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El festival de músicos románticos rusos que comienza esta semana permite hacer unas consideraciones, ya que los románticos rusos son generalmente diferentes de los músicos románticos de cualquier otra parte. Antes que todo, hay que aclarar que el término romántico muchos lo asocian con idilios amorosos y resulta que originalmente el romanticismo era un movimiento revolucionario, que buscaba librarse de lo que consideraban las reglas estrictas del clasicismo y además agregar elementos emocionales a la música, en el caso de este arte. En música, Beethoven fue el puente entre lo que hacían los clásicos, como Haydn o Mozart, y las nuevas corrientes románticas que adoptaron músicos como Chopin, Schumann o Berlioz. La corriente romántica se extendió por toda Europa y arrasó con las tradiciones anteriores. Lo malo es que el movimiento trató inicialmente de ser universal y la música de un alemán no se distinguía de la de un francés o un húngaro. En Rusia la situación era peor, ya que allí prácticamente ni siquiera había existido el clasicismo y en el caso de la tradición musical, era casi inexistente.
Esto cambió cuando llegó a la escena un músico llamado Mijaíl Glinka, quien no solo comenzó a componer música dentro de los cánones del romanticismo, sino que además agregó un elemento que fue el uso de tradiciones nacionales rusas. Glinka es considerado con justicia el padre de la música rusa y aunque su obra no incluye pináculos maestros, es de interés y tiene la importancia de haber creado la tradición que hizo que muchos de los músicos románticos rusos fueran diferentes de los de otras partes.
El grupo de Los Cinco
Quienes más rápidamente adoptaron esa propuesta de Glinka fue el grupo de músicos a quienes apodaron Los Cinco y que fueron quienes afirmaron la escuela romántica rusa con sus elementos nacionalistas. Curiosamente, ninguno de los cinco tuvo la música como actividad principal, o sea que podría decirse que se trataba de aficionados. Naturalmente, en el Festival que viene, los cinco rusos estarán representados por cuatro de ellos: Rimsky-Korsakov, Mussorgsky, Borodin y Balakirev. Curiosamente el quinto del grupo, César Cui, fue ignorado en el festival y bien hubieran podido incluir obras de este. Pero de los otros cuatro habrá fuerte representación, en especial de Borodin, de quien se oirán extractos de su ópera El príncipe Igor, además de música de cámara y sinfónica. De Mussorgsky, considerado por muchos el más talentoso del grupo, se podrá oír su famoso Cuadros de una exposición e igualmente habrá música sinfónica del gran orquestador que fue Rimsky-Korsakov, de quien igualmente se tendrá la oportunidad, que no es frecuente, de escuchar muestras de su música de cámara. De la misma época de los cinco fue el influyente músico Antón Rubinstein y el festival incluye dos obras de cámara suyas.
Los románticos no nacionalistas
Claro que no todos los músicos rusos siguieron los pasos del nacionalismo, sino que se dedicaron a hacer música dentro de las tradiciones europeas. Entre ellos hay que mencionar a Tchaikovsky, de quien se presentarán casi todas sus sinfonías, además de sus populares conciertos para piano y para violín, música de cámara y otra música orquestal. A mediados del año habrá una especie de suplemento a este festival, cuando Gustavo Dudamel, con su orquesta bolivariana, toque todas las sinfonías de Tchaikovsky. Hubiera sido interesante, pero no se hizo, haber incluido su Obertura1812, obra espectacular que incluye cañones y campanas de iglesia en la partitura. El otro gran romántico ruso que no siguió las pautas nacionales fue Rachmaninov, del cual se podrán escuchar conciertos para piano, las Variaciones Paganini para piano y orquesta y sonatas para piano y para cello. Habrá una obra de un curioso compositor, Alexander Scriabin, que buscaba mostrar que hay correspondencia entre música y colores y dejó una obra importante, de la cual lamentablemente solo se escuchará una sonata, lo que quiere decir que sus excelentes sinfonías no figurarán en esta programación.
Otros músicos románticos
Hay una fuerte representación de un músico interesante, Nikolai Medtner, quien antes de su muerte a mediados del siglo XX, ya había escrito 14 sonatas para piano y unas piezas que bautizó en forma bien romántica Cuentos de hadas. Arensky estará interpretado varias veces con obras de cámara y sendos conciertos para piano y para violín e igualmente músicos como Taneyev, Glazunov, Gretchnaninov, Gliere y Liadov, entre otros, tendrán música tocada dentro del festival. Lo cierto es que esta combinación de obras populares con otras prácticamente desconocidas hace de este festival de música romántica rusa algo singularmente atractivo. Dentro del festival habrá igualmente una presentación de ballet, con La bella y la bestia, que incluye música de Tchaikovsky y agregará a la variedad ofrecida. Todo lo anterior permite augurar éxito para este singular evento.