El Magazín Cultural

Noam Chomsky y la lucha contra el capitalismo

Casi con 90 años Chomsky acaba de abandonar el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), donde se volvió una de las voces más importantes de los Estados Unidos.

REDACCIÓN CULTURA
12 de marzo de 2018 - 05:33 p. m.
Noam Chomsky es una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX. / Archivo EFE
Noam Chomsky es una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX. / Archivo EFE

Tras unas buenas décadas (seis) en Massachusetts, Chomsky se ha trasladado a la Universidad de Arizona, cuya oficina en el Departamento de Lingüística tiene espacio para dos mesas: una de trabajo y otra para recibir a dos o tres estudiantes.   

En entrevista con El País de España, Chomsky aclaró que la luz del desierto de Sonora fue uno de los motivos por los que se mudó; la define como “seca y clara”. (Lea la entrevista de El Espectador con Noam Chomsky, “A cambiar el nuevo orden mundial”)

Nacido en Filadelfia (Estados Unidos) en 1928, Chomsky ha sido reconocido por sus grandes aportes en los estudios de la lingüística y por su invencible activismo político. En 1945 entró a estudiar matemáticas, filosofía y lingüística en la Universidad de Pensilvania. Se doctoró diez años después en la Universidad de Harvard, tras cuatro años de investigaciones, las cuales fueron recogidas en su libro Estructuras sintácticas. Ha recibido los doctorados Honoris Causa de la Universidad Rovira i Virgili (Cataluña, España), de la Universidad Nacional de Colombia, de la Universidad de Chile, de la Universidad Frontera (Chile) y de la Universidad Nacional Autónoma de México.     

Se ha enfrentado al capitalismo, se ha mostrado en total desacuerdo con la guerra y ha dedicado buena parte de sus trabajos a revelar quién está detrás de esta atroz realidad de inequidad e injusticia que atropella al mundo.  En la entrevista con El País habló sobre la riqueza en manos de privados, sobre el arrodillamiento de los medios de comunicación hacia Trump, sobre el peligro que representa el mismo, y sobre el neoliberalismo. (Lea "hoy hay amenazas mayores que en la Guerra Fría", Chomsky.)

De la concentración de riqueza en manos de privados y el neoliberalismo, dijo que la gente “lleva una vida precaria con trabajos cada vez peores” y que “ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien le llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones”, esto, ligado al neoliberalismo, no es sino la consecuencia que deben pagar los más pobres: “el neoliberalismo existe, pero solo para los pobres. El mercado libre es para ellos, no para nosotros. Esa es la historia del capitalismo. Las grandes corporaciones han emprendido la lucha de clases, son auténticos marxistas, pero con los valores invertidos. Los principios del libre mercado son estupendos para aplicárselos a los pobres, pero a los muy ricos se los protege. Pero además se le dice a la población que el Estado es el problema y se reduce su campo de acción. ¿Y qué ocurre? Su espacio es ocupado por el poder privado”.

Chomsky asegura que hasta Orwell estaría asombrado con la actualidad del mundo. “Vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque nos dicen que está compuesto por consumidores informados que adoptan decisiones racionales. Pero basta con poner la televisión y ver los anuncios: ¿buscan informar al consumidor y que tome decisiones racionales? ¿O buscan engañar? Pensemos, por ejemplo, en los anuncios de coches. ¿Ofrecen datos sobre sus características? ¿Presentan informes realizados por entidades independientes? Porque eso sí que generaría consumidores informados capaces de tomar decisiones racionales. En cambio, lo que vemos es un coche volando, pilotado por un actor famoso. Tratan de socavar al mercado. Los negocios no quieren mercados libres, quieren mercados cautivos. De otro modo, colapsarían”.

Acerca de los medios de comunicación, Chomsky está en contra de que los titulares y portadas estén dedicados a Trump (quien “ha liberado consciente y deliberadamente olas de racismo, xenofobia y sexismo que estaban latentes pero que nadie había legitimado”), volviéndolo el foco de atención mientras que la derecha va, sigilosa, “recortando los derechos de los trabajadores y abandonando la lucha contra el cambio climático”.

Por REDACCIÓN CULTURA

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