Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Recomendado

                                      Contenido exclusivo

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      Cursos y programas

                                                                                                        Más

                                                                                                        Cromos

                                                                                                          Vea

                                                                                                            Blogs

                                                                                                              Especiales

                                                                                                                Descarga la App

                                                                                                                  Edición Impresa

                                                                                                                    Suscripción

                                                                                                                      Eventos

                                                                                                                        Pauta con nosotros

                                                                                                                          Avisos judiciales

                                                                                                                            Preguntas Frecuentes

                                                                                                                              Contenido Patrocinado
                                                                                                                              28 de mayo de 2020 - 03:55 p. m.

                                                                                                                              María Mercedes Carranza: “Tengo miedo”

                                                                                                                              Beatriz Vanegas Athías

                                                                                                                              Un texto en el que se recuerda la obra de la poeta, nacida el 24 de mayo de 1945, quien siempre se resistió con versos y arte a la violencia que se vivía en Colombia.

                                                                                                                              Este mes se cumplen 75 años del nacimiento de María Mercedes Carranza. La mujer que creó una poesía lejana del conservadurismo y la expresión meliflua que encabezó su derechista y piedracielista padre, Eduardo Carranza. Seguramente admiró a Juan Ramón Jiménez, pero fueron Francisco de Quevedo y el chileno Nicanor Parra, además de los atormentados Cesare Pavese, Dylan Thomas y Antonin Artaud, quienes se quedaron en su verso y palabra, que son la materialidad del ser.

                                                                                                                              Cuando apareció Vainas y otros poemas en aquella blanca colección de poesía de Simón y Lola Guberek, yo que venía de leer “Flores negras”, de Julio Flores; “Canción de la vida profunda”, del gran Barba Jacob; los surrealistas “Camellos” de Guillermo Valencia en aquel trópico lleno de burros y pavos en el que habitaba, o el azucarado “Mi tú. Mi sed. Mi víspera. Mi te-amo” de su edulcorado padre, sentí que se esclarecía para mí un camino en el que ya no solo eran las telenovelas las que explicaban la vida, sino que la poesía era susceptible de decirme con las palabras más desenfadadas las ideas y situaciones trascendentes y cotidianas.

                                                                                                                              Le sugerimos: Ana Caro de Mallén: una de las primeras mujeres que recibió dinero por escribir

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Entonces un amigo me regaló, de la Librería Tiempos Nuevos, de Lenny Portnoy, esa edición café de la biblioteca Oveja Negra llamada Tengo miedo. Muy temprano entendí (desde Vainas y otros poemas) que el amor al que cantaba María Mercedes carecía “de desmayos, / de ojos aterciopelados / y demás gestos admirables”, era justamente ese amor que yo veía en el pueblo: tosco, rutinario, entre obligaciones que había que cumplir para sobrevivir y, como leería después en Tengo miedo, un amor que se va, que no perdura como me habían dicho las películas mexicanas que había visto en el Teatro Diana y las telenovelas venezolanas, que me estaban educando en mi primera juventud. Se trataba de un amor que una vez hecho lleva a la amada (no tan amada) a pensar “entonces debo ocuparme ya / de encender las luces de la casa”. Un amor que se va y conmina al abandonado (abandonada) a “rehacer la casa / barrerlo todo / Y seguir viviendo”.

                                                                                                                              El miedo como una pasión normal. Sentir miedo como sentir odio, amor, desdén o fastidio fue otro gran descubrimiento para la joven lectora que dedujo en aquel segundo libro que sentir miedo empezaría a ser el estado normal en un país en el que había que limpiarle los muros a la patria. Esa desazón manifiesta en los pocos poemas de este libro (es muy breve su obra) la hacía convocar a Artaud o a Dylan Thomas, pero, finalmente, se reía del pavor que se cernía sobre ella y Bogotá, ciudad en la que nadie miraba a nadie de frente: “He aquí que llego a la vejez / y nadie ni nada / me ha podido decir / para qué sirvo / (…) Espíritu Santo, dama de compañía, Estatua / de la Libertad, Arcipreste de Hita. / No sirvo para nada”.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Después vendría “Hola, soledad” con un guiño a su amigo el poeta Darío Jaramillo Agudelo y al bolero de Rolando Laserie. Toda la nostalgia de la cercanía de la vejez y la permanente preocupación por el país que, en 1986, le brindaba la oportunidad de inaugurar la Casa de Poesía Silva apoyada por el mismo presidente que sorteó, de manera errática, la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19. El país se desmoronaba (¿cuándo no?) y María Mercedes Carranza intentaba detener el tiroteo con la promoción de la poesía y los poetas.

