Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Recomendado

                                      Contenido exclusivo

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      Cursos y programas

                                                                                                        Más

                                                                                                        Cromos

                                                                                                          Vea

                                                                                                            Blogs

                                                                                                              Especiales

                                                                                                                Descarga la App

                                                                                                                  Edición Impresa

                                                                                                                    Suscripción

                                                                                                                      Eventos

                                                                                                                        Pauta con nosotros

                                                                                                                          Avisos judiciales

                                                                                                                            Preguntas Frecuentes

                                                                                                                              Contenido Patrocinado
                                                                                                                              29 de julio de 2020 - 05:51 p. m.

                                                                                                                              Ovidio y el autoritarismo del amor

                                                                                                                              Hubo un tiempo en que leer a Ovidio era asunto escabroso, oscuro placer de gramáticos y humanistas. Ni podía ser de otra manera, toda vez que para el propio autor significó la ruina el atreverse a los temas licenciosos.

                                                                                                                              David Noria

                                                                                                                              "El arte de amar" fue escrito por el poeta romano Ovidio Nasón. Aquí la portada del libro traducido al alemán.
                                                                                                                              Foto: Archivo Particular

                                                                                                                              El “preceptor del amor” fue exiliado de Roma por el emperador Augusto el año 8 de nuestra era y condenado a vagar en la actual Rumania entre gente que, al no hablar latín (véase la crueldad), no podía entender al poeta. Aquel catálogo exhaustivo de la lujuria y la disolución que conforman sus exquisitos libros El arte de amar, Amores y Remedios de amor, además de cierto socarrón escepticismo político, no podían lisonjear a un régimen moralista que impuso la paz –la inmovilidad– a punta de espada, decretos y censos. No es de extrañar: también fray Luis de León, buen lector de Ovidio, conoció en tiempos de la Inquisición la deshonra y la cárcel por haber traducido el Cantar de los cantares, entonces lectura escondida en la Vulgata de San Jerónimo. Todavía en la señorial Bogotá, en tiempos de la “Regeneración” (1886-1898), José Asunción Silva, algo más rudo que Ovidio y Salomón, propiciaba su ostracismo entre la buena sociedad por cantar cosas como que:

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              en un solo espasmo sexual,

                                                                                                                              Juan Lanas, el mozo de esquina,

                                                                                                                              es absolutamente igual

                                                                                                                              al Emperador de la China:

                                                                                                                              los dos son el mismo animal.

                                                                                                                              (Egalité)

                                                                                                                              Le sugerimos leer Marcelo Bielsa: Sólo para locos

                                                                                                                              Que la cultura hispánica ha propendido a la censura literaria por un carácter rígido (cuya compensación sería el mito de Don Juan) no ha de ser sorpresa, sobre todo al constatar el señorío de la influencia horaciana sobre la ovidiana, exceptuando, claro, la muy explotada veta de las Metamorfosis. Con todo, los ecos del “cantor de los amores” se dejan oír y cual especie picante sazonan gran porción de nuestras letras. Ya se sabe que cuando algo es prohibido, corre con más ímpetu. Tal fue el caso de esa enciclopedia, vocabulario y retórica del erotismo llamada La Celestina, que hizo las delicias de cuantos bachilleres y letrados había en Castilla cuando apenas se aclimataba la imprenta, o del éxito en nuestras repúblicas de los desempachos de Vargas Vila (Álvaro Obregón en México le pidió a Vasconcelos hacerlo lectura obligatoria), obras todas que han tenido, a partes iguales, miradas de delectación, culpa y suspicacia. Pero decorosísima y excelsa se erguirá siempre la María de Jorge Isaacs, seguida ya muy por detrás por otras obras con nombre de mujer que hicieron época, Amalia, Cecilia y Gabriela, idilios sutiles de la mente acalorada de los novelistas. En Memorias de mis putas tristes, el personaje de García Márquez es un viejo profesor de latín y lector de Ovidio, ridículamente enamorado de una núbil y primeriza meretriz (senex adulescens).

