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En la trilogía de cortometrajes de Andrés Barón, Mirror Travelling Trilogy, su autor nos presenta una serie de individuos que son consumidos por las imágenes. La estética tan limpia, pulida y sobria conversa con los personajes al mantenerlos fijos en sus imágenes. Así recuerdan al mito de Narciso que queda en un eterno diálogo con su reflejo. Más bien, Narciso se obsesiona con la imagen de él mismo, pensando que es otro y basando su identidad a quien él cree que es otro y él puede ser.
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En cada plano de la trilogía vemos que los personajes tienen en frente una imagen: la chica de Aberración cromática crea y manipula una imagen de ella misma, y el resultado de esta manipulación luego lo imita sobre su propio cuerpo; en Printed Sunset, los dos personajes observan un atardecer. Sin embargo, este atardecer es falso y es solo el producto de un juego de luces encima de un óleo; por último, algunos de los personajes de Mirror Travelling interactúan con su propia imagen frente a un espejo.
Cada corto es un experimento que encadena imágenes que dialogan entre sí. Si este experimento tuviese que basarse en un método científico, los resultados de su hipótesis serían algo como “toda imagen se sirve de un medio y todo medio se sirve de una imagen”.
El movimiento de cámara en los tres cortos está presente de una manera fluida y no solo acorde con la simetría y con la forma del espacio que cubre. El movimiento de la cámara es el mismo de la mirada. Su velocidad imita la observación que reciben las imágenes. Una mirada apaciguada y paciente. Una mirada que también es igual a sus imágenes, calmada, linear y directa. El movimiento es la mirada de vuelta que reciben los individuos de Printed Sunset por la pintura que muta en tres momentos del amanecer y la mirada que ellos dirigen hacia esta.
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En Mirror Travelling el efecto de la mirada se recrea en el acto de mirarse. El movimiento de la cámara es una curva, así como lo es la mirada que se devuelve en un espejo. En Aberración cromática el movimiento es el de los ojos que se apoyan en la imagen serigráfica.
En los tres cortos el movimiento es lenguaje, superando el formalismo y la vanidad estética. Es también parte de la simbología oculta en el lenguaje de la imagen, que es el lenguaje de la mirada.
Esta reseña fue elaborada en el marco del taller de crítica del programa académico BIFF BANG!, organizado junto con la maestría de reacción audiovisual y el Centro Ático de la Pontificia Universidad Javeriana.
*Los interesados en ver las películas del BIFF pueden inscribirse en la plataforma Festival Scope. El costo de cada película es de $10.000