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Para recuperar la memoria

Siempre es reconfortante que cinematografías un poco desconocidas lleguen al país.

Liliana López Sorzano

08 de junio de 2011 - 04:59 p. m.
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El caso de Bulgaria es parecido al de Colombia, en el sentido de que las dos geografías tienen una industria cinematográfica emergente con nuevos talentos que prometen. La película El mundo es grande, del director búlgaro Stephan Komandarev, que se estrenó la semana pasada en Colombia, ha marcado un punto de inflexión en el paisaje del cine balcánico. Fue una de las cintas nominadas a Mejor Película Extranjera en los Oscar y fue vendida a más de 70 países en el mundo. Además, durante un año ocupó la programación de los cines, batiendo un récord de audiencia y de permanencia en Bulgaria.

Basado en la novela autobiográfica del mismo título del escritor alemán de origen búlgaro Ilija Trojanow, a Komandarev le llamó la atención llevar al cine esta historia, por su carácter real y auténtico. Siendo el director un jugador de backgammon, la analogía que subyace en las páginas entre el juego y la vida fue un punto decisivo que lo alentó a traducir el lenguaje literario al cinematográfico.

Después de sufrir un accidente de carro, un joven búlgaro radicado en Alemania pierde la memoria. Su abuelo emprende un viaje físico y mental para devolverle su identidad. En el regreso al país natal, la historia recorre sus propios pasos olvidados y afloran las imágenes de la era soviética. Komandarev asegura desde el otro lado del teléfono, en Bulgaria, que la sociedad actual sufre de amnesia como su personaje principal. “En un libro de historia vi una página y media ¡por 45 años de comunismo! Nuestra sociedad intenta hacer desaparecer esa época”. Su película es un intento por revisar ese pasado, por reafirmar que las acciones del presente son una consecuencia de lo que se vivió tiempo atrás. Así, en medio de los flashbacks históricos y personales, como si se estuviera en una psicoterapia, nieto y abuelo desandan paisajes memorables en un viaje en bicicleta, alternando los momentos de lágrimas y risas, tan difíciles de confluir en la gran pantalla.

Durante toda la cinta las fichas del backgammon se mueven. La metáfora que quiso utilizar Komandarev es que “lo importante no es tirar los dados, sino saberlos jugar para cambiar el rumbo del juego, así como en la vida”.

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Más sobre la película y su director

Stephan Komandarev, de 44 años, es un director de documentales que con “El mundo es grande -y la salvación está a la vuelta de la esquina”, realiza su segundo largometraje. La cinta duró casi ocho años en gestación, pues su guión fue reescrito 16 veces. Además, fue filmada en distintos países, como Croacia, Serbia, Alemania, lo que exigía una gran logística. Esta comedia dramática indaga en las raíces y la identidad de una generación de búlgaros que emigraron en los 80 hacia el Oeste huyendo del comunismo. Una película de carretera que retrata la importancia de la historia en los destinos individuales.

Por Liliana López Sorzano

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