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“El bosque, la noche y el viento”, una exposición contemporánea del terror

Este libro de Antonio Malpica parte de un supuesto manuscrito inédito de Mark Twain en la que el autor narra los “verdaderos eventos” ocurridos en la isla Jackson de “Las aventuras de Tom Sawyer”. A partir de allí, se desarrolla una historia terrorífica.

Jahir Camilo Cediel Rincón

14 de febrero de 2025 - 06:00 p. m.
Foto: Panamericana editorial
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Lejos del pueblo, más allá de los límites de la mirada y la razón, surge entre el horizonte la isla Jackson, sobre la cual recae una terrible leyenda y maldición. Aquella isla coloreada con el apacible anaranjado del atardecer, que evoca la bella sensación de estar en calma, se transforma rápidamente en un vacío y frío azul, iluminado tenue y siniestramente por la luna incipiente. El contraste entre la inocencia de los juegos infantiles y los efectos de una maldad ancestral son conducidos por una tensión permanente y genialmente tratada por uno de los autores mexicanos más relevantes en la escritura de libros para niños y jóvenes: Antonio Malpica, en su obra “El bosque, la noche y el viento”, editado por Panamericana Editorial.

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Recuerdo con felicidad a Umberto Eco en la novela “El nombre de la rosa” cuando explica con suma emoción su hallazgo sobre la historia de Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, amplificando e incitando al lector a dilucidar junto a él ese misterio de la abadía; la lectura se vuelve un testimonio sobre el descubrimiento del autor y el lector.

Esta forma de experiencia literaria, ficcional sobre todo, se encuentra en la obra de Antonio Malpica, autor contactado por un desconocido por medio de Facebook con un manuscrito extraño, lo que marca el inicio de una obra inundada por un tono interesantemente terrorífico y, sobre todo, vivencial. Es así como el autor explica los orígenes del relato que se dispone a contar y, con ello, justifica que haya un segundo narrador como lo es el mismo Samuel Clemens, o Mark Twain, sobre un hecho que le ocurrió verdaderamente y que lo persiguió de forma inclemente durante varios años de su vida.

A través del extraño manuscrito del hombre de Facebook, el autor relata una historia escalofriante que Clemens le contó a Dorothy, su tía, quien transcribe dicho relato. El juego entre la realidad y la ficción, entre el autor original y los narradores y entre la anécdota infantil y el infortunio son los que vuelven tan interesante la obra de Malpica; desde Eco, no recuerdo haber leído una inmersión tan bien conseguida. Cuando para el hecho literario ya no importa la verdad o la mentira, es cuando se logra una obra notable, y “El bosque, la noche y el viento” sin duda lo es.

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Tom, Huck y Joe son los personajes principales de la novela. Sí, justo aquellos que encontramos en el clásico de Mark Twain: “Las aventuras de Tom Sawyer”. Con ello, la narración juvenil logra volverse una brillante resignificación del original, siguiendo en la línea de la travesura de los niños y su inconsciencia, lo que conduce hacia parajes aterradores y escalofriantes que no contradicen el tono y personalidad de los personajes originales, asegurando con ello un estudio minucioso sobre la obra de Twain.

Los protagonistas se transportan a una isla desierta a más de tres kilómetros de su pueblo, San Petersburgo, con el deseo de vivir grandes aventuras como piratas, saqueando barcos, sin ir a la escuela y diciendo y haciendo lo que desean en el momento oportuno, la natural fantasía en la infancia. No obstante, la alegría de encargarse de sí mismo y la ilusión de vivir para siempre sin las responsabilidades del adulto, como Peter Pan, se transforman rápidamente por medio de la oscura maldición de la isla Jackson: quien desembarca luego del ocaso no puede salir jamás ya que en ella mora un espíritu malvado y vengativo.

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Las sombras provenientes del bosque, la noche cerrada con sus espectros malignos y el sonido del viento que trae la voz de una bruja son los que poco a poco transforman la feliz aventura de los chicos en su peor pesadilla, una de la que no quisieron hablar en la posteridad, una que ni Mark Twain quiso incluir en la obra original. De este modo, Malpica muestra personajes infantiles que poco a poco empiezan a fragmentarse por las condiciones tan adversas que los abordan y que son efectos del nocivo y misterioso murmullo de la aparición. Vemos en la obra a un Tom acechado y puesto al borde de sus posibilidades, un chico travieso que, por primera vez quizá, se arrepiente y sufre en el vacío que significa la pérdida, la ansiedad y la desesperanza más absoluta.

“El bosque, la noche y el viento” es una obra de terror que tiene la capacidad de incrustarse detrás de la memoria, en el inconsciente significado de los sueños y la oscuridad de la noche con sus ambivalentes figuras. La novela no solo es una gran introducción al género sino también un modo especial de tratarlo, multiplicándose así desde lo vivencial y lo metafórico.

Por consecuencia, el autor Antonio Malpica logra una obra notable y de gran valor para la literatura contemporánea y el género del terror, a veces tan complicado de alcanzar. Sin lugar a dudas, esa frondosidad del bosque, esa desazón nocturna y esos murmullos que trae el viento los recordaré a lo largo de mi vida, volviendo una y otra vez cada vez que crea que los he olvidado, regresando como una pesadilla bellamente evocada por la obra, una pesadilla que, y estoy muy seguro de ello, me alegra mucho haber conocido y vivido.

Por Jahir Camilo Cediel Rincón

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