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La escritura de Mar de (L)una está inspirada en el Mar de la tranquilidad, porque allí se encuentran las tormentas, la noche y la luz: “La luna, esa cualquiera que es manoseada por todos, exaltada por tantos y adorada por los demás, me ha fascinado desde siempre; así que quise abordar temas que nos atañen todos los días, que nos envuelven y nos pertenecen, porque los hemos creado, y porque somos víctimas o victimarios. Desde esa perspectiva romántica, con un lenguaje sin pretensiones, nació este poemario”.
Fermina Ponce ha evolucionado con su poesía, con su escritura y con lo que desea transmitir y eso lo demuestra con Mar de (L)una. Tiene una poesía más madura, más directa, más visceral, menos escondida. “Somos el resultado de la vida que nos pasa, del entorno que vivimos, de nuestro momento histórico, de los demonios que domamos o de los que nos acompañan a diario, de las cicatrices, de un todo, y ese todo se tiene que ver reflejado en tu trabajo, en tu voz, en tus líneas: eso es lo que llamo crecer. He ganado mucho en el oficio, pero he perdido la inocencia de la primera vez y eso también es bello”.
En el prólogo de Mar de (L)una Juan Gustavo Cobo Borda dice:
“Golpeada por la realidad, recortadas sus alas, la voz que aquí habla intenta remontar lo rastrero y apagado de toda vida con su ímpetu verbal. Está rota, pero trata de escapar de la jaula. Se entrega a esas causas políticamente correctas, pero en realidad la poesía no les sirve a ellas. Solo queda el espejo fragmentado y el cuerpo con arrugas y cicatrices. La entrega en el agua que redime y la mirada desprevenida de la luna. Ese espacio donde Fermina Ponce intenta su palabra verdadera que es denuncia y conformidad, aceptación y ruptura. La perpetua duda y la consolación de la música. En un mundo de consumo y siglas en inglés, una mujer aspira a que su cuerpo hable por ella y la defina, como toda honesta poesía".Mar
Dura tengo esta piel,
parece cuero tallado,
ya no sangra,
se ha oscurecido a punta de caracolas,
las calaveras silban en cada ola,
y la marca del fuego ya no deja cicatriz.
(Poema de Mar de (L)una)