
La ausencia de vínculos reales alimenta la ansiedad diaria que pocos reconocen.
Foto: Getty Images
Comencé a interesarme por la ansiedad una madrugada, a mediados de 2022, cuando en el cuarto de al lado escuché a mi hija hiperventilando. Abrí la puerta para verla parada de frente, mirándome. Lo hacía sin enfermedad y sin deseo de manipular. Se trataba de una afección real. Tampoco pesaba sobre ella un motivo de zozobra, ni estaba amenazada o perseguida. No tardaría en descubrir que ese es un rasgo de la ansiedad: estamos ansiosos por todo en general y no por algo en particular. En esto, la ansiedad es distinta a la angustia que siempre es...
Por Roberto Palacio
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