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Muchos factores hacen de PVC1 una película distinta a las que se han filmado en Colombia. El primer elemento es que es un largometraje de 85 minutos que no tiene un solo corte, ni una sola nota musical. El director de la cinta hizo las veces de guionista, director de fotografía, camarógrafo, sonidista y productor ejecutivo. Y, como si fuera poco, esta ópera prima ha recibido hasta el momento 10 galardones internacionales de cine, entre los que se destaca el Premio Ciudad de Roma, que le otorgó el Festival de Cine de Cannes el año pasado. Este mismo premio lo recibió hace varios años la cinta sobre la vida del Che Guevara: Diarios de motocicleta.
“Lo que ha sorprendido a la crítica internacional es el tema de la obra, porque es algo inusual”, comenta Spiros Stathoulopoulos. Su objetivo al filmar esta película era mostrar la fortaleza y la bondad que tienen los colombianos para afrontar la violencia. Su misión también era realizar un homenaje a esta víctima de la guerra y evitar que se olvide este tipo de sucesos.
Para grabar un plano secuencia de 85 minutos, se necesita un intenso entrenamiento físico que involucra a los actores, al equipo técnico y específicamente al camarógrafo. Un solo error que cometa cualquiera de estos personajes termina con la jornada de grabación (por día se filmaba una sola vez, desde las 11 a.m. hasta la 1:30 p.m, para aprovechar la luz del sol). Fue por esto que Stathoulopoulos determinó que los tres protagonistas de la cinta debían ser actores de teatro. “Un profesional de las tablas está acostumbrado a trabajar dos horas seguidas, claro que sin la presión de una cámara que te persigue y que además debes ayudar a cuadrar”, comenta la cubana Mérida Urquía, protagonista de PVC1. El resto del reparto son actores naturales del pueblo de Villeta, (Cundinamarca), lugar donde se filmó la cinta.
El entrenamiento de Spiros para soportar durante 85 minutos un steady cam (brazo mecánico que sostiene la cámara y evita la inestabilidad ) duró tres meses, contrario a lo que sus amigos le auguraban. Los primeros días sólo logró sostener el steady durante cinco minutos. Al mes ya conseguía los 30 hasta que finalmente logró los 85. Después se desplazó a Villeta para ensayar cada toma que tenía en su cabeza. Todo lo tenía controlado, excepto las inclemencias del clima que lo llevaron a grabar ocho tomas hasta que consiguió la mejor.
La escogencia de un plano secuencia para mostrar la agonía de Ofelia (campesina protagonista de la historia ) y su familia no fue fortuita. “El tiempo no lo podemos cortar, el tiempo vale mucho, y eso es precisamente lo que no tiene Ofelia, por eso escogí un plano sin cortes”, comenta Spiros.
Y es que la misma película se encarga de especificar este mensaje. No en vano en la escena en que el policía antiexplosivos le dice a Ofelia “mi señora, regáleme un segundo para limpiarme la mano”, la protagonista entre llanto y desesperación le contesta “es que yo no tengo más segundos, esos sicarios se los robaron todos”.