¿Qué motivó su renuncia a la Cámara de Comercio de Bogotá?
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Creo que tuve un recorrido muy hermoso en la Cámara. Entré a la dirección de Artbo en 2012 y tuve la posibilidad de aportarle a la internacionalización de la feria y de la escena, a generar procesos de apertura, democratización y visibilidad de las artes plásticas. A partir de ahí tuvimos la oportunidad de hacer iniciativas de ciudad como Artbo Fin de Semana. También tuve la oportunidad de liderar todo nuestro programa expositivo, que luego pasó a llamarse Artbo Salas. Generamos procesos de formación como Artbo Tutor y, a partir de 2019, también entré a liderar el Bogotá Fashion Week, el Bogotá Music Market, el Bogotá Audiovisual Market, otras iniciativas de gastronomía, de teatro... Pude construir desde una institución al desarrollo cultural, social, empresarial de Bogotá y del país. Me siento profundamente agradecida por todo lo que he podido desarrollar, ha sido más que un trabajo, ha sido un camino, una misión y la oportunidad de servir. Siento que es tiempo de seguir aportando de otras maneras. Lo llevo pensando desde hace un buen tiempo, y ahora es el momento perfecto. Estoy muy feliz por mis nuevos caminos, por abrir nuevos espacios, seguir sirviendo y aportando a nuestra sociedad desde otras miradas, desde otros frentes.
¿Cómo tomó la decisión y cuánto tiempo le tomó?
Fue un proceso de meses, quizá más tiempo. Lo venía pensando... siento que he tenido la oportunidad de consolidar muchos proyectos, de hacer un aporte y de trabajar desde una sombrilla, como es hoy en día el programa Artbo para las Artes Plásticas. Después tuve la oportunidad de trabajar también desde un campo más amplio. Sentí que todo estaba muy organizado, en marcha, con un excelente equipo de trabajo. Creo que es el mejor tiempo para mí y quizá también para los proyectos.
Hay un término que ha utilizado tanto en su carta de renuncia como en otras ocasiones: “Transformación social”. ¿Para usted qué significa ese concepto?
Cuando nosotros hablamos del arte, de los procesos culturales, de moda, gastronomía, música, del sector audiovisual o de teatro, estamos hablando primero de procesos y encuentros colectivos con el ser, pero también de encuentros individuales. Creo que a partir de la cultura se pueden generar procesos de reflexión sobre el futuro de nuestra sociedad, sobre la memoria, la identidad y la conexión con nuestra sociedad. Creo que, a través de la cultura, hablamos de esa posibilidad de ponernos en el zapato del otro, de confrontarnos con una idea, quizá de elevar nuestras discusiones. Hablamos también de la posibilidad de disfrute, goce, encuentro, donde nos podemos parar personas disímiles. No siempre genera transformación, pero tiene esa posibilidad ineludible. La cultura y la educación son procesos que hablan del cambio del individuo y deben ponerse en el centro de la conversación.
Estuvo al frente de diferentes proyectos de la Cámara, ¿cómo comenzó su involucramiento en ellos?
La Cámara es una institución en la cual me siento profundamente orgullosa de haber trabajado: desde hace 20 años tuve la visión de que la promoción y el posicionamiento de Bogotá pasan a través de la cultura y los negocios. La cultura genera posibilidades de encuentro, reflexión, eleva y genera unos encuentros que necesita nuestra sociedad, yo diría que es casi una urgencia. En 2019, se tomó la decisión en la Cámara de que estas grandes apuestas y plataformas fueran las que promocionaran y posicionaran a nuestra capital y nuestro país, pero que se tenía que hacer a través de ciertos sectores estratégicos. Que debía existir una cierta cohesión, procesos interdisciplinarios que generaran impacto. Desde ahí, tuve la oportunidad de liderar estas apuestas culturales, creativas y procesos en los que se genera desarrollo económico, turismo, procesos sociales a través de la cultura. Así fue mi posibilidad de involucrarme a través de ellos e ir por esta misma línea de la democratización, de la internacionalización, el aporte y el valor de estos sectores.
Luego de su renuncia se especuló que entraría a la política o al Gobierno. ¿Son ciertos esos rumores? ¿Alguna vez ha considerado participar en esa esfera?
