
Durante sus últimos años en el King´s School de Grantham, Isaac Newton era algo así como el eterno sospechoso del eterno pecado. Sus compañeros se apartaban de él, muy a pesar de que a veces él los buscaba para contarles sus descubrimientos, o para mostrarles las cosas que había hecho. Poco antes de irse a la Universidad de Cambridge, aprovechó una tormenta que había aguardado por muchos meses para medir la fuerza de la tempestad. Salió a un campo y brincó a favor y en contra de la corriente y anotó los resultados. Al día siguiente, repitió...

Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
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