Manuel Zapata Olivella: la literatura como identidad y hermandad
Prólogo de la edición conmemorativa del 40° aniversario de “Changó, el gran putas”, la emblemática novela del escritor colombiano sobre la presencia africana en América. En librerías con el sello editorial Random House.
William Mina * / Especial para El Espectador
Changó son cinco novelas en una, cinco historias, cinco micro/macro historias épicas escritas desde una agenda descolonial, desde la «tradición radical negra» de Cedric Robinson y que, para el gran sociólogo de la diáspora africana en las Américas, Agustín Lao-Montes, serían una especie de contrapunteo afromoderno. Changó es una obra clásica de la literatura universal, ya que podemos encontrar en ella filosofía, religión, arte, feminismo, ecología, humanismo, teoría política, cosmogonías y una especie de manifiesto epistemológico escrito para los pueblos del sur global desde sus saberes y haceres. (Recomendamos: El Festival Petronio Álvarez viajó hacia Sudáfrica).
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Changó son cinco novelas en una, cinco historias, cinco micro/macro historias épicas escritas desde una agenda descolonial, desde la «tradición radical negra» de Cedric Robinson y que, para el gran sociólogo de la diáspora africana en las Américas, Agustín Lao-Montes, serían una especie de contrapunteo afromoderno. Changó es una obra clásica de la literatura universal, ya que podemos encontrar en ella filosofía, religión, arte, feminismo, ecología, humanismo, teoría política, cosmogonías y una especie de manifiesto epistemológico escrito para los pueblos del sur global desde sus saberes y haceres. (Recomendamos: El Festival Petronio Álvarez viajó hacia Sudáfrica).
Las características de la obra de Zapata Olivella son su originalidad, su creatividad y el lenguaje poético y musical donde los narradores, en una multiplicidad de tiempos y espacios, son inventores de primer orden con sus aportes a la humanidad y a la cultura afrodiaspórica como rasgo singular.
El protagonista de Changó, el gran putas no es un sujeto, como en la Divina comedia de Dante, ni una familia, como en Cien años de soledad de García Márquez, sino que es una pluralidad de civilizaciones: la africana, la española y la americana. Zapata Olivella le dedica más tiempo, espacio y atención a los eventos y protagonistas afros, justamente porque estos han sido «alienados» la mayoría de las veces. Él nunca olvida a las otras culturas copartícipes de la aventura mestiza en el continente vasconceliano de la Quinta raza: América.
Los sujetos que participan en Changó no están alienados, porque el autor de la novela no lo está. Zapata Olivella presenta al afro como un creador, ya esté en África, en el Caribe, en Brasil, en Colombia, en Estados Unidos o en cualquier parte del globo. Él utiliza el lenguaje oral y la filosofía muntu de esos supuestos «salvajes» para recuperar la memoria y el tiempo de la colonización africana, tal cual ella es, sin prejuicios, ni ficción, ni imaginación alguna. He aquí el contenido histórico-sociológico de la obra.
Changó parte de hechos para construir ficciones, lo que es posible porque siempre y detrás de toda acción humana está un ancestro o un oricha protector. Realismo y metafísica coexisten en el sentido en que los héroes, líderes e intelectuales afros (Chaka Zulú, Gunga Zumbi, Nat Turner, Malcolm X, Du Bois, Benkos Biohó, Agne Brown) sí existieron, pero ninguno de ellos hubiera sido nada sin la coraza de un ancestro protector. En el lenguaje del cristianismo, el ancestro protector sería como el ángel de la guarda que no desampara a los fieles, tal como dice Manuel Zapata Olivella en Changó: «¡Elegba, dirige bien nuestros pasos, que no nos falte tu sombra protectora!».
Aunque en el pasado se ha escrito una literatura variada sobre la cuestión afro (Amado, Carpentier, Asturias), la originalidad de Zapata Olivella es que solo él ha narrado la hazaña de los miles de millones de africanos que salieron forzosamente de su continente en diáspora por el mundo. Alejo Carpentier es ciego, aunque sigue viendo a sus personajes, imbuidos de prejuicios y hechicerías, cuando ello era parte de su «realismo mítico».
Zapata Olivella, creo, dirige su obra hacia aquellos que la historia nunca ha dejado hablar: los analfabetos, los que nunca han ido a la academia, los desheredados de América, los colonizados de África y del mundo. Changó recobra la identidad del ser humano mestizo, esté donde esté, ya sea a través del lenguaje, de la religión o de la etnia; el mestizaje está más allá del color, porque lo que importa es el hombre en su dimensión cósmica, y este aspecto va más allá de los esquematismos del color, de la segregación y de los prejuicios.
Changó es tan significativo y relevante hoy para construir la identidad mestiza de América Latina y de Colombia en particular precisamente porque las voces, los lenguajes y el carácter de los afros nunca se escucharon. Changó es la memoria de los afros, frente al «olvido» nuestro por parte de las instituciones oficiales, y la respuesta civilizada para escuchar las voces del «diferente» e intentar construir un Estado-nación, una patria, otra solidaridad entre los hombres que habitan este planeta.
En Changó está escrito y condensado todo cuanto la civilización africana quiso decirle a la europea, a la «loba blanca»: toda una sabiduría filosófica de reinos, de ciudades gloriosas, de médicos tradicionales que hablaban con las plantas, de etnias que siempre reconocieron un orden superior en todo lo creado, de héroes legendarios, de creadores de tradiciones orales y de lenguajes colectivos, de ciudadanos que nunca se doblegaron ante la maldición de Changó, y se reivindicaron con él, porque siempre lucharon por la libertad.
A quienes han querido ver en Zapata Olivella a un autor folclorista, provinciano, que solo escribe para afros, se les debe aclarar que Changó está entre las novelas más importantes escritas por novelista alguno en el siglo XX en este continente indo-afro-iberoamericano, y pertenece no solo a la herencia afro, sino a la humanidad entera, porque Zapata Olivella no ha hecho otra cosa que una defensa filosófica de la libertad, como lo ha hecho la gran literatura de los griegos, y como lo ha enfocado la gran filosofía política, que va de Platón y Aristóteles hasta llegar a Castoriadis, Morín y Dussel: lucha incansable por la libertad, resistencia contra la dominación y los poderes instituidos, autonomía individual y colectiva, luchando siempre contra la heteronomía y el despotismo de los discursos totalitarios.
Los orichas pueden sentirse halagados y no sentir disgusto alguno, porque el Guardián de los Ancestros, Zapata Olivella, no ha sido inferior a las exigencias del Muntu.
* Se publica con autorización de Penguin Random House Grupo Editorial. William Mina Aragón es doctor en Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, profesor titular del programa de Ciencia Política de la Universidad del Cauca e investigador del Grupo de Investigación Actores, Procesos e Instituciones Políticas (GIAPRIP).