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“Palabras para un fin del mundo”, documental que cuestiona la versión oficial de la muerte de Miguel de Unamuno

La historia oficial cuenta que el escritor y filósofo español murió repentinamente en su casa el 31 de diciembre de 1936. El documental de Manuel Menchón cuestiona dicho relato, así como devela manipulaciones que siembran la duda sobre un posible asesinato.

23 de octubre de 2020 - 03:35 p. m.
Miguel de Unamuno, escritor y filósofo español, fue una de las piedras fundacionales de la Segunda República española. Su muerte ocurrió cinco meses después del estallido de la Guerra Civil Española. Solo diez días antes de su fallecimiento, Unamuno escribió: “Me retienen como rehén, no sé de qué ni para qué, pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí en mi casa”.
Miguel de Unamuno, escritor y filósofo español, fue una de las piedras fundacionales de la Segunda República española. Su muerte ocurrió cinco meses después del estallido de la Guerra Civil Española. Solo diez días antes de su fallecimiento, Unamuno escribió: “Me retienen como rehén, no sé de qué ni para qué, pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí en mi casa”.
Foto: Archivo particular

La película, que se presentará el próximo domingo en la Semana Internacional del Cine de Valladolid (Seminci), es el resultado de años de investigación y ha contado con la colaboración de los herederos de Unamuno, así como de decenas de expertos, entre ellos sus biógrafos Colette y Jean-Claude Rabaté. “Hay dudas, pero no podemos probar nada”, afirmó este último. Según el hispanista francés, el mayor descubrimiento de Menchón ha sido el perfil “sanguinario” de Bartolomé Aragón, un falangista, supuesto ex-alumno y amigo de Unamuno, que fue a visitarlo aquella tarde. Fue el único presente en la habitación en el momento de su muerte. “Es falso que fueran amigos, es falso que fuera un colega”, subrayó el catedrático de la Sorbona. “Era un falangista que luchó en Huelva; un sanguinario, un hombre brutal, violento, que participó en las matanzas de Río Tinto” y “que organizaba quemas de libros”.

El relato conocido hasta ahora era el del historiador José María Ramos Loscertales, basado en el testimonio de Aragón, en el que se incluían las supuestas últimas palabras del escritor: “¡Dios no puede volverle la espalda a España! ¡España se salvará porque tiene que salvarse!”. El testimonio de Aragón, según el documental, fue recogido esa misma noche y publicado en un libro solo 16 días después, una celeridad que según Rabaté “atestigua el propósito de Ramos Loscertales de salir al paso de los rumores insistentes sobre el envenenamiento de Unamuno que circulaban por la ciudad”.

Basándose “en datos y declaraciones contrastadas y en documentos oficiales”, Menchón reconstruye lo sucedido desde las horas previas de la visita de Bartolomé hasta el entierro precipitado de Unamuno en la mañana siguiente, sin esperar las 24 horas que debían transcurrir como mínimo, según la legalidad vigente. La disparidad más llamativa es el registro de la hora del fallecimiento. Aunque los familiares y testigos aseguraron que se produjo entre las 6:00 p.m. y las 6:30 p.m., el certificado de sepultura, expedido esa misma tarde en la parroquia, adelanta la hora a las 5:00 p.m. Este documento teóricamente no se podía obtener sin el acta de defunción, registro que se redactó al día siguiente en el juzgado a primera hora y que fijaba la hora de la muerte a las 4:00 p.m. Es decir, cuando Aragón aun no había llegado a la casa.

Aragón no asistió como testigo a la firma del acta. El testigo que aparece en el documento “es un desconocido para la familia”. Menchón también pone bajo la lupa el hecho de que no se realizara una autopsia. Una hemorragia bulbar, la causa certificada de su muerte, es un tipo de hemorragia intracraneal que ya en aquella época, cuando estas producían una muerte súbita, se consideraba “muerte sospechosa de criminalidad”, lo que obligaba a hacer una autopsia judicial, pues es posible provocarla “con escasa o ninguna señal externa”.

