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Los peligros de que el presidente Gustavo Petro utilice el término “nazi”

El mandatario ha utilizado esta palabra y sus derivados en muchas ocasiones para referirse a sus opositores políticos. Analizamos por qué es problemático que sea él quien la utilice debido a la posición de poder que ostenta.

Santiago Gómez Cubillos

28 de marzo de 2025 - 09:00 a. m.
Estos son trinos publicados entre el 24 de octubre de 2024 y el 27 de marzo de 2025.
Foto: Jonathan Bejarano
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La izquierda y la derecha tienen sus propios términos para insultar y descalificar a sus opositores. Si de un lado alguien grita “¡guerrillero!”, del otro responden “¡paramilitar!” (o, más coloquialmente, “paraco”). Otros como “tirano”, “corrupto” e, incluso, “genocida” se rehúsan a casarse con un bando y brotan esporádicamente por todo el espectro político.

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Como sociedad, y sobre todo en tiempos de redes sociales, hemos aprendido a ver el uso de estas palabras como parte natural de la conversación pública. Claro, existen casos en los que no lo pasamos por alto, como ocurrió con Luz Fabiola Rubiano, condenada en 2023 por decirle “simio” a la vicepresidenta Francia Márquez, en un video publicado un año antes. Sin embargo, la regla general no es que se abra un proceso penal cada vez que alguien en X le dice “asesino” a un presidente o expresidente.

Si el uso de este tipo de lenguaje es o no de utilidad en el ejercicio de la democracia también es debatible, pero, en esta ocasión, quisiéramos centrarnos en lo que sucede cuando se analiza el lugar de enunciación en vez del discurso pronunciado. Es decir, ¿qué pasa si estas palabras ya no se leen en un trino de un usuario cualquiera, sino desde la cuenta oficial del presidente de la república? Esta pregunta ha cobrado relevancia debido al creciente uso que Gustavo Petro ha hecho del término “nazi” para referirse a sus opositores políticos.

Esto puede analizarse a la luz de la Ley de Godwin, que sostiene que, a medida que un debate se prolonga, la probabilidad de que se mencione al nazismo o a Hitler tiende a uno. Aunque esta ley surgió como una observación sobre discusiones en foros y redes sociales, su aplicación en el discurso político evidencia una estrategia retórica en la que se busca deslegitimar a los adversarios mediante comparaciones históricas extremas. En el caso de Petro, su referencia constante al nazismo podría interpretarse como un intento de marcar diferencias ideológicas radicales, alineando a sus opositores con un régimen históricamente condenado. Sin embargo, el uso reiterado de esta analogía también podría diluir su impacto y desviar la discusión de los temas de fondo, convirtiéndose en una herramienta de polarización más que en un argumento sustancial. Veamos entonces cómo es que el presidente ha recurrido a los nazis para referirse a la oposición.

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Tan solo el día de ayer lo utilizó dos veces en un trino sobre una cadena de WhatsApp en la que se alegaba que, supuestamente, lo iban a sacar de la presidencia por haber violado los topes electorales durante su campaña. Al final de la publicación, el mandatario escribió: “El texto es delirante, así son los Nazis, pero la base jurídica de este panfleto, (sic) se está adelantando”.

Ocurrió también el pasado 19 de marzo, cuando lo utilizó nueve veces en una sola publicación que respondía a un video del senador del Pacto Histórico Alex Flórez en el que su pareja desmentía las acusaciones de violencia intrafamiliar que se habían hecho contra el congresista. Allí, si bien es cierto que no todas las veces que lo escribió lo hizo para caracterizar a la oposición, sí lanzó frases como esta: “El nazismo dentro del uribismo es responsabilidad de Uribe, es mi mayor crítica a él como persona de la historia, ¿por qué no ha sido capaz de deslindar su movimiento político al que tiene derecho, de los Nazis colombianos que no tienen derecho, porque son criminales?”.

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Ahora, uno de los casos más representativos de lo que implica que el presidente utilice constantemente esta palabra fue el que protagonizó junto a la influenciadora Hannah Escobar Correa, después de que ella criticara su gestión de la salud en el país, que incluso terminó involucrando el Consejo de Estado. Sin embargo, antes de entrar a desglosarlo y a ver la respuesta que dio el mandatario al fallo del Tribunal, es necesario recurrir a un concepto del sociólogo francés Pierre Bourdieu con el que se puede explicar por qué el peso del discurso cambia cuando es pronunciado por un mandatario, en este caso, por Petro.

