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Presentó el manuscrito de su primera novela bajo el título Dentro y fuera del agua, que hacía referencia a momentos claves de la vida de los personajes. Sin embargo, tras leerlo, el editor peleó hasta ganar por otro, aparentemente confuso pero realmente contundente: La soledad de los números primos. Un título que además de encerrar la clave de la historia entre Mattia y Alice (dos niños cuyos destinos quedan marcados por accidentes de la infancia) tiene la esencia de la escritura de esta joven revelación: Paolo Giordano.
Nacido en la explosiva y dorada Italia de los 80, este tímido turinés escogió la física como profesión y paralelamente a la investigación sobre la física de las partículas empezó a escribir esta novela, que llegó a más de un millón de ejemplares vendidos en el primer año.
Giordano nos presenta a dos jóvenes con una historia plagada de desencuentros. Tanto Alice como Mattia no hallan un lugar entre sus padres, no logran pertenecer a su círculo de amigos y no logran convivir con una infancia marcada por un accidente de esquí, en el caso de ella, y en el caso de Mattia por la culpa de haber perdido a su hermana gemela. Son raros, únicos e indescifrables. Tanto, que a pesar de saberse unidos no logran estar juntos. Una historia íntima que guarda silencio ante el dolor y se ahorra el exceso de explicaciones, palabras sencillas de conceptos complejos. Una matemática que le dio buenos resultados con las letras.
En una entrevista de 2008, poco antes de que entregaran el premio Strega, usted admitió que le producía miedo la sola idea de ganarlo. Luego llegó este premio. ¿Qué sintió entonces?
Pues precisamente eso: tuve mucho temor, fue la primera reacción, sobre todo porque ganar este reconocimiento con el primer libro y así de joven, al principio me hizo pensar: bueno, ¿y a qué más podré aspirar? Temí que me hiciera falta el estímulo, pero luego vino solo con el tiempo y con las ganas de escribir.
¿Ese deseo de escribir llega espontáneamente o es el resultado de una disciplina, de sentarse frente a un computador en un horario determinado?
Al principio para mi era muy difícil, me tocaba apelar a la disciplina para escribir. A medida que cogí el ritmo aprendí incluso a divertirme. Ahora se ha convertido casi en una necesidad, aunque siempre tengo que luchar mucho antes de sentarme a escribir, necesito tiempo para hacerlo.
Pero usted ahora también es columnista de la revista ‘Gioia’. ¿Cómo vive el oficio periodístico?
Esto lo hago por el gusto de tener un cierre periódico. Además, los temas son más livianos y lo vivo con más tranquilidad. Es casi un juego, no es como la narrativa, que es más compleja, más densa.
En ‘La soledad de los números primos’, una de las características es precisamente la aparente simplicidad de la escritura de situaciones y sentimientos realmente complejos. ¿Es a esto que se refiere con las dificultades de la narrativa?
La verdad es que detrás de estos textos simples hay mucho trabajo de edición y limpieza. Creo que entre más espacio de libertad les dejas a los lectores, más posibilidades hay de despertar en ellos sensaciones que uno no logra desde la escritura. Pero en el caso de La soledad, era un poco inseguro y tímido en la escritura, entonces prefería menos a más.
En esta novela hay una evidente dificultad de todos los personajes por expresar sus sentimientos, algo poco característico de la naturaleza italiana. ¿Es tal vez esto una característica de los piemonteses y turineses?
Un poco sí, pero no totalmente. Por una parte, está mi personalidad introvertida y solitaria. Pero también viene de mis referencias literarias, de lo que he leído y visto. He sido un apasionado de la literatura extranjera del norte de Europa. Y es un imaginario tan importante en mi escritura como las referencias locales.
¿Quién es ese escritor o ese libro que le despertó el deseo de escribir?
Mi referencia y David Foster Wallace, y a partir de él empecé a leer a Phillip Roth y a algunos ingleses. En realidad ahí encuentras todos los niveles de la escritura, aunque sí, todos ellos tienen una raíz dirigida hacia el minimalismo. Pero creo que de ellos aprendí a desarrollar el tema de la familia, que es realmente de lo que hablo en mi libro.
Cambiando de tema, además de matemático y escritor es músico...
Era, ya no.
Pero no era necesario escoger una forma de arte...
Hacía música loft y electrónica pero en realidad, dejé la música antes de empezar a escribir. Inicialmente me daban miedo las presentaciones en vivo, el público... pero la música no se me daba muy bien, así que la dejé.
