¿Quién se comió a Caperucita?

Hace poco leí una noticia sobre una escuela en Barcelona que retiró cerca de 200 títulos considerados “sexistas”, como el clásico de Caperucita Roja.

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JULIANA MUÑOZ TORO
26 de abril de 2019 - 02:43 p. m.
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Al respecto se desató una gran controversia de la que, más que lanzar un juicio, quiero proponer dos preguntas: ¿Aprenderíamos a ser igual de críticos solo con referentes que nos muestren un mundo ideal y no una realidad cultural machista (que existe) que nos motive a desafiarla? ¿El arte debería limitarse solo a lo políticamente correcto?

En la literatura infantil es refrescante y constructivo leer historias con niñas y jóvenes valientes, que no necesitan ser rescatadas, que no quieren casarse con el fin de ser felices para siempre. Es más, necesitamos más libros que pongan en duda eso de “ser feliz para siempre” a ver si desde pequeños afrontamos mejor el cambio, el dolor. Existe un interés desde la industria creativa por resignificar los roles femeninos que, además, ha demostrado ser un éxito en el mercado. Por lo menos en Colombia, uno de uno de los libros más vendidos para niños (y niñas, claro) es el de Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, de Elena Favilli y Francesca Cavallo. Hay que admitir que el empoderamiento femenino en la literatura está de moda.

La Feria del Libro de Bogotá será un buen espacio para continuar con esta conversación. Este viernes 26 de abril a las 5:00 p.m. en la sala Madre Josefa del Castillo se realizará el encuentro “Poder femenino: ¿territorio de la literatura infantil?”. Será interesante escuchar cómo Vera Carvajal escribió el libro Érase una mujer (Lua Books), sobre las luchas de las mujeres a través del tiempo y que gracias al lenguaje utilizado y a las ilustraciones de Lizardo Carvajal dedicadas a las matrioskas (una mujer dentro de otra, dentro de otra, dentro de otra…) se le puede llamar “literatura infantil para adultos”. También participará Yolanda Reyes, quien ha escrito varios libros para este público y además tiene experiencia en educación y promoción de lectura en la infancia. Y, por mi parte, hablaré de la novela Diario de dos Lunas (Norma), que a través del cruce de diarios entre dos niñas busco una mirada crítica sobre el matrimonio infantil.

Como autora, me pregunto cómo podemos hacer para que la reelaboración del papel típico de las mujeres no solo sea una tendencia pasajera sino que haya un interés genuino por formar lectores críticos y libres. Pienso que parte de la libertad tiene que ver con tener opciones. Con que haya campo para literatura de buena calidad que hable de mujeres que son capaces de cambiar su historia, y también para clásicos como Caperucita Roja, a quien, incluso, lo que más le importaba era su abuela. Tal vez desde allí también podamos leer un relato en clave de solidaridad femenina.

Por JULIANA MUÑOZ TORO

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