El mercado lingüístico de Pierre Bourdieu

Quienes conocen su obra, pueden estar pensando que resumir el pensamiento de Pierre Bourdieu en un artículo de esta naturaleza es una tarea titánica y tienen razón. Sin embargo, en aras de promover un ejercicio pedagógico, trataremos de explicar en términos sencillos de qué se trata su “mercado lingüístico” para poder pasar a ver cómo esto se puede aplicar al análisis del discurso de Petro o, en su defecto, de cualquier otra figura de poder.

Bourdieu fue un importante pensador del siglo XX que dedicó su trabajo a estudiar cómo las estructuras sociales influían en la manera en la que las personas pensaban, actuaban y hablaban. En ese trabajo, uno de los conceptos importantes que acuñó fue el de “mercado lingüístico” que desarrolló en sus libros “¿Qué significa hablar?: Economía de los intercambios lingüísticos” (1982) y “Lenguaje y poder simbólico” (1991). Para él, el valor de la palabra no dependía solamente de su contenido, sino del contexto social en el que se emitía y la posición de quien la pronunciaba. Es decir, que el lenguaje funciona como un mercado en el que ciertos discursos tienen más legitimidad y poder que otros.

Allí las palabras son bienes y su valor depende de lo que Bourdieu decidió llamar “capital” y que se manifiesta de diferentes formas. Tal como en el mercado financiero, está el capital económico: el dinero. Pero, para el pensador, también existe el capital cultural, que puede verse en niveles de escolaridad y acceso a libros, pinturas, obras de teatro, etc. Está el capital social, que deriva de las relaciones sociales que una persona pueda entablar a lo largo de su vida y que le permitan acceder a distintas esferas de poder. Y, finalmente, está el que aplica directamente a figuras como la del presidente Petro, que es el capital simbólico. Este, en palabras de Alicia B. Gutiérrez en el prólogo al libro de Bourdieu “Las estrategias de la reproducción social” (2011), es “toda diferencia reconocida, aceptada como legítima y que procura un signo de distinción”.

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Independientemente de su popularidad, “un presidente tiene un capital simbólico por encima de las demás personas que es inherente a esa posición”, según explicó Gregory Lobo, profesor del Departamento de Lenguas y Cultura de la Universidad de los Andes. “Para Bourdieu no se trata de las palabras, lo que importa es la fuente. (...) [Entonces,] si cualquier perspectiva de derecha es nazi, la población tendría todo el derecho de oponerse a ella. Y eso podría estar sustentado únicamente en que el presidente lo dijo”, agregó.

Es por eso que llama la atención una parte del trino publicado el pasado 14 de febrero. En él, el presidente respondió al fallo del Consejo de Estado que le exigió ofrecer disculpas públicas por haber llamado “nazi” a la influenciadora Hannah Escobar, pero para eso escribió lo siguiente: “no siempre que se usa la palabra ‘Nazi’ se está sindicando a alguien de ser genocida o un criminal de guerra (...) Yo no llamé genocidas o criminales de guerra a quienes con el escudo de la libertad de opinión estigmatizan y rotulan a la izquierda y al progresismo. Estigmatizar la diferencia por estar en desacuerdo, es ‘perfilar’ la democracia”. Es decir que el presidente interpreta el término con diferentes acepciones, pero eso no quita el hecho de que este provenga de un momento histórico con una gran carga simbólica.

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Además, en otros trinos en los que no se dirige a una persona en específico, el mandatario no es muy claro en cómo está utilizando el término. Sucedió el 19 de marzo de este año cuando, en respuesta a las críticas a Hollman Morris, gerente de RTVC, escribió: “RTVC es faro de la verdad y por tanto la codicia y los Nazis quieren apagarlo”. O el del 28 de octubre de 2024, cuando respondió a un trino de su exministro del Interior, Luis Fernando Velasco, y dijo: “las mentalidades Nazis han gobernado ya demasiado a Colombia”.

La conclusión es que, a la hora de analizar el discurso político, es necesario entender el lugar desde donde se pronuncia. Como se explicó al principio, la derecha política también ha utilizado términos estigmatizantes como “guerrillero” para deslegitimar el discurso de la oposición, por lo que no se trata de un asunto exclusivo de un lado de la balanza. Pero, es innegable que una posición de poder como la que ostenta el presidente Petro hace que la responsabilidad ante el uso de ciertos términos sea mayor.

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Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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