                                                                                                                              En 1989 mataron a Luis Carlos Galán, su jefe y amigo querido. Ese hecho (junto con el secuestro de su hermano por parte de la guerrilla) provocó la escritura de 18 de agosto de 1989, publicado en 1990 y dedicado a Pilar Tafur y a Daniel Samper. Para entonces yo habitaba en Pamplona, Norte de Santander, y se avecinaban las elecciones para una nueva Constitución que reemplazaría a la anacrónica de 1886. La poeta María Mercedes Carranza trazó un airado y sentido poema narrativo para nombrar-narrar el asesinato del candidato por el Nuevo Liberalismo y de paso problematizar sobre el nulo valor de la vida en Colombia. El poema es una coreografía de la muerte que aumenta la intensidad y emotividad a medida que se acerca el momento del asesinato: “Cae el cuerpo, cae la sangre, caen los sueños / (…) Todas las lenguas de la tierra maldicen al asesino”.

                                                                                                                              Puede leer: Leer en voz alta y sin tapabocas

                                                                                                                              Voté por ella para que integrara la Asamblea Nacional Constituyente con toda la esperanza y el fervor: leí con gran admiración el hecho de que su nombre estuviera avalado por el M-19. Sin embargo, en el país del horror, las esperanzas pronto se diluyeron y fue asesinado Carlos Pizarro Leongómez. María Mercedes Carranza tal vez anonadada, tal vez ofendida, tal vez consternada, publicó entre 1990 y 1997 sus dos últimos libros. Retomó el amor en ocho poemas, nunca tremendistas, pero sí desesperanzados, y pienso hoy en los versos de Maneras del desamor. Pienso en la forma en la que dialogó con esa suerte de amor del que hablaba Clarice Lispector: “Pocos quieren el amor, porque el amor es la gran desilusión de todo lo demás (…) Amor es no tener. Amor es incluso la desilusión de lo que se pensaba que era amor”.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Antes de que ella decidiera irse de la vida apareció El canto de las moscas (versión de los acontecimientos). A esa obra le dediqué dos años de mi vida para contar, a través de un análisis semiótico, la violencia oculta que desnudaron esos 24 poemas que componen el lapidario libro. La violencia de la que da cuenta el poemario es una puesta en escena del falso anonimato del verdugo: todos saben pero nadie dice quién es, porque la herida con la cual se mata desaparece al cuerpo, lo desmiembra. Las armas empleadas —machete, mona, motosierra, pica— instauran una despersonalización de la víctima y su desaparición total en el río.

                                                                                                                              La violencia es ocultada, justamente, porque no existe herida para sanar. Se trata del ritual mortuorio cuya única evidencia habría de ser el cuerpo, pero el cuerpo está disperso en el río, en la montaña, en la fosa común. Y es ahí cuando también se degrada al territorio.

                                                                                                                              Le sugerimos leer: Silva Romero reivindica a las víctimas olvidadas de Colombia en "Río Muerto"

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Así fue en Necoclí, Mapiripán, Tamborales, Dabeiba, Encimadas, Barrancabermeja, Tierralta, El Doncello, Segovia, Amaime, Vista Hermosa, Pájaro, Uribía, Confines, Caldono, Humadea, Pore, Paujil, Sotavento, Ituango, Taraira, Miraflores, Cumbal, Soacha y cientos de pueblos y caseríos sobre los que se ocultó la masacre.

