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El día de los argentinos llegó al Festival de Cannes con El Ángel, escrita y dirigida por Luis Ortega (Buenos Aires, 1980), y que forma parte de la programación de Un Certain Regard.
Protagonizada por Chino Darín y el novel Lorenzo Ferro, y con la participación de Cecilia Roth, esta historia desarrollada a principios de los 70, está basada en un hecho real, el de las andanzas delictivas de Carlos Robledo Puch, ladrón por naturaleza y asesino en serie. Pero esta es parte de la realidad; la otra viene de la propia vida de Luis Ortega, quien alguna vez fue aprendiz de delincuente.
La nutrida representación de este trepidante filme argentino, entre ellos el director español Pedro Almodóvar en calidad de productor, tal vez no se imaginó que el público en la sala Debussy del Palais des Festivals le regalaría una ovación de pie durante 10 minutos.
Apenas han transcurrido unas horas del estreno tan emotivo de El Ángel, pero Luis Ortega, hijo del legendario cantante y actor argentino Palito Ortega y de la actriz Evangelina Salazar, aún no parece creerse lo vivido. Su pelo en completo desorden puede dar una idea de la anarquía de sus pensamientos y sensaciones, en gran parte a causa de la alegría vivida aquella noche en el Festival de Cannes.
¿Cuáles fueron los aspectos de su vida que incluyó en El Ángel?
El personaje de la madre de Ramón (Chino Darín) esta inspirado en la mamá de un amigo mío de la infancia. Yo tenía unos nueve años, y ella nos llevaba a meternos dentro de casas, a romper cristales, a tirar bombas de humo dentro de las salas de cine. Eran que cosas que me parecían muy normales, hasta que de grande me percaté de que no lo eran (se ríe) Recuerdo que era una mujer muy sensual, de una manera poco ortodoxa, y con el tiempo me di cuenta de que eso tenía mucho que ver con quien soy.
Precisamente esos elementos le dan mucha potencia a esta película que es como una examen de la criminalidad.
De chico quise ser siempre un delincuente, sentía admiración hacia esa gente y nunca supe por qué. Sin embargo nunca tuve lo que hay que tener para ser un criminal, aunque durante muchos años hice un gran esfuerzo para pertenecer a un mundo marginal. De alguna manera hacer películas era lo más parecido a ser un delincuente.
¿Cómo se le ocurrió que Chino Darín cantara una canción de su padre Palito Ortega, y además que bailara?
Esa es la mejor escena de Chino, aunque en toda la película está muy bien. Sin embargo en esa escena lo que está pasando es de verdad, porque se sentía ridículo, avergonzado, traspirando, con la sensación de que no podría hacerlo, y eso me generó mucha ternura.
Copiamos un video de mi padre cantando con Marisol en la televisión española, y tratamos de recrearla. De hecho, es lo único que es recreado en la película.
¿Sus padres están también representados en la película?
En la película mis padres están representados desde la cosa conservadora y quizá del lado del cariño de estar presentes. Yo soy el quinto hijo, con lo cual mis padres estaban muy cansados cuando nací yo. Así que puedo decir que eso me benefició en mi libertad. Cuando era chico era genial ir a casa de otros niños con padres divorciados, porque los míos nunca se gritaban, ni siquiera se levantaban la voz. En mi casa nunca vi nada que tuviera nada que ver con el desamor, entonces verlo en otro lado me fascinaba.
Carlos colecciona cosas que robaba. ¿Guardó algo de lo que robó en su época delictiva?
Robamos todo lo que podíamos porque tenía que ver con la emoción de robar. Robábamos pistolas, que en EEUU hay muchas, pero también cosméticos carísimos y ropa para la madre de mi amigo. Cuando entrábamos en las casas, nos llevábamos todos los suvenires que queríamos, que luego quedaban olvidados, porque ese no era el fin. Yo era una buena persona, pero estaba probando cosas, y no es que era un maldito.
¿Lo arrestaron alguna vez?
Sólo por una noche. Aunque tengo que admitir que eso no fue de chico, sino de más grande. Digamos que se trató de un malentendido (se ríe) Cuando entré al calabozo, otro preso había escrito en una pared con la tinta de la toma de huellas dactilares: “Al final todo es un gran chiste”. Sentí que todo lo que había pasado, era justo para llegar allí y verlo.
¿Contar la historia de este criminal ha sido una excusa para contar la suya propia?
Los directores siempre hacemos eso. Siempre hay algo biográfico, porque uno no puede escribir nada de lo que no sepa. Por otra parte, es mucho más fácil decirle a un productor “quiero hacer la historia de tal” que “tengo una idea”, y después hacer lo que querés con esa vida. En este caso me hizo sentir culpa porque sentí que estaba explotando la figura de alguien que está preso y que no se podía defender. Pero en la película tampoco lo acusamos de nada, por eso está inspirada en la historia de Carlos, pero no es una biopic.
¿Cuándo decidió canalizar su potencial en el cine?
La mejor amiga de mi mamá se llama Ana María Picchio, y es actriz. Cuando llegué de Tucumán, ella me empezó a llevar al cine para ver películas de (Akira) Kurosawa, de (Andrei) Tarkowski, de Vittorio De Sica, de cosas que no había visto en mi vida porque crecí con el cine americano de los 70 y 80. También tenía una cámara de VHS, y filmaba… Fue una decantación natural, pero antes pasé por todos los psiquiatras habidos y por haber. Mis padres estaban preocupados por mi época de experimentación, y a esa edad nada te garantiza que vas a sobrevivir. Supongo que estaba en el destino que fuera así, pero tampoco tenía fortaleza para ser un delincuente.
En su discurso del estreno de El Ángel, habló de si valía la pena seguir soñando.
Antes de hacer la mini serie La historia de un clan (2015), estaba por suicidarme, o digamos que no tenía buenos planes para el futuro. Mi hermano (Sebastián, productor) me preguntó si quería hacer esa serie, y le dije que la haría por la plata. Al final resultó ser una experiencia artística fuerte, que nunca la soñé ni pedí. Tampoco soñé en mi vida que Pedro Almodóvar estuviera en la presentación de mi película, apoyándola. Entonces me dije que no hay que soñar tanto. Hay que ser fiel a tus emociones y por allí todo eso va llegando.