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Librería Boscán: La única que sobrevive en Sincelejo

Única en su especie, la librería café Boscán le abrió las puertas a una comunidad de lectores en Sincelejo que antes no tenían un espacio como este. Alvear, la creadora de este proyecto, junto con su esposo David Herrera, habló sobre la materialización de este sueño y la importancia de promover la cultura en la capital de Sucre.

Santiago Gómez Cubillos

28 de junio de 2025 - 09:10 a. m.
Juanita Alvear y su esposo, David Herrera, abrieron la librería café Boscán el 17 de diciembre de 2021.
Foto: Cortesía
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¿Cómo nació el sueño de tener una librería?

Cada uno, por su lado, ya lo había considerado. Crecí en Sincelejo, y David se vino a vivir aquí hace siete años, aunque a ambos nos parecía extraño que una ciudad tan grande no tuviera una librería. Los dos somos egresados de literatura de la Pontificia Universidad Javeriana, en Bogotá, y habíamos trabajado como libreros, pero siempre soñamos con tener nuestro propio espacio. Hay un colega que dice que las personas que trabajan en librerías terminan “enviciadas”, porque es un oficio que tiene algo muy especial, una magia que hace que uno quiera seguir vinculado a ese mundo. Entonces David me dijo: “¿Quién va a montar una librería aquí si no somos nosotros?”. Nos hubiésemos podido quedar esperando años, porque nadie más se iba a arriesgar, así que asumimos que nos tocaba hacerlo. Ahí nació todo.

¿Qué es lo que les llama la atención de este oficio?

Siempre me ha fascinado el libro como objeto. Por supuesto disfruto abrirlo, leerlo y descubrir sus historias, pero antes de eso me gusta como objeto, y me parece fascinante tener un contacto cotidiano con él. Abrir las cajas cuando llegan los pedidos es de mis momentos favoritos. Incluso después de tres o cuatro años, aunque ya pesa lo operativo, ese instante sigue siendo el mejor. También me encanta el contacto con la gente mediado por el libro, porque la interacción se vuelve diferente; hay una predisposición muy especial, y las conversaciones que se generan son únicas. David dice que uno, como librero, se convierte en un personaje dentro de la sociedad. Es una forma de relacionarse con la gente: te miran y te acercas distinto.

¿Cómo ha sido montar esta librería en Sincelejo, donde antes no había un espacio como este?

Ha sido un reto grande, porque nosotros somos literatos, no somos empresarios, ni administradores, ni economistas. Entonces, por un lado, ha sido un proceso de aprendizaje. Mucha gente llega y nos dice: “Ustedes tienen el mejor trabajo del mundo”, y se imaginan que nos pasamos el día leyendo libros, pero lo cierto es que hay muchísimo trabajo invisible. Por otro lado, el entusiasmo y el amor que sentimos por esto hacen que eso se vea pequeño. La satisfacción de hacer lo que nos gusta es enorme. Aquí no trabajamos en lo que nos tocó: hacemos lo que amamos profundamente. Ahora, en cuanto a Sincelejo, ha sido también un reto por el tema cultural. Esta es una ciudad muy tradicional y conservadora, entonces, las propuestas alternativas son complejas; es difícil que calen. Aun así, descubrimos que sí había una necesidad y que existía un grupo de lectores dispuesto a apoyar el proyecto. Sin ellos nada de esto tendría sentido.

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La Librería Boscán está ubicada en la Calle 23bis2 # 30-06, en Sincelejo.
Foto: Cortesía

¿Cómo han visto la creación de una comunidad alrededor de este proyecto?

Creo que eso ha sido la clave: lograr formar una comunidad de personas que se encuentran alrededor de los libros. Para eso el club de lectura ha sido fundamental; empezó al tiempo que la librería y ha continuado sin parar. Ya llevamos cuatro años leyendo juntos, con personas que están desde el inicio y otras que van y vienen, pero que a su vez atraen a nuevas personas y crean sus propias relaciones. Además, está toda la parte cultural que promovemos: hay un cine club, y vamos a retomar unas charlas que hacía David sobre filosofía y literatura, como unas clases abiertas, que siempre atraían mucha gente. Es una comunidad muy diversa, y eso es lo más fascinante: unir distintos públicos. Creo que tiene mucho que ver con el entusiasmo que transmitimos. No es solo un negocio de venta de libros. Si lo fuera, muchas personas preferirían comprar en librerías virtuales, que ofrecen descuentos impresionantes todos los días. Pero el hecho de que estemos nosotros al frente hace que para la gente sea una experiencia, y eso marca la diferencia.

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Para ustedes, ¿qué significa una librería para una ciudad?

Es una ventana al mundo. Gracias a los libros tenemos contacto con otras épocas, otros países, otras culturas. Con un solo libro se abre una puerta para conectar con todo eso, y las sociedades necesitan esa apertura al mundo, más aún en lugares como Sincelejo. En un estudio reciente sobre librerías en Colombia se muestra un mapa en el que se ve cómo el sur del país está prácticamente en blanco, sin librerías, y el norte tiene muy pocas, salvo el centro y algunas zonas. La Guajira, por ejemplo, tampoco tiene. Sincelejo iba a aparecer también como un punto en blanco, pero gracias a nosotros no fue así. Me parece muy lindo que, con este proyecto, la ciudad tenga la posibilidad de abrir la mente, de conectarse con otras realidades. Y aunque es importante que las culturas conserven sus raíces y tradiciones, también es necesario que la gente tenga acceso a otras formas de ver y vivir el mundo.

¿Creen que este es el comienzo de un gran movimiento lector en Sincelejo?

Sí, totalmente. Es muy importante que esto crezca y se expanda, porque Sincelejo necesita más espacios alternativos, y si son alrededor de los libros, mejor aún. En este momento, por ejemplo, no hay librerías de segunda mano ni muchos clubes de lectura organizados. Y es que el gobierno local no se mueve en lo cultural de esta manera. Lo cultural, desde lo institucional, va por otros caminos, por lo tradicional, que tiene su propia vida y movimiento. Pero sería muy interesante que la ciudad creciera también en este tipo de cultura. La misma comunidad lo pide. Mucha gente nos ha dicho: “Su librería es un oasis”. Y claro, uno no quiere que esto sea un desierto y que solo haya un oasis; ojalá hubiera más cosas, más propuestas culturales. Para que esta ciudad crezca, debe haber intercambio, otras experiencias, nuevas miradas. Eso es fundamental.

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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