En 1922, cuando el arqueólogo británico Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamón, quedó fascinado con el tesoro que allí reposaba casi intacto. Desde entonces, este ha sido catalogado como uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes del siglo XX e incluso hoy sigue despertando la curiosidad de los investigadores.
Recientemente, uno de ellos, el egiptólogo Nicholas Brown de la Universidad de Yale, fijó su atención en algunos de los objetos que, en un principio, habían pasado desapercibidos entre el oro y las piedras preciosas. Se trataba de unas bandejas de arcilla y unos bastones de madera que hacían parte de los objetos con los que había sido enterrado el joven faraón.
Según el investigador, estos podrían ser indicios de un antiguo ritual que, de confirmarse su hipótesis, habría empezado con Tutankamón: el Despertar de Osiris. Tal como su nombre lo indica, esta antigua ceremonia está relacionada con la muerte y resurrección de Osiris, la deidad egipcia del inframundo.
El Despertar de Osiris
Para los egipcios, la muerte de un faraón no era el fin de su existencia, por lo que diseñaron varios rituales destinados a guiarlo en su camino por el inframundo. Los objetos encontrados en la tumba de Tutankamón, por lo tanto, debían cumplir un rol en esa ceremonia que quería reanimar el cuerpo momificado del gobernante en el más allá.
Brown afirmó en su estudio, publicado en The Journal of Egyptian Archaeology, que las bandejas hechas con barro del Nilo eran utilizadas como parte de las libaciones rituales con agua de ese mismo río. Esto bajo la idea de que esta tenía el poder de despertar a los muertos.
Por otro lado, los bastones de madera encontrados en una esquina de la tumba podrían estar relacionados con un antiguo texto egipcio titulado “Libros del Inframundo y el Cielo”. El investigador sostiene que estos también eran parte del ritual que buscaba guiar al difunto en su “despertar”. Aunque, Brown también reconoce otra hipótesis sobre el uso de estos bastones que tendría que ver con otro ritual llamado “el hechizo de las cuatro antorchas”.
La teoría proviene del egiptólogo Jacobus van Dijk, quien afirmó que esta es una práctica descrita en el Libro de los Muertos. Allí, se detalla un ritual en el que cuatro guardianes portan antorchas, rodean el sarcófago para guiar al faraón en su camino hacia la Sala del Juicio Final donde se encontrará con Osiris. Entonces, las antorchas se apagaban en bandejas de arcilla llenas de leche de vaca blanca, que era un símbolo de la diosa Hathor, una de las principales deidades del antiguo Egipto.
De confirmarse la primera hipótesis, Tutankamón quedaría como el precursor del Despertar de Osiris, pues anteriormente solo se tenía registro de esta práctica en la dinastía XIX, mientras que él pertenecía a la XVIII. Esto demuestra que incluso un siglo después de su descubrimiento, la tumba de Tutankamón sigue abriendo preguntas y despertando la curiosidad de los investigadores que aún no han terminado de descifrar todo lo que allí se encuentra.