                                                                                                                              Hace 75 años nació María Mercedes Carranza y hoy la violencia ya no está oculta. Es una escena que ocurre ante un coro silenciado o experto en hacer de la palabra una puta (o un puto) que se vende al mejor postor, entonces cobra vigencia su sarcástica configuración del arte de hablar paja que mostró en ese maravilloso poema titulado El silencio: es lindo el verde/ sí, el verde es lindo / claro, el verde / sí, el verde.

                                                                                                                              Para Melibea*

                                                                                                                              Un texto en el que se recuerda la obra de la poeta, nacida el 24 de mayo de 1945, quien siempre se resistió con versos y arte a la violencia que se vivía en Colombia.

                                                                                                                              Este mes se cumplen 75 años del nacimiento de María Mercedes Carranza. La mujer que creó una poesía lejana del conservadurismo y la expresión meliflua que encabezó su derechista y piedracielista padre, Eduardo Carranza. Seguramente admiró a Juan Ramón Jiménez, pero fueron Francisco de Quevedo y el chileno Nicanor Parra, además de los atormentados Cesare Pavese, Dylan Thomas y Antonin Artaud, quienes se quedaron en su verso y palabra, que son la materialidad del ser.

                                                                                                                              Cuando apareció Vainas y otros poemas en aquella blanca colección de poesía de Simón y Lola Guberek, yo que venía de leer “Flores negras”, de Julio Flores; “Canción de la vida profunda”, del gran Barba Jacob; los surrealistas “Camellos” de Guillermo Valencia en aquel trópico lleno de burros y pavos en el que habitaba, o el azucarado “Mi tú. Mi sed. Mi víspera. Mi te-amo” de su edulcorado padre, sentí que se esclarecía para mí un camino en el que ya no solo eran las telenovelas las que explicaban la vida, sino que la poesía era susceptible de decirme con las palabras más desenfadadas las ideas y situaciones trascendentes y cotidianas.

                                                                                                                              Le sugerimos: Ana Caro de Mallén: una de las primeras mujeres que recibió dinero por escribir

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Entonces un amigo me regaló, de la Librería Tiempos Nuevos, de Lenny Portnoy, esa edición café de la biblioteca Oveja Negra llamada Tengo miedo. Muy temprano entendí (desde Vainas y otros poemas) que el amor al que cantaba María Mercedes carecía “de desmayos, / de ojos aterciopelados / y demás gestos admirables”, era justamente ese amor que yo veía en el pueblo: tosco, rutinario, entre obligaciones que había que cumplir para sobrevivir y, como leería después en Tengo miedo, un amor que se va, que no perdura como me habían dicho las películas mexicanas que había visto en el Teatro Diana y las telenovelas venezolanas, que me estaban educando en mi primera juventud. Se trataba de un amor que una vez hecho lleva a la amada (no tan amada) a pensar “entonces debo ocuparme ya / de encender las luces de la casa”. Un amor que se va y conmina al abandonado (abandonada) a “rehacer la casa / barrerlo todo / Y seguir viviendo”.

                                                                                                                              El miedo como una pasión normal. Sentir miedo como sentir odio, amor, desdén o fastidio fue otro gran descubrimiento para la joven lectora que dedujo en aquel segundo libro que sentir miedo empezaría a ser el estado normal en un país en el que había que limpiarle los muros a la patria. Esa desazón manifiesta en los pocos poemas de este libro (es muy breve su obra) la hacía convocar a Artaud o a Dylan Thomas, pero, finalmente, se reía del pavor que se cernía sobre ella y Bogotá, ciudad en la que nadie miraba a nadie de frente: “He aquí que llego a la vejez / y nadie ni nada / me ha podido decir / para qué sirvo / (…) Espíritu Santo, dama de compañía, Estatua / de la Libertad, Arcipreste de Hita. / No sirvo para nada”.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Después vendría “Hola, soledad” con un guiño a su amigo el poeta Darío Jaramillo Agudelo y al bolero de Rolando Laserie. Toda la nostalgia de la cercanía de la vejez y la permanente preocupación por el país que, en 1986, le brindaba la oportunidad de inaugurar la Casa de Poesía Silva apoyada por el mismo presidente que sorteó, de manera errática, la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19. El país se desmoronaba (¿cuándo no?) y María Mercedes Carranza intentaba detener el tiroteo con la promoción de la poesía y los poetas.