                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Por otra parte, el tema amoroso no ha dejado de ocupar a nuestros ensayistas, si bien se han andado con tiento. Una franca galantería recorre muchas páginas de Julio Torri y de Alfonso Reyes, aunque habrá que esperar a Octavio Paz quien, con más penetración, congregó en La llama doble al psicoanálisis, la antropología y la historia de la cultura para ofrecer, a los ojos atentos, nada menos que una política y una ética desde la inteligencia apasionada. En la poesía y no en la crítica es donde más a sus anchas América Latina ha hablado del amor, como indicando todavía, sencillamente, juventud. Entre innúmeros vates, Neruda fue, a veces, un gran cantor del amor (“Mi cuerpo de labriego salvaje te socava”).

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Pero en consonancia con nuestro tiempo, ya abiertamente desprejuiciado y libre, hacía falta tener a este precursor de la literatura lúbrica, el laureado de mirto Ovidio Nasón, no expurgado por los resquemores que todavía en el siglo XIX hacían vacilar a los mejores y más sabios traductores, Ipandro Acaico y Miguel Antonio Caro, que sin embargo rompieron lanzas por el sulmonés, esquivando como podían los sobresaltos paganos. En este sentido, el latinista José Quiñones, acaso el mayor intérprete de Ovidio entre nosotros, ha hecho bien al exponer a los vientos de la publicidad –desoyendo nada menos que a Menéndez Pelayo– su estudio y versión de los tres libros de los Amores, por primera vez traducidos íntegramente en Hispanoamérica. Y es que, trocando un poco la frase del adusto don Marcelino: el libro es feo, inmundo, pero recomendable. Aquí pues aparecen los tópicos inmortales: la seducción, la infidelidad, la resignación (“que me ame, o finja que me ame, o al menos que se deje amar”), la vanidad femenina (“desiste de pintar tus cabellos, bárbara”), la inconstancia masculina, los celos y la descripción del lance amoroso. ¡Qué bien leyó todo esto Fourier, que en su utopía propiciaba una sana relajación de las costumbres entre los inquilinos del falansterio!

                                                                                                                              Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos: Paladines de la ley

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Los antiguos nunca pusieron en duda que el amor es una maldición divina, y aún los modernos discretos lo han presentido. En la literatura grecolatina, el tiránico dios alado arroja con su arco desgracias disfrazadas de gozo, esparcidas como peste del individuo enfermo o herido a la comunidad que se desquicia, y aún al ámbito inmortal, donde los demás dioses se transforman ellos mismos en sus ridículos súbditos, propiciando un mundo al revés: por este poder, advierte Ovidio, Minerva quedará sin su armadura, Ceres gobernará los campos en vez de retozar en ellos, Apolo preferirá la espada a la cítara y Marte, la lira a las armas. Sería ocioso mencionar la causa de la caída de Troya o los desenlaces de la infiel Clitemnestra, la dolida Electra y la despechada Medea, por evocar ex negativo el fin de innúmeros soldados, capitanes, amantes, esposos e hijos, cómplices ellos mismos o juguetes de su aciago destino. Ya Aristófanes había llevado más lejos esta lógica al mostrar a los ciudadanos atenienses el papel protagónico de Eros en el teatro de su democracia, por la inevitable confusión entre la cama y la plaza pública. Ni reyes, ni consejeros, ni partidos gobernarán como lo hace la libido. Los fueros del Amor como verdadero soberano –esto es, el autoritarismo del amor– fueron enunciados con claridad por Ovidio, quien al comparar al dios tirano con el que detenta el cetro, le dijo: “Observa los triunfos felices de César, tu pariente”.

                                                                                                                              Cautivos jóvenes conducirás y cautivas muchachas:

                                                                                                                              un magnífico triunfo tendrás con tal cortejo…

                                                                                                                              Todo habrá de temerte: hacia ti el populacho extendiendo

                                                                                                                              sus brazos cantará con estruendo: “¡viva, triunfo!”

