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A sus 96 años, Peter Brook, uno de los mayores creadores teatrales europeos, sigue “buscando la esencia” en cada uno de sus montajes y desconfía de los que buscan la perfección y creen saber dónde se encuentra, porque, en su opinión, “la perfección no existe”. Brook hizo estas reflexiones con un finísimo hilo de voz, casi inaudible, y una sonrisa durante su vista a Barcelona, ciudad en la que el próximo viernes estrena Tempest Project en el Festival Grec.
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El director teatral británico sigue disfrutando intensamente del proceso de creación y se desplazó hasta Barcelona para seguir de cerca los ensayos y estar presente en el estreno, pero la edad no perdona y su encuentro con un grupo de periodistas se tuvo que interrumpir al poco tiempo de empezar, pues se sintió débil. Antes de retirarse, tuvo tiempo de subrayar que “lo importante es sacar a la luz la esencia, que suele estar escondida, precisamente porque es esencia”. Una labor a la que ha dedicado toda una vida, desde que comenzó en el teatro como un joven prodigio de 22 años que fue director de la Royal Opera House. Una búsqueda que nunca acaba, afirmó, porque “la perfección no existe” y “tenemos que ser modestos y respetar lo desconocido”.
“Cuando a veces oigo a alguien decir, por ejemplo, que una interpretación de Hamlet ha sido perfecta, pienso que esa persona simplemente es idiota, aunque también puede ser un fascista, o incluso un criminal”, sentenció. Por eso, él no tiene ningún problema en volver una y otra vez sobre las mismas obras, con la certeza de que cada vez descubrirá algo nuevo y ningún montaje será el definitivo. Así lo ha hecho con La tempestad, una obra de Shakespeare que ha puesto en escena en dos ocasiones y sobre la que ahora vuelve por tercera vez con Tempest Project. En esta pieza teatral “los seres humanos no son marionetas, son personas, todas diferentes entre ellas, que llevan dentro una tempestad que tienen que calmar”, señaló. Según Brook, “hay personajes devorados por la codicia, por la cólera, por el deseo de venganza, pero también hay deseo de libertad y capacidad de perdonar”. “Esto último es muy importante -insistió- porque todo el mundo comete faltas, pero hay que perdonar”.
“La resonancia” es otro concepto que le interesa mucho a Peter Brook, quien comenzó el trabajo de Tempestad Project en unos talleres con actores de diferentes procedencias, que “repetían las frases de Shakespeare buscando resonancias”, tal como apuntó Marie-Hélène Estiennev, quien firma la adaptación y puesta en escena con Brook. “En Shakespeare, cada palabra tiene sentido y en cada frase hay cosas que no se pueden explicar. Es poesía, pero también sencillez”, aseveró el director. Tempestad Project está concebido como “un proyecto en proceso, un ensayo”, que solo se ha visto “en formato taller” en Montpellier (Francia) y que se estrena el próximo viernes por primera vez en un teatro al uso, según el director del Grec, Cesc Casadesús. Esta obra supone el retorno de Brook a Barcelona, una ciudad que recuerda con cariño porque su montaje La tragedia de Carmen marcó, en 1983, la conversión del Mercat de les Flors en espacio escénico.
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La última vez que Brook pasó por el Grec fue en 2011, cuando llevó al escenario una versión minimalista de la ópera de Mozart La flauta mágica. En 2019, el director recibió el Premio Princesa de Asturias de las Artes, en reconocimiento a su labor como gran renovador del teatro europeo, cuyos seguidores y discípulos se cuentan por decenas entre los mejores autores de las generaciones posteriores.