Palabras animales

Últimamente me he vuelto una nostálgica de la infancia. Es allí donde encuentro escenas mínimas en que la vida trascendía.

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Juliana Muñoz (julianadelaurel@gmail.com)
03 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.
"Diccionario", de Darío Jaramillo ilustrado por Power Paola y editado por el sello Cataplum. / Cortesía
"Diccionario", de Darío Jaramillo ilustrado por Power Paola y editado por el sello Cataplum. / Cortesía
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Había giros y el objeto visto por primera vez, despojado de nombres y de usos, era el objeto más maravilloso. Por eso me gusta regresar a ese refugio, no solo desde la memoria, sino desde la literatura, la forma de explorar las palabras y sus sentidos, o de volver a mirar como si el mundo no estuviera tan gastado.

“Si las palabras sirven para inventar versiones del mundo, el mundo debe servir para inventar versiones de las palabras (…) Si no hemos acabado de descubrir la realidad, ¿por qué pensar que el lenguaje está completo?”, escribe Darío Jaramillo Agudelo en su libro Diccionadario. Lo ilustra Power Paola (Virus tropical) con su gusto por el color y los trazos fuertes, que parecen moverse en el papel, y lo edita Cataplum Libros, joven editorial surgida en Colombia especializada en literatura infantil y juvenil. La primera palabra es “Taburrete: asiento para asnos”, un significado que no solo causa gracia sino que indaga en el recuerdo. Mi mamá les decía taburetes o burros a los asientos de tres patas. Compró uno más pequeño para mí y esa fue una de las primeras formas de sentirme parte del mundo de los adultos. Están también “Fododrilo: saurio muy gordo” y “Largatija: reptil con la cola muy larga”, que podrían venir de una primera versión de la palabra “correcta” de un niño, pero no señalándola como errónea, sino aprovechándola para crear un juego y un sentido.

Si hay palabras y animales que se distorsionan para crear, también hay quienes le apuestan al relato basado en una biología correcta, para que los niños y sus adultos miren más de cerca y noten los colores de cierto pájaro, entiendan el porqué del pico de una cigüeñuela o valoren la biodiversidad colombiana como una de las más ricas del mundo. Es el caso de Picos y patas, inspirado en la obra del escritor ruso Vitali Bianki, adaptado por Irina Luna e ilustrado por Patricia Luna; una creación de la editorial colombiana Poklonka, que también se lanzó recientemente y se especializa en el intercambio cultural entre países mediante la traducción..

Aquí los animales concursan por el mejor pico, buscan el nido ideal para pasar la noche e intercambian puntos de vista para tener un panorama más amplio de su mundo, como el caso de la alondra que bajó al lado de la serpiente a ver por primera vez las patas de las aves. Este libro me recordó a los fabulosos Cuentos de la selva, de Horacio Quiroga, y es uno de los pocos dirigido al público infantil que le rinde un homenaje a la fauna con un lenguaje claro e historias bien construidas: “Todos (los escarabajos) estaban allí, pero no se veía ninguno”, o la naturaleza que sorprende sin saber nada de milagros. La naturaleza que, de regreso a la infancia, era uno de mis mayores refugios… aunque fuera solo un pequeño jardín.

Por Juliana Muñoz (julianadelaurel@gmail.com)

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