Todo el documental es una recreación a partir de fuentes históricas con actores que ponen voz a los protagonistas: José Sacristán (Unamuno), Antonio de la Torre, Marian Álvarez, Víctor Clavijo y Andrés Gertrudix. El único testimonio a cámara es el de Miguel de Unamuno Adarraga, nieto del autor de La tía Tula o Niebla, que cuenta cómo los falangistas se presentaron en la casa al día siguiente de la muerte de su abuelo, sin previo aviso, y se llevaron el cuerpo para enterrarlo. “Se apoderaron de él hasta el final, no solo del cuerpo, sino con el uso propagandístico, intentando presentarlo como un fascista”, dice.

El documental revisa la vida de Unamuno desde que regresó del exilio en 1930 y se convirtió en una de las piedras fundacionales de la Segunda República española, hasta su muerte seis años después y cinco meses más adelante del comienzo de la Guerra Civil Española. La pieza audiovisual le da una nueva dimensión al famoso episodio del enfrentamiento con el general Millán Astray, en el acto oficial del 12 de octubre de 1936 en la universidad salmantina, gracias al testimonio de Ignacio Serrano, inédito hasta hace menos de un año, cuando sus biógrafos lo incorporaron en una revisión actualizada del libro El resentimiento trágico de la vida.

Serrano era catedrático de Derecho Civil, presenció aquel desencuentro y lo transcribió en el momento en que se produjo. “Vencer no es convencer, conquistar no es convertir, y eso que algunos llaman sin ningún fundamento la Anti-España es tan España como la otra”, atribuye a Unamuno. Y la respuesta del general: “Muera la intelectualidad traidora, viva la muerte, viva Franco, viva España”. Según las notas de Serrano, lo que más irritó a Millán Astray fue la mención que hizo Unamuno de José Rizal, escritor y héroe de la independencia de Filipinas, fusilado por los españoles, y que el escritor consideró “tan español como nosotros”. Aunque mucho se ha debatido en los últimos años sobre la literalidad de las palabras pronunciadas aquel 12 de octubre, lo que el documental pone negro sobre blanco son las graves consecuencias que estas tuvieron para Unamuno.

Hay dos cartas significativas, una enviada por Francisco Bravo, jefe de Falange de Salamanca, al hijo de Unamuno, reprochándole su discurso: “sería doloroso que a tu padre, cuya contribución al Movimiento Nacional ha sido tan magnífica, pudiera sucederle algún incidente desagradable”. En una carta posterior, fechada sólo diez días antes de su muerte, es el propio Unamuno el que dice estar “encarcelado disfrazadamente” y añade: “Me retienen como rehén, no sé de qué ni para qué, pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí en mi casa”.

Para Rabaté el documental de Menchón aporta otras novedades desde el punto de vista histórico. Por ejemplo, las duras críticas que Unamuno hizo de Hitler (“deficiente mental y espiritual”) y de Mussolini (“caudillo peliculero”) y que pudieron costarle el Premio Nobel, según un informe del gobierno alemán al que Menchón tuvo acceso. En 1935 el Nobel de Literatura quedó desierto, algo que solo había ocurrido en una ocasión con anterioridad, por el estallido de la Primera Guerra Mundial. También subraya el talante “pacifista” de Unamuno y las tergiversaciones que sufrieron sus palabras, incluso en la prensa extranjera, ya que en todas las entrevistas que concedía había un censor presente, el oficial Gonzalo de Aguilera.

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Francisco(82596)25 de octubre de 2020 - 09:53 p. m.
Hola, amigos. Cualquier cosa es posible en torno a estas grandes figuras, como Unamuno, de las que la miseria de políticos y escritorzuelos han querido sacar siempre provecho. Unamuno reaccionó a comienzo del levantamiento de Franco a su favor, horrorizado por el clima de violencia, pero luego, en seguida, se dio cuenta de que la solución franquista era peor que aquel clima de rebelión.
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