
Escalona se murió en Bogotá, en donde tal vez también “pasó el hambre que se pasa cuando un vallenato sale de su casa”. / Ilsutración: Jonathan Bejarano
“Cuando se sentaban a descansar, los trabajadores de la finca se ponían a hablar. Echaban unos cuentos que se sacaban quién sabe de dónde, pero que a mí me divertían. Yo me hacía la boba, la que no escuchaba, pero ahí estaba bien pendiente. Cualquier día le escuché decir a uno de ellos: ‘Compadre, si ves alguna luz extraña en el horizonte, tienes que decir ¡Ahí va!, pero nunca ¡Ahí viene!, porque efectivamente la luz se te va a acercar y sabrá Dios que querrá ese muerto errante. Yo me reí: ‘Hombe, qué va’, pensé, hasta que un día se me...
Por Laura Camila Arévalo Domínguez / @lauracamilaad
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