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Los primeros ‘piercings’ humanos podrían tener 25.000 años, según una investigación

Un reciente estudio revela que las comunidades del Paleolítico Superior ya utilizaban adornos faciales como símbolo de identidad y pertenencia.

EFE

19 de febrero de 2025 - 12:16 p. m.
Brazilian Noemia Oliveira poses for a picture during the Tatoo Week Rio in Rio de Janeiro, Brazil, on January 5, 2014. AFP PHOTO / YASUYOSHI CHIBA
Foto: AFP - YASUYOSHI CHIBA
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Los primeros piercings labiales de la historia podrían datar del Paleolítico Superior, hace más de 25.000 años, según revela una investigación liderada por un científico de la Universidad de Coimbra, en Portugal.

Estos resultados, publicados recientemente en el Journal of Paleolithic Archaeology, se desprenden del análisis de los restos óseos encontrados en varios yacimientos de Europa Central, que apuntan a un tipo de desgaste bucodental semejante al que producen este tipo de adornos.

“Los dientes maxilares -los de la parte alta de la dentadura- se mostraron más afectados que los mandibulares, quedando los primeros molares visiblemente más desgastados”, explicó el responsable del estudio, John Charles Willman, del Centro de Investigación en Antropología y Salud (CIAS) de la Universidad de Coimbra.

Willman comparó estos hallazgos arqueológicos con ejemplos históricos y contemporáneos de distintas regiones y culturas para determinar si el deterioro que presentaban respondía al uso de perforaciones corporales permanentes.

Según explicó, esta práctica podría estar relacionada con los ritos de paso y la expresión de una identidad grupal de las comunidades de cazadores recolectores de la región.

“Probablemente, se tratase de una forma simbólica que los miembros de estos grupos utilizaban para identificarse los unos a los otros. Lo primero que reconocemos en los demás suele ser el rostro, por lo que adornos como estos saltarían a la vista incluso desde la distancia”, apuntó.

Con este hallazgo el investigador confía en mejorar el conocimiento de las prácticas de ornamentación del cuerpo humano, cuyo estudio arqueológico es complejo, ya que las modificaciones más habituales, como los pendientes, se producen sobre tejidos blandos que se conservan peor que los restos óseos.

Por EFE

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