                                                                                                                              En 1989 mataron a Luis Carlos Galán, su jefe y amigo querido. Ese hecho (junto con el secuestro de su hermano por parte de la guerrilla) provocó la escritura de 18 de agosto de 1989, publicado en 1990 y dedicado a Pilar Tafur y a Daniel Samper. Para entonces yo habitaba en Pamplona, Norte de Santander, y se avecinaban las elecciones para una nueva Constitución que reemplazaría a la anacrónica de 1886. La poeta María Mercedes Carranza trazó un airado y sentido poema narrativo para nombrar-narrar el asesinato del candidato por el Nuevo Liberalismo y de paso problematizar sobre el nulo valor de la vida en Colombia. El poema es una coreografía de la muerte que aumenta la intensidad y emotividad a medida que se acerca el momento del asesinato: “Cae el cuerpo, cae la sangre, caen los sueños / (…) Todas las lenguas de la tierra maldicen al asesino”.

                                                                                                                              Puede leer: Leer en voz alta y sin tapabocas

                                                                                                                              Voté por ella para que integrara la Asamblea Nacional Constituyente con toda la esperanza y el fervor: leí con gran admiración el hecho de que su nombre estuviera avalado por el M-19. Sin embargo, en el país del horror, las esperanzas pronto se diluyeron y fue asesinado Carlos Pizarro Leongómez. María Mercedes Carranza tal vez anonadada, tal vez ofendida, tal vez consternada, publicó entre 1990 y 1997 sus dos últimos libros. Retomó el amor en ocho poemas, nunca tremendistas, pero sí desesperanzados, y pienso hoy en los versos de Maneras del desamor. Pienso en la forma en la que dialogó con esa suerte de amor del que hablaba Clarice Lispector: “Pocos quieren el amor, porque el amor es la gran desilusión de todo lo demás (…) Amor es no tener. Amor es incluso la desilusión de lo que se pensaba que era amor”.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Antes de que ella decidiera irse de la vida apareció El canto de las moscas (versión de los acontecimientos). A esa obra le dediqué dos años de mi vida para contar, a través de un análisis semiótico, la violencia oculta que desnudaron esos 24 poemas que componen el lapidario libro. La violencia de la que da cuenta el poemario es una puesta en escena del falso anonimato del verdugo: todos saben pero nadie dice quién es, porque la herida con la cual se mata desaparece al cuerpo, lo desmiembra. Las armas empleadas —machete, mona, motosierra, pica— instauran una despersonalización de la víctima y su desaparición total en el río.

                                                                                                                              La violencia es ocultada, justamente, porque no existe herida para sanar. Se trata del ritual mortuorio cuya única evidencia habría de ser el cuerpo, pero el cuerpo está disperso en el río, en la montaña, en la fosa común. Y es ahí cuando también se degrada al territorio.

                                                                                                                              Le sugerimos leer: Silva Romero reivindica a las víctimas olvidadas de Colombia en "Río Muerto"

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Así fue en Necoclí, Mapiripán, Tamborales, Dabeiba, Encimadas, Barrancabermeja, Tierralta, El Doncello, Segovia, Amaime, Vista Hermosa, Pájaro, Uribía, Confines, Caldono, Humadea, Pore, Paujil, Sotavento, Ituango, Taraira, Miraflores, Cumbal, Soacha y cientos de pueblos y caseríos sobre los que se ocultó la masacre.

                                                                                                                              Hace 75 años nació María Mercedes Carranza y hoy la violencia ya no está oculta. Es una escena que ocurre ante un coro silenciado o experto en hacer de la palabra una puta (o un puto) que se vende al mejor postor, entonces cobra vigencia su sarcástica configuración del arte de hablar paja que mostró en ese maravilloso poema titulado El silencio: es lindo el verde/ sí, el verde es lindo / claro, el verde / sí, el verde.

                                                                                                                              Para Melibea*

                                                                                                                              Por Beatriz Vanegas Athías

                                                                                                                              Ver todas las noticias
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
                                                                                                                              Aceptar