
Si alguien tenía en su casa un libro protestante, y sobre todo, una biblia traducida al alemán o al francés, o a cualquier idioma distinto al latín, al griego o al hebreo, era condenado a prisión.
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En Francia, los reyes Francisco I y Enrique II firmaron sendos edictos para crear un sistema de represión ideológica, conocida como la “cámara ardiente”, según el cual se reglamentaba el pago de un tercio de la fortuna de quienes leían o tenían libros protestantes a los delatores, una práctica que llevó a falsas acusaciones y a un lucrativo y oscuro negocio que se extendió luego por Italia, España e Inglaterra.
Poco a poco, e inmersos en el fragor de los odios, y también de los temores, millares de los franceses que vivieron en el siglo XVI...

Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
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