Lina Rodríguez, directora de este documental, apuesta por una perspectiva en la que propone la escucha como el factor principal de comprensión, pues estas mujeres cuentan de forma sensitiva el duelo de identidad por el que pasaron cuando tuvieron que afrontar sus nuevas versiones de forma casi que obligada, una especie de depresión posparto. Un modo de supervivencia que cada una experimentó y vio renacer en sí misma. Una versión fragmentada.
“Si es el tiempo de cambiar, cambiemos”, dice una de sus protagonistas entre nostalgias y esperanzas. Confrontar esa decisión se volvió más un reto que un deseo, un desafío con el que cada una carga a su manera y sobrelleva en su camino. Sin embargo, la directora lo representa de una forma más perceptiva y sensible, con cierto respeto a la nueva forma de lenguaje, uno que se habita desde otra perspectiva, una manera de reconocer que uno no es el conocedor, sino el creador de un espacio que puede conectar. Rodríguez presenta a las protagonistas en un expresionismo pequeño, pero detallista, con lo que trata de desmitificar la idea errónea que se tiene de lo femenino. Algo hay que aclarar, y es que a pesar de que este filme aborda una tríada de historias femeninas, no se limita a categorizarse como un documental de género.
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Las tres historias confluyen entre tantos contextos y espacios narrativos distintos, no obstante, la directora ahonda en lo contemplativo, vinculándolas a través de la percepción mediante planos detallados que buscan conectar al espectador con la esencia de las hablantes. La idea estética comienza a cambiar cuando nos vemos involucrados en una consecución de planos progresivos. Allí se refleja esa descamación de la identidad en un modo en el que aquellas mujeres comienzan a abrirse mientras encuentran complicidad entre ellas, pero, además, entre quienes las están escuchando.
“Mis dos voces” es un resultado fílmico que podría incomodar. Como una migración, nos obliga a desplazarnos por aspectos de nosotros mismos que constantemente ignoramos. Nos aleja de esa confrontación hacia la identidad que nunca se abandona, sino que se transforma. Nos encara con un duelo que, finalmente, se convierte en nacimiento.
***La película hace parte de la programación del Bogotá Internacional Film Festival: Lo invitamos a leer más sobre el festival en este texto: Entre la oscuridad del Joe y los destellos del BIFF