El Magazín Cultural

María Elena Walsh y Sara Facio, ínsula y mar

La relación entre la escritora y la fotógrafa marcó un antes y un después en el modo de afrontar el lesbianismo en Argentina.

Beatriz Vanegas Athías
13 de abril de 2018 - 02:19 a. m.
  / Ilustración: Tania Bernal
/ Ilustración: Tania Bernal

En el libro Fantasmas en el parque de María Elena Walsh, que es un texto con un fuerte sello autobiográfico, la autora de La cigarra, entre tantos poemas, cuentos y cantos de culto en Hispanoamérica, afirma: “Sara no es ninguna hermana, es mi gran amor”. Sara Facio, la también icónica fotógrafa depositaria del amor de la poeta, le cuenta a Guillermo Gasió y Mariana Docampo que ante esta declaración pública ella dijo a María Elena: “¿Te parece a vos, que toda tu vida fuiste tan british, para publicar esto tan íntimo? Y me dijo: ‘Sí’. ‘Bueno, está bien —le dije—. Me parece perfecto, es la verdad’. Porque antes le pregunté: ‘¿Es la verdad?’. ‘Sí’ —me dice—. ‘Bueno, muchas gracias’. Y terminé: ‘Si te parece bien decirlo, no tengo ningún inconveniente porque para mí también es la verdad, y como dicen en el barrio, la verdad siempre se sabe’”.

Sara Facio, quien sobrevive a María Elena Walsh y habita en Buenos Aires a los 88 años, conoció a la escritora y cantante en 1965 en el teatro Regina, donde Walsh integraba el dúo Leda y María con Leda Valladares. Sara Facio era la encargada de tomar las fotos de los eventos en el Regina, que por entonces era un lugar de presentación para grandes artistas argentinos y venidos de otros países. Walsh irrumpió en el camerino pidiendo hablar con Sara Facio y al percatarse de quién era, sólo dijo: “¿Usted? ¡Yo creí que era una vieja!”. Fue el inicio de una amistad entrañable que se convertiría en amor diez años después, pues María Elena Walsh se había ido a España y regresó en el 75, en pleno “Rodrigazo”, esa debacle económica causada por la hiperinflación que antecedió a la desastrosa dictadura.

Ínsula y mar

Eran dos personas muy complejas para tratar. Era preciso, cuenta la poeta Graciela Perosio, tener “infinita paciencia, así entre ellas como con los otros. Hay que ver que esa generación de lesbianas acá, en Argentina, sufrió mucho. Ellas abrieron caminos”. Peleaban fuerte, pero el amor superaba con creces los agravios.

María Elena Walsh estaba muy limitada a veces por los dolores en las piernas. Hay versiones que afirman que, más que el cáncer, su muerte y dolores infinitos tuvieron que ver con muchos errores médicos. Afirma la poeta Perosio que: “Tuvo un historial terrible de mala praxis. Cuando le operaron para ponerle una prótesis en el muslo se equivocaron como casi 10 cm y quedó renga por eso. No lo sé, pero sé que no fue a causa del cáncer del que los médicos la cuidaban muchísimo operándola ante la menor verruga. La rehabilitación para poder volver a caminar (estuvo mucho tiempo en silla de ruedas) se debió a una casualidad”.

“Estaban un día Sara Facio y María Elena Walsh en una quinta con piscina y cuando está en el agua dice: ‘Yo acá puedo caminar’. Y ante el estupor de todos se toma del borde y hace todo el ancho de la pileta caminando. Y allí se avivan de hacerle hidroterapia”, cuenta Graciela Perosio. Volvió a caminar inclusive sin bastón. Pero siempre con muchísimos dolores. Tomaba más de 10 calmantes por día en determinados períodos. Y siempre ayudándose con masajes. Se le agrió mucho el carácter. Había que tener mucha paciencia. Sara siempre estuvo con ella. La apoyaba, pero siempre desplegaba a la vez enorme actividad y viajaba mucho. María Elena Walsh la acompañaba en alguno de los viajes y se divertían muchísimo, pero los cuerpos pedían ritmos muy diferentes.

María Elena Walsh: la poeta de todos

María Elena Walsh es considerada un mito viviente en Argentina y en Latinoamérica. Fue compositora, poeta y dramaturga. Se quedó para siempre en el recuerdo e imaginario de generaciones, porque la amaron cuando eran niños, como dice el poeta Raúl Gómez Jattin: “Yo te quise cuando niño / y eso quiere decir para siempre”. Y María Elena Walsh lo logró gracias a canciones como El mundo del revés, Canción de tomar el té, La vaca estudiosa, Canción de jacarandá, La brujita de Gulubú, La mona Jacinta, El show del perro salchicha, La reina Batata, entre tantas otras. Pero no sólo para niños escribió y cantó; sus letras para adultos, cargadas de sentido social y político, también la han inmortalizado. Recordemos Canción para un gobernante: “Duerme tranquilamente / que viene un sable a vigilar tu sueño de gobernante. / América te acuna como una madre / con un brazo de rabia y otro de sangre”.

