
Fue por aquellos viejos tiempos cuando empezaron a contarse sus historias, que con los años fueron leyendas, y más tarde, mitos. Se decía que su madre estaba hastiada de que las profesoras de su hijo, Nicolino, fueran a quejarse de que a la salida de la escuela, todos los días y por cualquier motivo, el muchacho se liara a golpes con sus compañeros. Que a veces era uno, que a veces eran tres. Que no importaba la cantidad. Que ya, incluso, la barriada lo esperaba y apostaba. Que había plata, o algo de plata. Y vino y cigarrillos. Y cerveza. Y...
Por Fernando Araújo Vélez
Conoce más
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación