El Magazín Cultural

Residentes de un edificio asumen la vigilancia para que los porteros puedan estar en cuarentena

La iniciativa es de un grupo de ciudadanos en Santiago de Chile que se rotan la vigilancia en turnos de cuatro horas cada uno. El salario promedio de un un vigilante en Chile es de unos US$500.

Joseph Casañas - @joseph_casanas
03 de abril de 2020 - 09:59 p. m.
Camilo Cayuqueo, residente del edificio, empieza su turno de vigilancia nocturno. / Cortesía
Camilo Cayuqueo, residente del edificio, empieza su turno de vigilancia nocturno. / Cortesía

Dieciséis residentes de un conjunto residencial ubicado en la comuna Providencia, en el nororiente de Santiago de Chile, se están rotando los turnos de vigilancia con un objetivo: que los conserjes - como llaman a los celadores en el país austral - también puedan hacer la cuarentena, sin que su salario se vea comprometido. La medida fue decretada hace dos semanas en siete localidades de la Región Metropolitana.  

“Hace unos meses en una cuenta que creamos en Instagram veníamos compartiendo los problemas de la comunidad. Con el tiempo llegamos a la conclusión de que era necesario empezar a movernos nosotros y no quedarnos solo en la crítica. Hoy día estamos viviendo una pandemia que tiene paralizado el planeta y de nosotros depende cambiar las cosas. No hay que esperar que lo haga el Gobierno”.

Bajo esa premisa, los residentes voluntarios del edificio organizaron turnos de cuatro horas para hacer el trabajo de vigilancia. “Los conserjes nos dieron bastantes indicaciones. Uno a simple vista cree que es un trabajo fácil, pero tiene sus complicaciones, por ejemplo, con el monitoreo de las cámaras o el manejo de los mecanismos para abrir las puertas, uno por querer abrir una abre la otra. Hace unos días nos reímos bastante porque una chica voluntaria, por querer apagar la luz de afuera de la calle, apagó la luz del edificio entero. Entonces hay que tener mucho cuidado. Ellos (los celadores) nos han dado las indicaciones”, dice en diálogo para El Espectador, Camilo Cayuqueo, uno de los residentes que se sumó a la iniciativa.

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Cayuqueo, quien horas antes de esta entrevista había hecho su primer turno nocturno, hizo su balance de la situación: “Por el toque de queda que hay en algunas partes de Santiago (de 10:00 pm a 5:00 am) no hay mucho movimiento, entonces hay que estar más atento a las cámaras por si alguien quiere meterse a robar. Por fortuna no pasó. Lo más difícil es mantenerse despierto. Uno está en el puesto de trabajo solo, escuchando música o viendo cosas en el teléfono, pero no hay con quien hablar. Esa soledad es difícil y eso que nosotros nos estamos turnando de a cuatro horas, los conserjes deben estar allí 8”.

Y entonces, la situación, obliga a las reflexiones. “No es fácil una jornada laboral para ellos. La enseñanza más grande que me queda es valorar más el trabajo de toda la gente que hace oficios comunes y masivos pero que son muy necesarios para la sociedad: el trabajo de los conserjes, de los cajeros, de los bomberos, entre otros. Es el momento de vernos de esa forma y entender que todos somos iguales ante el mundo”.

Según cifras oficiales del Ministerio de Salud de Chile, hasta este 3 de abril había 3.737 casos confirmados de coronavirus y 22 víctimas fatales.

¿Qué dicen los conserjes de lo que ustedes hacen?

Algunos aceptaron. Otros no han querido. Son personas adultas que les cuesta entender la iniciativa y vienen a trabajar normalmente, entonces nos estamos intentando organizar. Pero el fin de todo esto es que ellos entiendan que estamos preocupados por su salud y valoramos su trabajo. Son parte de nuestro día a día y son parte fundamental de la comunidad”.

Los creadores de esta iniciativa propusieron a los habitantes de los 191 apartamentos que conforman la torre, intercambiarse las jornadas de aseo de cada uno de los pisos. De esta forma, cinco trabajadoras del aseo logran estar aisladas en sus casas sin dejar de recibir su salario.

“Por cada piso, un departamento se tiene que encargar una vez al día de limpiar todo, eso sí, con la protección que se requiere: mascarilla, guantes, alcohol gel, desinfectante, cloro. Antes el aseo del edificio lo hacían unas cinco trabajadoras. Ahora solo viene una, que es la que se encarga de limpiar la parte de la recepción. Igual a todas se les está pagando su labor”, agrega Camilo Cayuqueo.

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La unión de este grupo de voluntarios va más allá. “Nos organizamos para ir a comprarles a los adultos mayores las medicinas o los alimentos. También estamos buscando promover los emprendimientos de la comunidad, por ejemplo, hay una vecina que hace almuerzos. En el Instagram que tenemos, hacemos la publicidad y ella los vende a la misma gente de la comunidad.  Como ese ejemplo hay varios, por cuenta de la crisis muchos se han quedado sin trabajo, entonces aprovechamos las redes para divulgar los productos y servicios que están prestando luego de que se quedaron sin empleo”.

 Camilo Cayuqueo finaliza esta charla con una reflexión que cala: “En Chile somos muy solidarios cuando pasan los terremotos, pero cuando se acaban todos volvemos a la normalidad. Queremos entregar el mensaje de que debemos ser solidarios siempre”.

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No se rindan", "organicen rutinas", "sentido del humor", "obedezcan a los que saben", alientan los 33 mineros chilenos que estuvieron casi 70 días atrapados en 2010 y dos de los sobrevivientes uruguayos de la tragedia aérea de los Andes en 1972, en un mundo en aislamiento por la pandemia.

Protagonistas de dos de las historias de supervivencia más espectaculares de las que se tengan registro echan mano a su experiencia para aconsejar sobre cómo llevar de mejor manera el confinamiento, aunque ahora en condiciones muy distintas a las que ellos enfrentaron.

"No se rindan chicos; el sentido del humor es muy importante. Organicen sus casas. Hagan y organicen una rutina para no aburrirse. ¡Hay muchas cosas por hacer!", recomienda Mario Sepúlveda, el más carismático de los 33 mineros que quedaron encerrados hace una década a 600 metros de profundidad en el interior de una mina en el norte de Chile.

Por Joseph Casañas - @joseph_casanas

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