Y la inolvidable Cigarra, que en la voz de Mercedes Sosa es un himno de resistencia ante los avances dictatoriales de América Latina: “Tantas veces me mataron, / tantas veces me morí, / sin embargo estoy aquí / resucitando”. Al igual que la poeta Gloria Fuertes en España, muchas bibliotecas escolares llevan su nombre en Argentina.

Sus libros El reino del revés, Tutú Marambá, Zoo Loco, Dailan Kifki, Chaucha y palito, Los poemas y Novios de antaño, entre tanto, fueron traducidos a otros idiomas. La editorial Alfaguara de Argentina lanzó en el 2000 la colección AlfaWalsh, que reúne toda su obra infantil.

María Elena Walsh creó un texto maravilloso en el que se erige como defensora de la letra eñe y en 1996 escribió airada en el diario La Nación: “Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero menos ñoño de lo que parece (...) La supervivencia de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni programas de software”. Cuando le mostró el texto de la letra Ñ, recuerda Sara en el libro Sara Facio, la foto como pasión, refiriéndose a la mutua colaboración que existía entre ambas: “Ella tenía algunas dudas, y yo le dije que me parecía sensacional, que era para Premio Nobel, que lo publicara que era divino. ‘¿Te parece?’, me dijo. ‘Sí, me parece’, respondí”.

María Elena Walsh asumió siempre una posición ética, sin despeinarse y sin alterar su estética. Por eso en 1978, en plena dictadura argentina, dijo para Clarín: “Hace tiempo que somos como niños y no podemos decir lo que pensamos o imaginamos. Cuando el censor desaparezca, ¡porque alguna vez sucumbirá demolido por una autopista!, habremos olvidado el cómo, el dónde y el cuándo y nos sentaremos en una plaza como la pareja de viejitos del dibujo de Quino que se preguntaban: ‘¿Nosotros qué éramos...?’”.

Sara Facio: la vida en imágenes

Sara Facio siempre tuvo el deseo de ser ciudadana ilustre de Buenos Aires. Siempre envidió a las amigas —y se los decía— que lograron ese título: María Elena Walsh, Eva Giberti, Annemarie Heinrich, Cipe Lincovsky. Y lo consiguió en el 2012: “Lo recibí como un premio, aunque recuerdo como momentos felices de mi vida el día que llegó el primer ejemplar de Buenos Aires o cuando vi mi foto en una estampilla del Correo Argentino. ¡Millones de estampillas! Ese es el mayor premio, lo que más me gusta y hace feliz es ver mis fotos publicadas, en diarios, revistas, tapas de libros. Prender el televisor y ver siempre una foto mía. Ese es el premio y la mayor satisfacción de mi vida”.

A Sara Facio le debemos las primeras fotos de los escritores del llamado Boom literario: Asturias, Carpentier, Rulfo, Vargas Llosa, casi todas las fotos que hoy circulan en la red de Cortázar, Borges, Benedetti, Pablo Neruda (su vida en 150 fotos publicadas en el libro Neruda: “El cielo es ahora un latido del océano”), García Márquez, Quino, Mercedes Sosa, Victoria Ocampo, Ernesto Sabato. Incluso pasaron por su estudio fotográfico Alejandra Pizarnik, Norma Leandro, Mohamed Alí, Doris Lessing, Andre Malroux, Beatriz Guido y Marta Traba.

Además de las fotos más inverosímiles y plenas de belleza de los tiempos de Perón, de la miseria en pueblos y calles de su país. Mucha de la cotidianidad y la historia de Argentina fue fotografiada por Sara Facio y publicada en todos los medios posibles en Argentina, Latinoamérica y Europa. Vale mencionar los libros Buenos Aires, Buenos Aires, de 1968, en coautoría con Alicia D’Amico y Julio Cortázar. En este siglo es trascendente mencionar el libro sobre María Elena Walsh, con el que la escritora no estuvo de acuerdo inicialmente, pero que después quiso mucho. Se trata de María Elena Walsh: En la casa de Doña Disparate.

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María Elena Walsh
Nació el 1º de febrero de 1930 en Ramos, Argentina. “Otoño imperdonable” fue su primera publicación literaria, un libro de poesía que obtuvo el segundo lugar en el Premio Municipal de Poesía. En París comenzó a escribir poemas, cuentos y guiones para niños. Sus libros infantiles han sido traducidos a más de cinco idiomas y se convirtieron en clásicos de la literatura a nivel mundial.

Sara Facio
Nació el 18 de abril de 1932, en San Isidro, Buenos Aires, Argentina. Reconocida por las fotografías que tomó a figuras como Ernesto Sabato, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y Mohamed Alí, los personajes que plasmaba en su obra pertenecían en su mayoría a la ideología de izquierda. En 1992 ganó el Premio Konex de Platino como la mejor fotógrafa argentina de la década.

 

Por Beatriz Vanegas Athías

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