Bueno, los escritores son figuras bastante expuestas actualmente...
Nunca me lo imaginé, no conocía este mundo antes de publicar ‘La soledad’... Así que me fui por la escritura pensando que estaría seguro detrás del computador y ahora por ejemplo viajo a Colombia a hablar en público.
¿Considera que podrá mantener sus dos profesiones o terminarán por ganarles las letras a los números y a las fórmulas?
Creo que al final me quedaré con la escritura, pero en realidad no seré sólo un escritor, porque mi formación de físico ha sido tan importante para mí que siempre está presente. Pero no creo que siga en el campo de la investigación.
¿Existe una relación entre los números y la literatura?
Al principio yo no veía esta conexión entre letras y números. A partir de la publicación del libro me hicieron mucho esta pregunta y empecé a analizarlo seriamente, para darme cuenta de que el haber estudiado matemática y física me plasmó en la mente una cierta forma de pensar y de buscar exactitud en las ideas. Siempre trato de encontrar en la literatura esa limpieza y precisión que se da en la matemática, que además te da cierta tranquilidad cuando has encontrado el resultado. Con la escritura experimento algo por el estilo.
‘La soledad de los números primos’ cuenta la historia de dos personajes desde niños, y es fácil ver a medida que éstos crecen cómo cambia la forma del discurso, de manera que la narración madura y se vuelve más compleja en el desarrollo de la historia. ¿Cómo llegó a esto?
Al principio fue producto de la casualidad. No hacía mucho tiempo que yo escribía, así que esta novela fue mi escuela de aprendizaje. Mi forma de escribir se iba volviendo más compleja a medida que avanzaba en la historia, pero cuando me di cuenta de la evolución, entonces traté de estructurarla y darle cierta lógica.
Después de recibir tres premios y del éxito en ventas, además de ser un escritor de sólo 26 años, usted se ha convertido en la voz de muchos jóvenes. ¿Cómo se vive con este reto?
Mmm, difícil de responder, porque no soy un líder. Pero saber que tantos jóvenes han leído el libro es en principio una gran satisfacción, porque este es el público más salvaje. Verlo como una responsabilidad... sí, lo siento así, pero sólo en la medida en que estoy en la obligación de hacer algo realmente honesto con lo que soy yo hoy, así que no estoy seguro de que la próxima novela vaya a tener tanto éxito entre el mismo público. Bueno, no sé si tendrá éxito alguno, la verdad, pero no responde a lo que quieran los jóvenes, sino a lo que yo siento.
Usted asistió a la escuela de escritura que dirige Alessandro Baricco y son de la misma ciudad. ¿Es un referente para usted?
Pues cuando estuve en los cursos de la escuela Holden nunca lo conocí en persona. Después de la publicación del libro nos conocimos y tenemos una buena relación. Como escritor debo decir que es una de mis referencias narrativas, sin duda alguna.
¿Cómo cambia la vida de un joven físico investigador que de un momento a otro se vuelve famoso y sumamente expuesto?
Todo se vuelve más extremo. Los momentos en los que te expones y estás con otras personas, pues estás totalmente expuesto y hay que aprender a manejar esto que no busqué espontáneamente. Pero por otra parte, me di cuenta de que logro un equilibrio buscando momentos de soledad más largos y más extremos.
¿Cuáles son sus expectativas de venir al Hay Festival en Cartagena?
Pues estoy muy feliz, todos me hablan de lo bella que es Cartagena. Y bueno, me gustaría ver a Gabriel García Márquez, así fuera de lejos. ¿Será que va a estar allá?
La importancia de ganar el Strega
El Premio Strega es el más alto reconocimiento literario italiano, y se entrega cada año en una concurrida ceremonia en los jardines de la romana Villa Giulia, a la que asisten numerosas personalidades de la cultura italiana. El jurado está compuesto por 400 personas del mundo de la cultura. Convocado por la Fundación Bellonci, el Premio Strega está dotado con 5.000 euros. Algunas de las personalidades que lo han recibido son: 1950, Cesare Pavese (Italia, 1908-1950) por ‘El bello verano’; 1959 Giuseppe Tommasi di Lampedusa (Italia, 1896-1957) por ‘El gatopardo’; 1979 Primo Levi (Italia, 1919-1987) por ‘La chiave a stella’; 1981 Umberto Eco (Italia, 1932) por ‘El nombre de la rosa’; 1988 Gesualdo Bufalino (Italia, 1920-1996) por ‘Las mentiras de la noche’.