Creo que, de cierta forma, uno siente agradecimiento de ser considerada para una posición de servicio, del honor de lo público. Es algo que también ha pasado en algunos otros momentos, quizá tiene que ver con el trabajo que uno ha hecho, quizá tiene que ver con la conexión de mi familia con la política, y lo tomo con muchísimo agradecimiento. Este no es un momento donde consideraría entrar al Gobierno Nacional. Siempre buscaré espacios para servir, eso sí. Considero que mi vocación es de servicio a través de la transformación social, cultural. Quiero aportarle al desarrollo cultural y empresarial de nuestra sociedad. Tengo, por supuesto, posibilidades abiertas. Simplemente, creo que entrar a un cargo en este momento en el Gobierno Nacional no es la mejor manera de continuar ese camino de servicio.
¿Qué tipo de proyecto político llamaría su atención?
Por naturaleza, cuando nosotros hablamos de lo cultural, hablamos por definición también de un hecho político. Cuando hablamos de reflexionar de nosotros como individuos, cuando hacemos memoria, cuando honramos la tradición, cuando buscamos espacios de procesos sociales, estamos hablando de reflexiones de nuestro ser y del norte de nuestra sociedad. Creo que siempre me he sentido ligada a esto. Veo una profunda unión entre la posibilidad de transformación de una sociedad a través de la cultura, que para mí también es un proceso político.
Habló de procesos reflexivos: ¿cuáles atravesó durante sus años en la Cámara de Comercio?
Estamos hablando de casi 13 años. Ha habido muchos momentos y puntos de inflexión: hay que entender que los procesos que se trabajan en torno a un sector y a una sociedad, solo tienen poder si son sombrillas y trabajo colectivo. Si todos tenemos la posibilidad de sentirlo nuestro, algo puede tener un impacto. Cuando uno, por ejemplo, pensaba en Artbo, la reflexión era que el poder radicaba, no solamente en el mercado, sino también en las secciones, los espacios no comerciales, los artistas jóvenes sin representación comercial, los espacios para conversaciones, otros subsectores como el editorial. Creo que el poder radica en el ecosistema y hay que hablar de él. Con esa resonancia y coherencia hay que tratar de buscar un espacio donde quizás todos podamos estar involucrados.
¿Desde dónde hará el trabajo que planea seguir haciendo por la cultura?
Este es un momento de reflexión y de considerar distintas puertas que se han abierto. Creo que hay que recuperar en nuestra sociedad el valor de la reflexión. Estoy en un momento sin prisa y sin pausa, haciendo planes, decantando posibilidades y creo que a veces es mejor darse un momento para revisarlas bien.
Su trabajo en Artbo fue elogiado desde diferentes frentes, aunque también vimos algunas críticas. ¿Cómo reaccionó a los comentarios de lado y lado?
Uno agradece el aliento de que se reconozcan esos procesos del trabajo que hicimos. De cierta manera, me hace sentir que ha habido un aporte en que se institucionalicen espacios que son profundamente importantes para Bogotá y para el país. Con la misma alegría se afronta la crítica y la reflexión. Creo que es natural, está bien que haya observaciones, quizás unas más válidas que otras. Creo que es positivo y que también podría haber, en especial en los procesos culturales de nuestra sociedad, más crítica, un ojo más agudo y sin duda eso ayuda al crecimiento de las personas y de los proyectos. Creo que uno tiene que tener la misma pausa para recibir tanto los elogios como las críticas, que son una cara de la misma moneda, dicen cosas de los proyectos y quizás también pueden decir cosas sobre los procesos que atraviesan las personas mismas.
En el pasado ha hablado de cómo el arte y la cultura ayudan a desarrollar conversaciones urgentes y pendientes. ¿Qué temas cree que esas conversaciones deberían abordar?
Para mí esto es un punto esencial. Para que la cultura sea transformadora, hay que tener mucho cuidado y no instrumentalizar las discusiones o los temas que debe tratar. Cuando trabajas de la mano de ciertos pensadores, críticos, artistas, curadores, gestores, actores de mercado, de la escena, siempre hay que enaltecer y permitir la conversación. Es absolutamente esencial que se estimulen procesos culturales libres, divergentes, teniendo mucho cuidado de generar orientación desde las instituciones a la forma que deberían tomar. Yo creo que precisamente su riqueza está en que deben y pueden expresar exactamente lo que una sociedad necesita. Ahora, ¿qué tipo de procesos sí pueden ocurrir a través de las conversaciones? Yo creo que a través de los procesos culturales hay un potencial, hay una posibilidad. No siempre ocurre, pero solo el hecho de que potencialmente esté ahí vale la pena. La interacción con algún tipo de obra, con algún tipo de expresión, tiene un potencial de generar un encuentro, quizás con los zapatos de otro.