                                                                                                                              Caricias, Delirio y Locura te harán compañía,

                                                                                                                              séquito que ha sido tu asiduo partidario.

                                                                                                                              con tales soldados, tú vences a hombres y a dioses…

                                                                                                                              (Amores, I, 2. Tr. Quiñones)

                                                                                                                              "El arte de amar" fue escrito por el poeta romano Ovidio Nasón. Aquí la portada del libro traducido al alemán.
                                                                                                                              Foto: Archivo Particular

                                                                                                                              El “preceptor del amor” fue exiliado de Roma por el emperador Augusto el año 8 de nuestra era y condenado a vagar en la actual Rumania entre gente que, al no hablar latín (véase la crueldad), no podía entender al poeta. Aquel catálogo exhaustivo de la lujuria y la disolución que conforman sus exquisitos libros El arte de amar, Amores y Remedios de amor, además de cierto socarrón escepticismo político, no podían lisonjear a un régimen moralista que impuso la paz –la inmovilidad– a punta de espada, decretos y censos. No es de extrañar: también fray Luis de León, buen lector de Ovidio, conoció en tiempos de la Inquisición la deshonra y la cárcel por haber traducido el Cantar de los cantares, entonces lectura escondida en la Vulgata de San Jerónimo. Todavía en la señorial Bogotá, en tiempos de la “Regeneración” (1886-1898), José Asunción Silva, algo más rudo que Ovidio y Salomón, propiciaba su ostracismo entre la buena sociedad por cantar cosas como que:

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              en un solo espasmo sexual,

                                                                                                                              Juan Lanas, el mozo de esquina,

                                                                                                                              es absolutamente igual

                                                                                                                              al Emperador de la China:

                                                                                                                              los dos son el mismo animal.

                                                                                                                              (Egalité)

                                                                                                                              Le sugerimos leer Marcelo Bielsa: Sólo para locos

                                                                                                                              Que la cultura hispánica ha propendido a la censura literaria por un carácter rígido (cuya compensación sería el mito de Don Juan) no ha de ser sorpresa, sobre todo al constatar el señorío de la influencia horaciana sobre la ovidiana, exceptuando, claro, la muy explotada veta de las Metamorfosis. Con todo, los ecos del “cantor de los amores” se dejan oír y cual especie picante sazonan gran porción de nuestras letras. Ya se sabe que cuando algo es prohibido, corre con más ímpetu. Tal fue el caso de esa enciclopedia, vocabulario y retórica del erotismo llamada La Celestina, que hizo las delicias de cuantos bachilleres y letrados había en Castilla cuando apenas se aclimataba la imprenta, o del éxito en nuestras repúblicas de los desempachos de Vargas Vila (Álvaro Obregón en México le pidió a Vasconcelos hacerlo lectura obligatoria), obras todas que han tenido, a partes iguales, miradas de delectación, culpa y suspicacia. Pero decorosísima y excelsa se erguirá siempre la María de Jorge Isaacs, seguida ya muy por detrás por otras obras con nombre de mujer que hicieron época, Amalia, Cecilia y Gabriela, idilios sutiles de la mente acalorada de los novelistas. En Memorias de mis putas tristes, el personaje de García Márquez es un viejo profesor de latín y lector de Ovidio, ridículamente enamorado de una núbil y primeriza meretriz (senex adulescens).

                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Por otra parte, el tema amoroso no ha dejado de ocupar a nuestros ensayistas, si bien se han andado con tiento. Una franca galantería recorre muchas páginas de Julio Torri y de Alfonso Reyes, aunque habrá que esperar a Octavio Paz quien, con más penetración, congregó en La llama doble al psicoanálisis, la antropología y la historia de la cultura para ofrecer, a los ojos atentos, nada menos que una política y una ética desde la inteligencia apasionada. En la poesía y no en la crítica es donde más a sus anchas América Latina ha hablado del amor, como indicando todavía, sencillamente, juventud. Entre innúmeros vates, Neruda fue, a veces, un gran cantor del amor (“Mi cuerpo de labriego salvaje te socava”).

