Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Por encima del bien y del mal está Omara Portuondo. Con su vasta experiencia sobre los escenarios, esta cubana ha eliminado las fronteras musicales y ha hecho que el jazz y el bolero sean uno solo. Ella, la voz de Lágrimas negras, 20 años y Drume negrita, es una de las invitadas a Barranquijazz y al Festival de Jazz y Música del Mundo de Medellín.
¿De dónde salió su seudónimo de ‘La novia del feeling’?
Eso fue en ocasión de comenzar a trabajar con el grupo del feeling con Fred Emilio al piano, con quien hacíamos una labor conjunta en Radio 1.010, y el locutor Manolo Ortega me bautizó como ‘La novia del feeling’, porque era la única mujer del grupo. Años después me llamaron ‘La dama del Buena Vista Social Club’.
¿El feeling sigue vigente?
Tanto está vigente el feeling que en mi disco nuevo, que se llama Gracias, hay canciones clásicas del feeling como una composición de Pablo Milanés, una de sus primeras creaciones, y pienso que este ritmo está más vivo que nunca.
¿Cómo recuerda su fugaz paso por el baile en el Tropicana?
Aparentemente fue fugaz, porque nunca pensé que iba a bailar y eso fue porque me tocó reemplazar a una gran bailarina que se enfermó y algunos meses después participé en el ballet de Alberto Alonso y con este colectivo trabajé en varias ocasiones.
¿Qué le debe a su paso por el cuarteto Las D’Aida y a la pianista Aída Diestro?
Le debo parte de mi formación. Es como la universidad para mí y por eso a ese grupo lo adoro y siempre lo voy a querer, porque Aída, la directora, es una excelente artista y en ese mismo grupo recuerdo que trabajamos Sara, mi hermana, y Elena Burke.
¿Cómo cambió su vida a raíz de la aparición del Buena Vista Social Club?
Realmente cambió mucho, porque ahora tengo muchas solicitudes de trabajo. Después de estar en el Cuarteto de Aída fui solista muchos años y participé en un sinnúmero de festivales internacionales, pero fue a partir del Buena Vista Social Club que nuestra música cubana pudo propagarse por todo el mundo y el público logró familiarizarse con nuestra identidad. Sin embargo, debo decir que desde mucho antes los músicos de ese proyecto ya trabajábamos juntos, pero no con ese mismo nombre.
¿Cómo le ha ido a su nueva producción ‘Gracias’?
Estoy celebrando mis 60 años de carrera musical y lo hago con este disco en el que grabo varios números que no son del pleno conocimiento de la gente. Aunque, por ejemplo, desde hace muchos años canto ese tema Drume negrita, de Eliseo Grenet, porque me la cantaban mis padres y yo se las canto a mi hija y a mi nieta. Va pasando de generación en generación y es una canción realmente importante para mi vida. Sin embargo, también he podido interpretar composiciones de mi hijo Ariel Jiménez, en compañía de Chucho Valdés y Cachaíto López, en su última grabación. En el disco Gracias resumo lo que ha sido mi vida.
¿Cómo fue la experiencia de cantar al lado de Chico Buarque y de Jorge Drexler en su más reciente producción musical?
Fue emocionante. A Chico Buarque lo conozco desde hace muchos años, porque él ha participado en muchos festivales en Varadero y yo también he sido invitada a Brasil varias veces, y él aceptó cantar conmigo Oh qué será, qué será, que es prácticamente un himno. Jorge Drexler, un muchacho muy talentoso, fue el encargado de hacer la canción Gracias, que le da nombre al disco y él me acompañó en el proceso de lanzamiento del álbum en Europa.
Su música ha sufrido muchos cambios, usted ha hecho cosas muy experimentales, como un bolero acompañada sólo por el bajo eléctrico de Jorge Reyes... ¿Cómo ha asumido esos cambios?
Para mí no hay tales cambios y eso está implícito dentro de lo que se denomina como música y todo el sonido de Omara Portuondo se le debe a mucha gente que está detrás. Simplemente es un trabajo de concatenación.
Usted, toda una bolerista, ahora es convocada a festivales de jazz como en los que va a participar en Colombia. ¿A qué se debe esto?
El jazz no es una cosa de ahora. Nosotros lo tenemos hace muchos años y en Cuba siempre soy invitada a esa clase de encuentros jazzísticos. Le cuento que en la actualidad Chucho Valdés es el presidente de los Festivales de Jazz y, de hecho, ese estilo musical es una expresión del pueblo. Sin embargo, no porque nos inviten mucho a los festivales de jazz dejaremos de hacer eventos de bolero y de feeling. Recuerdo que la última vez que estuve en Colombia, Carlos Vives me invitó a cantar con él La pollera colorá, una canción que conozco muy bien, porque he sido jurado de festivales en Barranquilla.
¿Hay algún lugar en el que no le pidan cantar ‘20 años’?
Esa canción me la enseñaron mis padres y es simbólicamente un himno. Escuchaba de niña los programas de radio de María Teresa Vera, la primera mujer cubana que cantó canciones de la Nueva Trova lejos de Cuba.
Ahora que conmemora 60 años de vida artística, ¿qué recapitulación hace? ¿Qué piensa al mirar hacia delante y hacia atrás?
Me encanta toda la percepción de la música mía. La de atrás, la de adelante y la de los lados también.
¿Qué proyectos tiene ahora?
Tengo giras por el exterior hasta noviembre y en diciembre debo concentrarme en algunas obligaciones en Cuba. Pero por ahora quiero decirles a los colombianos que, como dice la canción: me están haciendo falta, mucha falta, de verdad.