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Juana Béjar: la mujer sargento del Ejército Libertador | Heroínas de la historia

Con motivo del lanzamiento del libro Heroínas de la Historia: las próceres olvidadas, presentamos la segunda entrega de la serie dedicada a algunas de las mujeres que protagonizan esta publicación.

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Ángela Granados Q. y Redacción Cultura
20 de julio de 2025 - 09:11 p. m.
Mujeres en la independencia de Colombia: la historia de Juana Béjar
Mujeres en la independencia de Colombia: la historia de Juana Béjar
Foto: Ilustraciones del libro "Heroínas de la Historia: las próceres olvidadas"
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Heroínas de la Historia: las próceres olvidadas es una obra de la publicista e investigadora Ángela Granados Q., quien durante más de tres años exploró archivos, relatos orales y documentos históricos. El resultado es una recopilación de más de 100 perfiles de mujeres que participaron en la resistencia contra el dominio colonial desde diversos territorios y roles.

Continuamos con la segunda entrega de esta serie: la historia de Juana Béjar, reconocida por haber sido la primera mujer en alcanzar el rango de sargento mayor de caballería en el Ejército Libertador. Su valentía, habilidad con la lanza y participación en la Batalla del Pantano de Vargas la convirtieron en una figura clave, aunque poco recordada, de nuestra historia.

El siguiente texto hace parte de los fragmentos seleccionados del libro y se presenta acompañado por la ilustración original incluida en la obra.


Juana Béjar (1782-1819)

La historia de Juana les va a gustar. Nació el 10 de abril de 1782, bajo el primer signo del zodíaco, Aries —esa gente de carácter, terca, lanzada— en el Casanare, esa tierra indomable al pie de la cordillera Oriental de Los Andes, en la región de la Orinoquia, hoy uno de los treinta y dos departamentos de Colombia.

Bueno, bueno, parceros, amiga/e/o lector, aquí se viene lo bueno. Resulta que esta mujer fue la primera mujer en ganarse el rango de sargento mayor de la Caballería del Ejército. ¡Sí, señoritos/as/es!, leyeron bien, SARGENTO. «Juanis» se enlistó el 12 de junio de 1819, en Tame, por allá en los Llanos Orientales, y demostró ser una jinete de otro nivel, destacada por su destreza con la lanza, por lo cual será conocida como la «guerrera de la independencia».

Esta mujer no se andaba con pendejadas. Peleó hombro a hombro con sus camaradas en el Ejército Libertador. Y aunque sabemos que hubo un selecto grupo de mujeres que se integraron en las filas, solo diecisiete tuvieron el permiso oficial para ser parte integral de la tropa y cruzar la temida Cordillera de Los Andes. ¿Los nombres? Ahí les van: Inés Munévar, Rufina Cotorruma, Presentación Chincá, Andrea Lifuruco, Petronila Reboyedo, Ascención Cayle, Carmen Grass, Juana Requiniba, Dominga Re- quiniba, Jacinta Suanara, María Teresa Ticasá, Josefina Farías, María Antonia Martí- nez, Rota Alquizá, Ana Julia Tetelúa, Carmen Cucunuba y, claro, nuestra Juana Béjar.

Lo triste es que de estas diecisiete prácticamente nada se sabe, y eso, la verdad, da pie- dra. Me duele, pero también me hace admirar más a Juana, porque lograr ser parte de esas campañas era un camello brutal. Juanis la dio toda en la complicadísima Batalla del Pantano de Vargas y, aunque apenitas se ha comenzado a reconocer el papel de las mujeres en las batallas, sí estuvimos ahí, al pie del cañón, con la lanza en mano.

Dato curioso: hay un manuscrito viejísimo en la Casa de la Moneda en Bogotá donde Joaquín Herrera, hijo de Juana, reclama formalmente el salario de quinientos pesos que le fueron prometidos a su madre por ser parte de la caballería. Qué orgullo poder decir: «Mi mamá, en un tiempo donde a las mujeres no se les permitía ir más allá de la cocina, ayudó a forjar la independencia».

Juana, en la humilde opinión de esta autora, representó no solo a ella misma, sino al espíritu femenino que clamaba por la libertad. Se ganó el chévere apodo de «la Amazona» por sus habilidades. Me la imagino, así, como a la Mujer Maravilla, pero versión criolla, montada en su caballo, luchando. Y aunque la independencia sí fue una vaina larguísima y tortuosa, las mujeres de la Nueva Granada no se quedaron quietas; se pararon en las pestañas y no echaron pa’ atrás, ni pa’ coger impulso, con miedito, pero con los ovarios bien puestos para rechazar la monarquía opresora.


Acerca de la autora Ángela Granados Q.

Colombiana radicada en Nueva York. Estudió Publicidad, Arte y Diseño Gráfico, además de una Maestría en Dirección de Arte en Miami Ad School. De día trabaja como Directora Creativa de una agencia de publicidad en la gran manzana y de noche escribe e ilustra. Es una narradora innata, una apasionada del arte y una artista visual. Se caracteriza por su atención al detalle y siempre aporta un enfoque multicultural y multilingüe en todos sus proyectos creativos. Le encantan los libros y, sobre todo, la historia. Siempre quiso escribir un libro que reivindique el rol de las mujeres en nuestra historia.

Por Ángela Granados Q.

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