec es que aquí se actúa con propósito. Aunque ya tenía experiencia en evaluación de la conformidad, lo especial de esta organización es que no se trata solo de generar utilidades o sostenibilidad económica, sino de construir confianza en el mercado. Me motiva saber que, con nuestro trabajo, contribuimos a la seguridad y la vida de las personas. Poder decir: “Usted puede comprar tranquilo este producto, porque ha pasado por Icontec”, me llena profundamente. ¿Y lo que no me gusta tanto? No lo había pensado. Tal vez lo más difícil es la presión por resultados inmediatos, que a veces choca con la visión de largo plazo y el propósito que nos mueve. Conciliar con esa urgencia es todo un reto.

Hablemos de algún momento incómodo o inesperado que le haya enseñado algo que quiera comentar...

Sí, ha habido momentos incómodos, sobre todo cuando nuestros clientes no comprenden el propósito de lo que hacemos. Por ejemplo, una empresa puede decir: “Necesito este certificado para poder vender” y lo ven como un simple trámite. En esos casos, hay que explicarles que no se trata solo de un documento. Es un proceso consciente para garantizar requisitos y condiciones mínimas en un producto, servicio o la operación de una compañía. Esa discusión no es fácil al inicio, porque las empresas suelen tener una necesidad puntual y urgente. Pero cuando logran comprender el fondo del asunto, lo adoptan y lo integran a su cultura organizacional, todo mejora: los procesos se optimizan, ganan competitividad, mejoran su reputación y reconocen que la certificación les da una ventaja en el mercado.

¿Cómo le va delegando responsabilidades?

Cuando uno asume un rol de liderazgo, cree que lo más difícil será tomar decisiones. Pero lo realmente complicado es liderar personas. Lo he aprendido en Icontec y a lo largo de mi trayectoria: lo primero es construir confianza con comunicación fluida, reglas claras y un equilibrio entre autonomía y exigencia.

Creo en un liderazgo cercano, entendido como un servicio al equipo más que una figura de autoridad. No se trata de imponer, sino de generar consensos, hablar con franqueza y estar ahí para apoyar. También creo que hay que permitir que el equipo se equivoque, aprenda y no repita errores.

¿Qué recuerda de su primer día en el cargo? ¿Qué ha cambiado en usted desde entonces?

Cuando llegué a Icontec sentí orgullo y responsabilidad. Desde afuera se percibe una organización admirable, pero adentro el reto es mayor: un equipo nuevo, un liderazgo anterior y muchas expectativas. Al principio hubo temor, pero hoy siento que esa apuesta valió la pena. Me enamoré de la organización y creo que he dejado una huella positiva, no solo en los resultados presentes, sino en la sostenibilidad futura: cuidando su reputación, innovando, desarrollando nuevos servicios y alineándonos con las necesidades reales de los clientes. Aunque aún queda camino, hemos posicionado a Icontec como una empresa sólida y prestigiosa en Colombia y la región.

¿Ha sido rebelde profesionalmente?

Diría que sí, soy disruptivo, pero con responsabilidad. Nuestro negocio se basa en reglas y requisitos, pero dentro de esos márgenes me gusta pensar diferente, innovar y buscar nuevas formas de hacer las cosas. No se trata de destruir lo que existe, sino de repensarlo y mejorarlo sin asumir riesgos innecesarios. Por eso insisto en que mi equipo mire hacia afuera, aprenda del entorno y no se encierre. En un sector tan cambiante y competitivo, adaptarse es clave para asegurar la sostenibilidad.

¿Y en su vida personal? ¿Le gusta correr riesgos?

Sí, en lo personal también me gusta asumir riesgos. Practico deportes —no extremos, pero sí desafiantes— y no me conformo fácilmente. Me gusta entender mis límites y superarlos. No soy conformista. Me gusta crecer, tanto en lo personal como en lo profesional y familiar. Siempre busco un poco más. Para mí, la zona de confort puede parecer segura, pero es peligrosa. Si uno no se reta, no se prepara, cuando esa zona se desmorona, llegan los problemas.

¿Alguna vez ha pensado en renunciar a todo y empezar de cero?

Yo creo que todos hemos tenido esos cuestionamientos en algún momento. Y también creo que es sano tenerlos, porque ver las cosas desde otra perspectiva enriquece. Claro, hay que saber manejar esos pensamientos, saber cuándo detenerse y no tomar decisiones precipitadas. Nunca he llegado al punto de decir: “Esto me sobrepasa, no puedo más”, y espero no llegar, pero sí he tenido conversaciones internas en momentos difíciles, sobre todo cuando se ponen a prueba los principios. A veces lo que uno cree correcto no coincide con lo que otros piensan o con lo que el mercado exige, y eso es muy difícil. Sin embargo, si los principios nos guían, hay que seguir y perseverar.

¿Qué momento del día le pertenece solo a usted, ese que no cambia por nada?

Hay dos momentos claves en mi día. Uno es muy temprano, entre 4:30 y 5:00 a. m., cuando me tomo un rato para pensar, organizarme y leer noticias. El otro es en la tarde, cuando mi esposa, mi hija y yo compartimos cómo fue el día. Me da paz, por ejemplo, saber que puedo contarle todo a mi hija con tranquilidad, sin nada que ocultar.

¿Qué pregunta o conversación le gustaría que le hicieran más seguido como director, pero cree que casi nadie se atreve a hacer?

Algo curioso que me pasa con mi equipo es que, en las reuniones de seguimiento, ellos empiezan de inmediato a contar qué tareas tienen pendientes. Y yo siempre les digo: “Calma, cuénteme de usted”. Me gusta comenzar con la persona antes que con el trabajo. Esa parte humana es muy importante. A veces, por el afán, eso se pierde. Pero creo que todos deberíamos volver a eso: conectar primero con la persona y luego abordar los temas laborales. Así todo fluye mejor y eso crea cercanía y hace más llevadero el trabajo.

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