Un recorrido guiado por “El país de Guillermo Cano”

La leyenda en la que se convirtió la vida de Guillermo Cano Isaza arrancó cuando, recién salido del colegio, se fue derecho para la redacción de El Espectador. De la mano de su padre Gabriel y su tío Luis, el entonces futuro director entró a las filas del periódico desde abajo y con la idea de aprender el oficio en movimiento, con todo lo que eso implicaba. Así empezó una vida que parecieron muchas más, porque además de periodista fue apasionado de las corridas de toros y el fútbol, le interesaba el cuidado del medio ambiente, el fomento de la literatura y era un amante de las celebraciones navideñas. Todas esas facetas son las que ahora honra la colección “El país de Guillermo Cano”.

A poco menos de un mes de cerrar el año dedicado a su memoria, declarado así por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes en conmemoración del centenario de su nacimiento, la Biblioteca Nacional de Colombia (BNC) publicó esta colección de tres volúmenes dedicados a su vida y obra. “Estos libros presentan a las nuevas generaciones quién fue Guillermo Cano, cuáles fueron las grandes causas que defendió y, por supuesto, cuál fue esa constelación de periodistas que lo rodeó en su momento”, explicó Adriana Martínez-Villalba, directora de la BNC.

El proyecto fue impulsado por un equipo de la Biblioteca, con el apoyo de Minculturas y este diario, y el resultado se dio en forma de tres libros: “Don Guillermo”, “El periodista” y “El maestro”. Todos se pueden consultar físicamente en las bibliotecas públicas del país o también están disponibles para descarga en la Biblioteca Digital.

El primero es una biografía ilustrada de don Guillermo Cano en El Espectador, desde que salió del colegio y entró a sus filas, hasta el día de su asesinato. Pablo Guerra, escritor y editor de cómics, fue el encargado de armar el guion y con él un equipo de artistas e ilustradores —compuesto por Laura Valentina Álvarez, Laura Guarisco, Pavel Molano, Diego Zhaken Ruiz, Frank Sara y Niña Tigre— plasmaron algunos de los momentos más importantes de la vida del exdirector. Sobre el libro, Guerra destacó que, al ser parte de uno de los equipos más jóvenes de este proyecto, también fue para ellos una oportunidad de aprender más sobre Cano y ese país que le tocó vivir.

El segundo libro aborda una de sus facetas más prominentes, la del hombre que llenó con sus palabras las páginas de El Espectador durante más de 40 años. Esta compilación, curada y presentada por Jorge Cardona Alzate, reúne algunos de los textos más representativos de la carrera de Guillermo Cano. Hay crónicas, como “La jornada del 6 de septiembre”, en la que relató cómo un grupo de manifestantes atacó las instalaciones del periódico, en 1952. También perfiles, como el que hizo de Álvaro Pachón de la Torre, amigo suyo y colega periodista fallecido el 21 de marzo de 1953 en un accidente automovilístico. Y, por supuesto, el artículo que le costó la vida por desenmascarar a Pablo Escobar como un narcotraficante.

Finalmente, el tercero es una colección de siete perfiles escritos por Maryluz Vallejo en los que no solo se resaltan sus capacidades periodísticas, sino también se dejan ver sus pasiones, sus gustos personales y, sobre todo, su liderazgo. Como lo afirmó en su presentación, “este libro rinde homenaje al inolvidable director en la voz de sus colegas y colaboradores: de los maestros que le enseñaron el arte del periodismo, recién llegado a la redacción, a sus dieciocho años, hasta los jefes de redacción, redactores, reporteros gráficos, corresponsales y columnistas que supieron interpretar sus entusiasmos y preocupaciones por el país, sobre todo cuando avizoró los riesgos que corría el periodismo independiente por cuenta de enemigos oscuros”. El libro culmina con un epílogo escrito por María José Medellín Cano, editora de la sección judicial de este diario y nieta suya, titulado “El abuelo que no conocí”, en honor a todas las historias con las que su familia ha mantenido viva su memoria.

Estos libros componen una ventana hacia la vida de un hombre que marcó el periodismo colombiano, aunque, como lo afirmó en su presentación la ministra de las Culturas, Yannai Kadamani, no están únicamente para exaltarlo, sino para plantear preguntas sobre el rol de este oficio en nuestra sociedad. En sus palabras: “Esta colección no busca idealizar a su protagonista ni congelar su imagen en el bronce. Por el contrario, propone una lectura viva y crítica de su legado. Invita a conocer su trabajo, a comprender las circunstancias que enfrentó y a dialogar con su pensamiento desde las preguntas de hoy. En un país donde el periodismo independiente sigue siendo desafiado por intereses ilegítimos, desinformación, discursos de odio y nuevas formas de censura, el ejemplo de Guillermo Cano cobra relevancia”.

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