Narrar el cuerpo en tiempos de guerra
Protagonizado por María Viloria, el cortometraje “Memorias del cuerpo” participó en el Festival de Cine por los Derechos Humanos.
María Paula Lizarazo
Un cuerpo desnudo le da la espalda a la cámara. Es una mujer joven, de cabellos largos y desordenados. Está quieta, sentada. Al fondo se avizoran montañas y nubes. El paisaje comienza en la naturaleza de su torso. La imagen es a blanco y negro. Ella se llama Tatiana, vive en una población rural afectada por el conflicto armado.
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Un cuerpo desnudo le da la espalda a la cámara. Es una mujer joven, de cabellos largos y desordenados. Está quieta, sentada. Al fondo se avizoran montañas y nubes. El paisaje comienza en la naturaleza de su torso. La imagen es a blanco y negro. Ella se llama Tatiana, vive en una población rural afectada por el conflicto armado.
Memorias del cuerpo es el resultado del trabajo de grado de Camilo Iguarán, en el programa de Cine y Audiovisuales de la Universidad del Magdalena. En una entrevista con El Heraldo, Iguarán aseguró que a este cortometraje lo antecedió una investigación de tres años que incluyó las voces de mujeres afectadas por el conflicto armado en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Tatiana vive en una finca cafetera. Lo primero que ocurre en el cortometraje es que su madre y su hermana se despiden de ella. La madre va a ir a dejar a su hija en algún lado y volverá al día siguiente. Tatiana queda con su padre en casa. Ya en la siguiente escena está en el mismo lugar del inicio: sentada en una banca en lo alto, donde se ven las montañas que van volviéndose nubes. Allí llega Carmen, le pregunta si su hermana ya se fue y agrega: “no es justo que la trataran así, ella todavía es una niña”, “yo sé”, responde Tatiana, y luego de un par de frases se besan.
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El cortometraje no trata un tiempo lineal. Muestra escenas de una realidad que se devela fragmentada, como la vida cuando el miedo acecha. La guerra y la discriminación son las memorias con que Tatiana camina hacia el mañana. En otra escena llega a una tienda:
-Por favor me da dos bolsas de arroz y una panela.
-Son 5.500. Oiga, ¿y es que usted no piensa casarse? Porque está como quedadita de hombre.
-Qué le importa.
-Me importa porque en este pueblo no nos gustan las raras.
-No sea sapa.
Al salir camina y a su paso escucha los rumores que se dicen sobre ella. Sólo vemos su cara y escuchamos. Mírala, ahí va, es ella. La endemoniada. La perra. Pobre familia. Qué vergüenza. Eso es falta de hombre. Asquerosa. Qué pecado. Perra. Puta. Arepera. Lesbiana.
“Los hechos victimizantes contra personas que se apartan de la norma heterosexual no han sido acciones aisladas dentro del conflicto armado colombiano, sino que hacen parte de las lógicas de control y regulación de los cuerpos y la sexualidad en medio de la imposición de determinados órdenes morales a través de distintas modalidades de violencia contra estas personas y las comunidades a las que pertenecen” dicta el informe Aniquilar la diferencia (2015) del Centro Nacional de Memoria Histórica.
La imagen vuelve a la escena de Tatiana y Carmen en la banca. ¿Y si nos descubren?, se preguntan.
Como irrupciones en el corto, Tatiana aparece caminando desnuda en la montaña. También le vemos desnuda sobre una roca en un río. La desnudez es su liberación del contexto de guerra en el que habita y su despojamiento de la discriminación a la que es sumida. Está sola en instantes atemporales en donde nadie puede afectarla y en los que la sexualidad de su cuerpo se vislumbra libre. Instantes que son posibles en el cortometraje, no en su vida, no pareciera.
Un día, cuando su amor ya es conocido por el pueblo, Tatiana se asoma a la ventana de Carmen. Pero antes de que puedan decirse algo, su padre la jala por el cabello y cierra la ventana.
Memorias del cuerpo inició con una imagen de Tatiana desnuda, mirando hacia el horizonte, en medio de la naturaleza. Y cierra también con Tella; no vemos su desnudez, la asumimos mientras nos enfocan un charco del río en el que Tatiana estaba lavando ropa hasta fue acechada por tres soldados de un ejército cualquiera.
Esta historia se compuso por la escucha de numerosos testimonios. Memorias del cuerpo no es sólo la memoria de un personaje, sino la proyección de la resistencia en un territorio de conflicto. Luego de la escena de la violación nos muestran el río, la montaña, la casa de Tatiana y la fachada con el grafiti Fuera lesbiana hp. Espacios vacíos, ahora deshabitados a la par del silencio final de la narrativa del corto.