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“Nos interesa colaborar en la práctica de música de compositoras”: Paola Ávila

La Orquesta Filarmónica de Mujeres, dirigida por de Paola Ávila, se presentó en el Ibagué Festival. Su interés es ser reconocidas por su talento.

Andrea Jaramillo Caro
18 de septiembre de 2023 - 12:00 p. m.
“Nos interesa  colaborar en la práctica de música de compositoras”: Paola Ávila

¿Cuál es el panorama de la dirección orquestal en Colombia?

La carrera de la dirección es compleja, porque nuestro instrumento es la orquesta y es muy difícil darle ese instrumento a cada aspirante a ser director. En cambio, un violinista siempre tiene su violín para estudiar las horas o el tiempo que necesite, igual un flautista, pero con nosotros es muy distinto, pues nosotros estudiamos casi que con el imaginario de lo que va a sonar, porque no tenemos acceso a una orquesta todo el tiempo. Esa es la primera limitante en cuanto a la formación, para cambiar el panorama de la dirección de orquesta en Colombia se hace primero abriéndole las puertas a los aspirantes a dirección a los directores, a tener la oportunidad de practicar con su instrumento; es decir, con las orquestas. Lo cual en este momento es bien difícil; evidentemente las orquestas son limitadas, el número de orquestas nunca es suficiente para la cantidad de directores que hay. Es una carrera muy larga y un proceso muy largo, pero es tener esa paciencia de que la práctica frente a la orquesta es la que realmente da la formación y que tenemos que ponernos un poco las pilas.

Uno de sus objetivos con la orquesta es salir de Bogotá, cosa que hicieron en el Ibagué Festival, ¿qué otros objetivos tienen?

El primero y más importante siempre va a ser nuestro trabajo y nuestra calidad artística. Siempre se corre un riesgo cuando hay una agrupación o una iniciativa con enfoque de género o con algún tipo de enfoque social, que eso sea lo prioritario por encima de la calidad musical. Nuestro objetivo principal siempre va a ser tener un reconocimiento no solo por ser una orquesta de mujeres, sino también por ser una orquesta que puede llegar a tocar muy bien, independientemente de su enfoque de género. En segundo lugar, seguir colaborando en la práctica de música de compositoras. No nos gusta que toda esa responsabilidad caiga en nosotras por ser la Orquesta Filarmónica de Mujeres; es una responsabilidad que realmente debería caer en todas las orquestas profesionales y no profesionales, porque infortunadamente las compositoras, las vivas y las muertas, no se escuchan. Cuando hacer la programación musical que interpretamos está en mis manos, quiero incluir a compositoras. Y tercero, que está muy conectado con la razón por la cual necesitamos salir de Bogotá, es justamente llegar a las nuevas generaciones, pero sobre todo a todas esas niñas que están en procesos de formación musical municipales como de bandas y de programas, hay muchísimas. Colombia es muy rica en ese sentido, aunque no lo creamos, pero muchas veces la tasa de deserción más alta en esos procesos es la de mujeres.

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¿Qué criterios tiene en cuenta para crear una programación para tocar con la orquesta?

Siempre depende mucho del lugar, el público y el escenario. Es para nosotras muy distinto, por ejemplo, tocar en una iglesia, a tocar en un auditorio, por acústica, por recepción de sonido, por muchas cosas técnicas. Segundo, el público. Es muy diferente programar para un público de niños, por ejemplo, o para un público en un horario familiar, a un público en un horario nocturno o más adulto. Debajo de todo esto está el proceso de formación que va llevando la orquesta. La orquesta tiene un proceso también de conocernos nosotras, de conocer el sonido, de mezclar entre nosotras, de amalgamar, es un tema de niveles de dificultad de ciertas obras y, por último, quizá lo más difícil es programar teniendo en cuenta el contexto colombiano. Hay mucha música sinfónica latinoamericana, específicamente colombiana, que desafortunadamente no se escucha tanto como se debería escuchar. A veces intentamos incluir a estos compositores latinoamericanos y colombianos.

¿Cuáles son los desafíos para empezar a dirigir una orquesta?

Aparte de la formación musical, hay que tener un conocimiento previo de la partitura que voy a dirigir, del contexto de la partitura, de mis movimientos, del tema físico también, pero lo que es más difícil al empezar es que estoy dirigiendo a personas, a 100 personas, hay una relación personal, y eso casi nunca se entrena porque en una universidad en un programa de música no te van a enseñar cómo tratar a las personas. La primera vez que dirigí una orquesta quizá tenía 19 años, entonces pararme a dirigir una orquesta frente a personas que tienen 30 años más que yo y llevan haciendo 30 años más este oficio que yo es ese interrogante de ¿qué puedo ofrecerles?, y tener también mucha paciencia con ese proceso sobre todo cuando uno está iniciando. Uno aquí es un líder y liderar no es fácil, también hay que enseñarlo.

¿Usted qué respuesta encontró a esa pregunta de qué le podía ofrecer a estas personas?

