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Los caminos del escritor más allá del éxito

En un viaje de 50 años que fluye en prosa como un río de reflexiones y recuerdos, cuatro escritores descifran sus propias claves de por qué escriben. Ese es el pretexto que se descubre en la cuarta novela del escritor colombiano Mauricio Bernal, ‘Por ejemplo Horacio’, donde el elemento común es la búsqueda de razones para saber qué hay detrás de quienes dedican su vida al arte literario.

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Redacción Ipad
23 de abril de 2016 - 12:24 a. m.
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A sus 42 años, Mauricio Bernal advierte que su escritura ha madurado, que cada vez encuentra la disciplina necesaria para ejercer su oficio, y que los comentarios de quienes le insistían en que fuera más escritor que periodista eran bien intencionados. Hoy, desde Barcelona (España), donde vive desde hace 16 años, tiene la certeza de que quiere lectores para su obra, pero ganados a pulso. 
 
Aunque parezca exageración, fue un destino que empezó a esculpir desde sus días de bachillerato en el Liceo Francés en Bogotá, cuando leyendo a Camus o a Sartre, y después devorando libros del boom latinoamericano, configuró entre sus sueños la idea de convertirse algún día en escritor. Sin embargo, por esas cosas de la familia y los cálculos existenciales, terminó estudiando periodismo. 
 
En la Universidad Javeriana, aprendiendo los secretos de la reportería pero sin dejar de buscar nuevos escritores y novelas, Mauricio Bernal tuvo la primera señal. Se la dio el también escritor Pedro Badrán, quien le sugirió cambiar de rumbo, quemar las naves y dedicarse a escribir. No lo hizo del todo pero después de escribir su primer cuento ‘Palabras que hay comerse’ y verlo publicado, entendió que aquel comentario era más cercano a sus pasiones internas. 
 
Cuando obtuvo su título de comunicador social entró a trabajar a El Espectador. Primero en la sección de cultura, después en Bogotá y finalmente en la edición dominical. Fueron tres años escribiendo noticias, trazando crónicas, buscando un lenguaje propio para contar lo que veía o abordaba. Entonces apareció la segunda señal: el periodista español Miguel Ángel Bastenier, quien le advirtió lo mismo que su antecesor. 
 
No era tiempo de hacerlo, pero a finales de 1999 tomó una decisión que le dio un giro a su vida: se fue para Europa a vivir, a recorrer países, a buscar historias para volverlas literatura. Y meses después, cuando planeaba su regreso, reapareció Bastenier para decirle que no lo hiciera, que se quedara en España y lo recomendó para que entrara a trabajar en El Periódico de Catalunya. 
 
Desde el primer momento que ingresó a la redacción de este impreso en Barcelona se dedicó a escribir crónicas y, de vez en cuando un reportaje o una entrevista. El equipo lo recibió con complacencia y la prueba es que lleva algo más de tres lustros trabajando en el periódico. 16 años que le fueron dejando tiempo para aventurarse a escribir su primera novela ‘La dificultad de las cosas’, que vio la luz en 2006. 
 
Según él mismo, ahora que la lee se da cuenta que su tono escéptico, pero su castellano fluye distinto ahora. De todos modos fue su ópera prima, su forma de vencer el miedo de enfrentar a sus lectores, la manera de asimilar hasta dónde es viable el éxito y cuánto realmente sirve para salir adelante. Lo cierto es que desde ese momento adquirió la mínima disciplina para insistir en la narración literaria. 
 
La prueba es que en 2008 llegó su segunda novela ‘Tácticas contra el tedio’, con la misma esencia de personajes que buscan su lugar en el mundo y finalmente terminan inmersos en sus propios límites. Algo de lo que volvió a asomarse en su tercera novela, más audaz pero también más cercana a su propia experiencia en Europa, ‘Los grotescos’. Una forma de representar a una familia extranjera en España, con sus nostalgias, sus miedos, sus rabias, sus anhelos. 
 
Esa novela apareció en 2013 después de mucha brega para que alguna editorial dijera que sí a sus manuscritos. Otra lección del escritor que se repite en uno u otro autor, porque hace parte del desafío de creer en su propio reto de ser narrador a pesar de los rechazos, de entender que muchos escritos se quedan en el fondo de los cajones, y por eso vale la pena hacer toda clase de esfuerzos por sacarlos, de hacerlos leer así sea para el rechazo. 
 
Luego vinieron para Mauricio Bernal lecciones terribles. La muerte de su hermano en un accidente en Bogotá, y la de su padre un año después tras una enfermedad triste y agobiante. Nuevas enseñanzas que lo confrontaron con la urgencia de regresar brevemente a Colombia, reencontrarse con su esencia, combinarla con su nuevo aprendizaje de extranjero en tierra ajena, y luego volver para escribir. 
 
El legado de la vida que ahora trasciende en su cuarta novela ‘Por ejemplo Horacio’, surgida de su encontrón con la muerte, y forjada en sus tres horas diarias de infaltable encuentro con la hoja en blanco. Se la publicó la editorial El Peregrino y este sábado 23 de abril, día del idioma, se la entrega a sus lectores en la Feria del Libro. Ahora tiene la certeza de ser escritor y en su nueva obra, a través de cuatro autores, le deja saber a todos qué significa escribir para ser leído. 
 

Por Redacción Ipad

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