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No hay nada (Cuentos de sábado por la tarde)

Lo que se vive en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras.

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Truman Percales, especial para El Espectador
30 de septiembre de 2023 - 08:40 p. m.
Los venezolanos están cada vez más pobres: sin agua, luz, medicinas y otros productos de primera necesidad.
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Foto: Agencia EFE
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El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, vi un letrero en el piso, en una esquina. Decía: “No hay nada”. Recogí y me fui a casa. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, hablé con una mujer muerta que ya solo respiraba. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, comprendí que las cosas se hacen como se pueden hacer no como se debe ni mucho menos como se hacían antes. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, los hambrientos confesaban en la puerta de la iglesia que cambian de nombre cada día para comer. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, un anciano de esos que solo encuentran trabajo cuidando muertos descansaba agotado a la hora del receso. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, un niño cruzó la calle lentamente empujando una carretilla repleta de cambures verdes. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, una pistola de perno cautivo penetrante de las que se usan en los mataderos para el ganado le reventó el pecho a un muchacho que alzó la voz. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, oriné mi rabia en un amasijo de hierros de chatarras anaranjadas custodiadas por un cartel de la patria que decía “material estratégico propiedad del pueblo. No tocar”. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, no sentí miedo cuando un puñal punzó mi espalda y me enseñó la salida. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, un enajenado disfrazado de autoridad arengaba a las masas acerca del valor de la miseria para salvarse del infierno. El otro día en un lugar a donde voy a ver pobres para encontrar las palabras, una lumbre calentaba el callejón que conduce al Mausoleo donde está enterrado todo.

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Por Truman Percales, especial para El Espectador

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