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Pero en consonancia con nuestro tiempo, ya abiertamente desprejuiciado y libre, hacía falta tener a este precursor de la literatura lúbrica, el laureado de mirto Ovidio Nasón, no expurgado por los resquemores que todavía en el siglo XIX hacían vacilar a los mejores y más sabios traductores, Ipandro Acaico y Miguel Antonio Caro, que sin embargo rompieron lanzas por el sulmonés, esquivando como podían los sobresaltos paganos. En este sentido, el latinista José Quiñones, acaso el mayor intérprete de Ovidio entre nosotros, ha hecho bien al exponer a los vientos de la publicidad –desoyendo nada menos que a Menéndez Pelayo– su estudio y versión de los tres libros de los Amores, por primera vez traducidos íntegramente en Hispanoamérica. Y es que, trocando un poco la frase del adusto don Marcelino: el libro es feo, inmundo, pero recomendable. Aquí pues aparecen los tópicos inmortales: la seducción, la infidelidad, la resignación (“que me ame, o finja que me ame, o al menos que se deje amar”), la vanidad femenina (“desiste de pintar tus cabellos, bárbara”), la inconstancia masculina, los celos y la descripción del lance amoroso. ¡Qué bien leyó todo esto Fourier, que en su utopía propiciaba una sana relajación de las costumbres entre los inquilinos del falansterio!

                                                                                                                              Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos: Paladines de la ley

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Los antiguos nunca pusieron en duda que el amor es una maldición divina, y aún los modernos discretos lo han presentido. En la literatura grecolatina, el tiránico dios alado arroja con su arco desgracias disfrazadas de gozo, esparcidas como peste del individuo enfermo o herido a la comunidad que se desquicia, y aún al ámbito inmortal, donde los demás dioses se transforman ellos mismos en sus ridículos súbditos, propiciando un mundo al revés: por este poder, advierte Ovidio, Minerva quedará sin su armadura, Ceres gobernará los campos en vez de retozar en ellos, Apolo preferirá la espada a la cítara y Marte, la lira a las armas. Sería ocioso mencionar la causa de la caída de Troya o los desenlaces de la infiel Clitemnestra, la dolida Electra y la despechada Medea, por evocar ex negativo el fin de innúmeros soldados, capitanes, amantes, esposos e hijos, cómplices ellos mismos o juguetes de su aciago destino. Ya Aristófanes había llevado más lejos esta lógica al mostrar a los ciudadanos atenienses el papel protagónico de Eros en el teatro de su democracia, por la inevitable confusión entre la cama y la plaza pública. Ni reyes, ni consejeros, ni partidos gobernarán como lo hace la libido. Los fueros del Amor como verdadero soberano –esto es, el autoritarismo del amor– fueron enunciados con claridad por Ovidio, quien al comparar al dios tirano con el que detenta el cetro, le dijo: “Observa los triunfos felices de César, tu pariente”.

                                                                                                                              Cautivos jóvenes conducirás y cautivas muchachas:

                                                                                                                              un magnífico triunfo tendrás con tal cortejo…

                                                                                                                              Todo habrá de temerte: hacia ti el populacho extendiendo

                                                                                                                              sus brazos cantará con estruendo: “¡viva, triunfo!”

                                                                                                                              Caricias, Delirio y Locura te harán compañía,

                                                                                                                              séquito que ha sido tu asiduo partidario.

                                                                                                                              con tales soldados, tú vences a hombres y a dioses…

                                                                                                                              (Amores, I, 2. Tr. Quiñones)

                                                                                                                              Por David Noria

                                                                                                                              Ver todas las noticias
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
                                                                                                                              Aceptar