¡Querido Breton!
De todo corazón apruebo la iniciativa que usted y Diego Rivera han tomado respecto a la creación de la F.I.A.R.I (1), una federación internacional de artistas revolucionarios y verdaderamente independientes; ¿por qué no agregar además: de verdaderos artistas? ¡Es hora, hace tiempo ya es hora! El globo terráqueo se está convirtiendo en un mugroso y hediondo cuartel imperialista. Los héroes de la democracia, encabezados por Daladier, intentan con todas sus fuerzas parecerse a los héroes del fascismo (lo que no impide a los primeros verse en los campos de concentración de los segundos). Cuanto más ignorante y obtuso es un dictador, más se siente llamado a dirigir el desarrollo de la ciencia, la filosofía y el arte. El servilismo gregario de la intelliguentsia es, a su vez, un indicio bastante importante de la corrupción de la sociedad moderna. Francia no constituye una excepción.
No vamos a hablar de Aragón (2), los Erenburg(3) y otros pequeños petardistas; no nos pondremos a mencionar a esos señores que con idéntico entusiasmo escriben la biografía de Jesucristo y la de Iósif Stalin (y a quienes la muerte no ha amnistiado (4); dejaremos al margen el triste, por no decir vergonzoso, ocaso de Romain Rolland… Pero no podemos evitar detenernos en el ejemplo de Malraux. He observado no sin interés sus primeros pasos literarios. El elemento de pose y de afectación era ya entonces fuerte en él. A menudo daban retorcijones su búsqueda afectada y fría del heroísmo ajeno. Pero no se le podía negar talento. Su forma de abordar las vivencias humanas más profundas, la lucha heroica, los sufrimientos extremos, el sacrificio de sí mismo, estaba impregnada de una fuerza indiscutible. Podía esperarse –y personalmente yo quería creerlo- que el espíritu heroico de la revolución calaría más hondo en los nervios del escritor, lo libraría de la pose y haría de Malraux un poeta representativo de la época de la catástrofe. ¿Qué ocurrió en realidad? El artista se convirtió en reportero de la GPU, en un proveedor de heroísmo burocrático de un ancho y longitud determinados [no hay tercera dimensión]).
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Durante la guerra civil tuve que librar una tenaz batalla contra partes militares imprecisos o falsos en los cuales los jefes intentaban disimular sus errores, fracasos y derrotas con un torrente de frases comunes. Las obras actuales de Malraux constituyen tales partes falsos desde los campos de batalla (Alemania, España). Sin embargo, la falsedad se vuelve inmensamente más repulsiva cuando hace alarde de forma artística. El destino de Malraux es simbólico para toda una serie de escritores, casi para toda una generación: la gente miente en razón de su aparente “amistad” hacia la Revolución de Octubre. ¡Como si la revolución necesitara de la mentira!
La desafortunada prensa soviética, evidentemente por orden de arriba, se queja vehementemente en los últimos días por el “empobrecimiento” de la creación artística y científica en la URSS y reprocha a los escritores y artistas soviéticos su falta de sinceridad, valentía y envergadura. Uno no cree a sus propios ojos: la boa dando un sermón a los conejos sobre la independencia y la dignidad personal. ¡Un cuadro ruin y vergonzoso que, sin embargo, es digno de nuestra época!
La lucha por las ideas de la revolución en el arte debe volver a comenzar por la lucha por la verdad artística, no en el sentido de cómo la entiende tal o cual escuela, sino en el sentido de la inquebrantable fidelidad del artista hacia su yo interior. Sin esto no hay arte. “¡No mientas!”, esta es la fórmula de la salvación. La F.I.A.R.I. no es, desde luego, una escuela estética o política, y no puede convertirse en ello. Pero la F.I.A.R.I. puede ozonizar esa atmósfera en la que los artistas tienen que respirar y crear. La creación verdaderamente independiente, en nuestra época de reacción convulsiva, decadencia cultural y barbarie moral, no puede más que ser revolucionaria en su espíritu, puesto que no puede más que buscar una salida a la insoportable asfixia social. El arte en su conjunto, así como cada artista en particular, debe buscar dicha salida por sus propios medios, sin aguardar reglas desde fuera, sin admitir prescripciones, rechazando órdenes y cubriendo de desprecio a todos aquellos que se someten a ellas. Crear esta convicción común entre los mejores artistas constituye la tarea de la F.I.A.R.I. Creo firmemente en que este nombre pasará a la historia.
Suyo,
León Trotsky
Coyoacán, 22 de diciembre de 1938
Biulleten oppozitsi (bolshevikov-liénintsev) Nro 74.
Febrero de 1939
Notas
Siglas de Federación Internacional del Arte Revolucionario Independiente. [N.delT.]
Louis Aragon (1890-1982), poeta y novelista, antiguo surrealista que se sumó al Partido Comunista durante la época de Stalin; había sido amigo de Breton, pero luego rompió con él y entre ellos hubo una gran hostilidad. [N. del T.]
Iliá Erenburg (1891-1967), novelista y periodista; desempeñó, sobre todo en España, una labor propagandística a favor de Stalin. [N. del T.]
Trotsky hace alusión a Henri Barbusse [1873-1935), escritor, periodista y militante comunista que, efectivamente, escribió una biografía sobre Stalin y otra sobre Jesús. [N. del T.]