La respuesta es que el simple hecho de que todos somos seres humanos distintos, el simple hecho de que yo sea un ser humano distinto a ellos ya es algo valioso, que yo tenga un punto de vista distinto. Mi punto de vista así sea un punto de vista principiante y así sea un punto de vista con errores y falta de experiencia, ya es un punto de vista distinto al de otras personas y eso en primera base hace que tenga valor. También me reconcilié con el tema de que es una carrera que va a durar muchos años y mucho tiempo. Cuando he tenido la fortuna de trabajar o de recibir clases de grandes directores, ellos siempre dicen que se empezaron a sentir como directores de orquesta de verdad desde los 60 años, entonces es reconciliarme con la idea de que es un camino largo y reconciliarme con la idea de que me voy a equivocar y de que a las orquestas que tuvieron que aguantarme desde mis primeros pasos, pero al mismo tiempo es la única forma de que todos los directores podamos empezar a construir el camino.

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¿Cuál ha sido un momento en su carrera como directora que quisiera resaltar?

Creo que la primera vez que me paré justamente la primera vez que me paré frente a una orquesta profesional. Fue con la Sinfónica de Colombia en el marco de un taller de dirección que ellos hicieron en Medellín y hoy veo hacia atrás ese momento y digo qué vergüenza, qué pena, porque tengo muy claro incluso el cómo estaba vestida. Antes de yo hacer eso lo que había dirigido era la orquesta en la universidad, todo el tiempo, pero ese primer encuentro sí lo tengo muy presente porque fue la primera vez que recibí esta respuesta sonora de una orquesta de muy alto nivel y donde realmente pude experimentar la diferencia que puede hacer cualquier gesto con mis manos. Es algo que en la orquesta universitaria nunca había pasado, pero en esta sí, como que tuvo más sentido mi que hacer porque cualquier cosa buena o mala que hiciera con las manos, ellos lo respondían inmediatamente. Fue muy revelador.

¿Para usted qué representa la música?

Yo siempre respondo a esto diciendo que es mi vida, es que yo no le encontraría un sentido distinto, y suena superromántico y súper romantizado este tema como del artista, pero yo a mi vida no le encontraría ningún sentido si no fuera por la música y sobre todo lo conectado que está con quien soy. Para nosotros esto no lo vemos como nuestra profesión, sino que nosotros somos músicos permanentemente y hay un peso y conexión emocionales muy grande por eso, porque somos músicos, somos artistas, somos muy sensibles. Nos damos durísimo, lloramos, tenemos miles de crisis en esta carrera. Pero eso mismo hace que se vuelva parte de nosotros, de nuestros seres. Para mí la música es mi vida, es lo que le da sentido a mi vida y es un derecho divino también, que todos los seres humanos deberían tener, profesional o no profesionalmente.

¿Para usted qué representan la batuta y los gestos con los que dirige a la orquesta?

Son mi mejor aliado al momento de comunicarme, porque soy terrible con las palabras, la comunicación con las palabras no es mi fuerte y nunca lo ha sido. De hecho, en mis relaciones personales me molestan mucho porque dicen: es que usted no habla, usted es callada todo el tiempo, pero cuando yo estoy en un podio es como que tengo esta libertad de comunicar con mis manos por fin. Es este momento donde, sobre todo emocionalmente, puedo comunicar absolutamente todo sin la necesidad de usar las palabras, es mi momento de libertad y mi herramienta más efectiva de comunicación.

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¿Cuál diría que es su pieza favorita para dirigir o con la que más logra comunicar?

Siempre cambia. Esa pregunta es como cuando a uno le preguntan cuál es su hijo favorito, siempre cambia, va cambiando con la edad, va cambiando con las experiencias que uno haya tenido con esas obras, pero casi siempre hay una balanza más positiva hacia el concierto para violín de Tchaikovsky, es un compositor con el que tengo una conexión que no tengo con ningún otro compositor. Este concierto es de mis favoritas, no solamente para dirigir, sino para escuchar.

¿Qué emociones siente cuándo se para en el podio?

No sé si revelar todo, si responder con la verdad. Son muchas emociones, la primera y la de siempre sí es privilegio, para mí dirigir una orquesta siempre va a ser un privilegio, siempre me voy a sentir muy afortunada. Uno nunca lo va a dar por hecho como director, es algo muy sagrado para nosotros y hoy también estaba pensando en que para mí el podio es un templo, yo pienso en cómo vestirme incluso cuando voy a un ensayo o un concierto y tantas cosas que tomo a consideración y por qué se encuentra en que para mí ese lugar es sagrado, es como un acto de respeto también al escenario y a los músicos. En ocasiones me da mucha emoción, otras veces siento muchos nervios de los buenos, de estas cosquillas que uno siente porque ama lo que hace. En otros momentos he sentido miedo, sobre todo cuando me enfrento a orquestas cuyos intérpretes son mucho más expertos que yo, pero al momento de los conciertos siento la alegría inmensa de estar ahí haciendo lo que amo hacer.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com

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