Con motivo de los hallazgos de cuerpos en La Escombrera, y del conflicto que se acrecentó en Catatumbo, los murales de “Las cuchas tienen razón” o “Al Catatumbo nada lo tumba” han aparecido en distintos puntos de Colombia. Se fueron replicando con más intensidad luego de que la Alcaldía de Medellín, por orden de Federico Gutiérrez, borrara el que varios colectivos habían realizado en la Terminal del Norte de la ciudad, en homenaje a las madres que insistían en que en La Escombrera había cuerpos enterrados.
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De acuerdo con el profesor Félix Alberto Vargas, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, este tipo de manifestaciones sociales responden a una manera de expresar sentimientos, protestar o cuestionar situaciones que ocurren en la sociedad y que, en ocasiones, carecen de atención o difusión. Para Vargas, el grafiti
“genera en la gente una impresión. Es una manifestación artística que han desarrollado los artistas durante mucho tiempo en lugares como Egipto, Roma o Grecia”.
El efecto Streisand
El borrado de los murales que se ha reportado en ciudades como Medellín y Bogotá ha tenido el efecto inverso que los sectores sociales que querían ocultarlos pretendieron. A esto se le conoce como el efecto Streisand: al intentar censurarlo u ocultarlo, lo hicieron más famoso.
Esto ocurrió después del borrado del mural en Medellín, que lo expandió a distintos puntos de Colombia, además del que tenía la frase “¿Quién dio la orden?”, que en 2021, y a las pocas horas de haber sido completado, fue tapado. “Si no lo borran, probablemente lo ven pocas personas en la ciudad y hasta ahí llega el ruido, pero al querer censurarlo, lo potencian”, comentó Vargas, quien resaltó el impacto que han tenido las redes sociales en este tipo de expresiones.
Para él, una de las características que tiene el grafiti es su escenicidad: se pintan en zonas visibles de la ciudad. Si bien esto no garantiza que cuente con un gran público, replicarlos a través de redes sociales fortalece el mensaje que contienen y aumenta su difusión.
El borrado de “Las cuchas tienen razón”
Algunos ciudadanos han estado en desacuerdo con la aparición de estos murales y se han sumado a “jornadas de limpieza y recuperación” del espacio público.
Josías Fiesco, politólogo de la Universidad Javeriana, quien lidera la campaña “Limpiemos Bogotá”, fue uno de los que tapó con pintura negra el mural con la frase “Las cuchas tienen razón”, ubicado en la calle 45 con carrera séptima de Bogotá. Según él, el mural no era una “expresión artística”. También recordó un caso en Ibagué en el que “borraron lo que sí podíamos identificar como arte, que eran murales referentes a la naturaleza y el turismo. Estos fueron borrados y cambiados por la cara del presidente Álvaro Uribe y unas calaveras”.
Cuando se le preguntó cuáles eran los criterios para definir lo que consideraba artístico, o si tenía alguna formación en artes, Fiesco contestó: “Yo estudié ciencias políticas, pero de arte hice los estudios básicos donde hay un debate intercultural, que es muy interesante, porque el arte no se puede mirar de manera horizontal”.
El argumento de la “limpieza” en una ciudad no solo ha sido utilizado por el movimiento Limpiemos Bogotá, sino también por el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, quien en una publicación de su cuenta de X justificó la orden de tapar el grafiti porque no era “bonito”, alegando que estas expresiones generaban “desorden” y que los artistas de estos murales “quieren generar caos y poner fea y sucia la ciudad”.
Fiesco también se refirió al uso de la palabra “limpieza” para referirse al borrado de los murales: “Hablamos de limpiar porque estamos en contra de los mensajes que hagan referencia a la muerte, al odio”.
Para el profesor Vargas, este argumento, proveniente de grupos de derecha colombianos, podría responder a una “intención de orden, pero el grafiti es una manera de subvertir ese orden. No aceptan el arte urbano porque, generalmente, tienen una visión muy cerrada de lo que debe ser la sociedad”.
Regulaciones legales del grafiti
Según el Distrito de Bogotá, el arte urbano está regido por el Decreto 75 de 2013, posteriormente modificado con el 529 de 2015, que reglamenta los lugares autorizados para realizar todo tipo de intervenciones artísticas de grafiti.
En estas legislaciones se indica que para las intervenciones artísticas se requiere una autorización de parte de la entidad administradora estatal. Si se hace en alguno de los elementos constitutivos del espacio público en la propiedad privada (fachadas o culatas) deben contar con una autorización del dueño del inmueble.
Para el caso de los murales de “Las cuchas tienen razón”, Diego Parra, director de Arte, Cultura y Patrimonio de la Secretaría de Cultura de Bogotá, resaltó que la realización de estos murales es concebida, desde el Distrito, como una manifestación más allá de la técnica artística: “Es un acto de memoria colectiva y de resistencia” que va de acuerdo con la naturaleza contestataria del grafiti.
“Se respetan este tipo de manifestaciones. Justamente, en el espacio público es donde se confronta y se genera esa discusión y reflexión. Más allá de una promoción del arte urbano desde las mismas artes estéticas, estos murales son manifestaciones sociales y de participación, que son fundamentales en este momento”, indicó para El Espectador.
Los colectivos artísticos detrás de los murales
Según Fiesco, estos murales estaban siendo financiados por el gobierno del presidente Gustavo Petro. Este periódico habló con el artista 3miroo, quien dijo que los colectivos hacían un ejercicio “autogestionado”, en el que recolectaban dinero a través de “vacas”. También resaltó que en algunas intervenciones se contaba con ollas comunitarias y teatro en vivo.
De igual manera, el colectivo Fuerza y Graffiti de Medellín resaltó: “Todas nuestras acciones siempre han contado con el apoyo popular, no existiríamos sin la voluntad del pueblo”. Sebazt, artista del colectivo Guaque, mencionó: “Algunas personas han querido usar estas luchas con su bandera política, pero la mayoría de las expresiones parten desde la comunidad gráfica que desea hacer eco al mural de Medellín”.
Para 3miroo, las calles son “el periódico del pueblo”, por lo que el tomarse estos espacios sirve para que a través de “la pintura de las letras y de un mensaje se puedan comunicar estas denuncias”. A la vez, mencionó que este tipo de manifestaciones culturales no son en apoyo a uno u otro bando. El artista recordó que, durante la realización de uno de los murales, notó el apoyo de no solo personas de la izquierda política, sino también de la derecha. Lo que parece unirlos es el deseo de “que salga a la luz la verdad, que no se tape todo y que estas personas que no han sido escuchadas sepan la verdad de lo que sucedió en La Escombrera”.