Aunque siempre hemos creído que esta novela del futurista Badbury trataba sobre la censura de un gobierno tiránico, el escritor estuvo preocupado porque esta interpretación de su libro no se tomara como la principal.
De hecho, el mismo autor, en una entrevista para el LA Weekly en 2007, aseguró que su novela no se trata sobre la censura gubernamental tanto como la manera como “las personas se vuelven idiotas a causa de la televisión” y de cómo esta daña el interés por la literatura.
Y es que su novela publicada en 1953 venía de un temor que aun hoy, cinco años después de su muerte, nos ronda como nunca, la sobrevaloración de los datos, de las noticias: “la televisión te da las fechas sobre Napoleón, pero no te dice quién era”, aseguró en la misma entrevista.
Bradbury creí que los medios modernos están llenos de “factoides”, datos, datos y solo datos. Su temor venía precisamente sobre cómo la cantidad de datos que manejamos en la actualidad están transformando la sustancia de las noticias mismas. Lea también: De “Fahrenheit 9/11” a “Fire and fury”
“Te cargan con tanta información que te sientes lleno”, dice Bradbury al medio angelino mientras lee en la portada de Los Ángeles Times la astronómica cifra que la trilogía de Spider Man había recaudado en la década de los 2000.
En 1951 el autor ya advertía de los peligros de la radio para la manera como nos comunicamos, nos relacionamos y prestamos atención a lo que ocurre en el mundo.
A diferencia de Orwell en 1984, el culpable en Fahrenheit 451 no es el estado el que se encarga de adoctrinar, es el mismo pueblo que sustenta, reproduce y acepta el adoctrinamiento. El escritor también ganador del Pulitzer se refería a la televisión y los medios modernos como un “opio”.
Muchos incluso podrían hoy creer que la televisión ha sido beneficiosa para los libros, los ha hecho exitosos. Lea también: El mal año tecnológico del mundo
Bradbury en su novela imaginó una sociedad tan democrática que todos los que componían dicha comunidad era minorías. Poco a poco la gente fue eliminando el contenido “ofensivo” de los libros hasta que solo quedaron notas al pie que nadie leía, y el gobierno contrató bomberos para quemar libros.
Allí aparece el personaje principal, un bombero de esta unidad quien luego de ver cómo una mujer se hace quemar por un libro que está siendo incinerado, se pregunta sobre el sentido de lo que hace y se une a un grupo de personas que memorizan los libros para preservar su contenido.
Como sea, el lanzamiento en la televisión de la obra de Bradbury puede que esté enmarcado más dentro de la interpretación más extendida y popular de su obra, que de esta visión del mismo autor. Sin embargo, es una buna oportunidad para volver a su libro e intentar ver por qué Fahrenheit 451 es un clásico contemporáneo.
¿Nos hablará hoy sobre los efectos de las noticias y las “fake news” en tiempo del imperio de la internet y las telepantallas? Habrá que esperar que algunos de sus lectores nos lo digan.