“Si se quiere distinguir de un modo sencillo entre hombres con sentido de la realidad y hombres con sentido de la posibilidad, no se necesita más que pensar en una determinada cantidad de dinero”. El hombre sin atributos.
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La pluma de Robert fue tan compleja como fascinante y transgresora. Desafió géneros y convenciones literarias preexistentes; su vida estuvo marcada por la búsqueda intelectual de la condición humana; autor de una de las obras más ambiciosas e influyentes de la modernidad: El hombre sin atributos, inacabada, publicada en dos volúmenes entre 1930 y 1943. Ignacio Echavarría utiliza las notas póstumas de Albert Camus en las que se refirió al tema de Musil como “la búsqueda de la salvación del espíritu en el mundo moderno”. Dice: “Se trata, sin embargo, de eso mismo, nada menos: del espíritu, sí, y de la modernidad, y de su salvación. Y de la búsqueda de esa salvación a través de la literatura. Una búsqueda en la que, pese a haber quedado inconclusa, El hombre sin atributos llegó hasta extremos jamás vislumbrados, y dejó señalado un rumbo que muy pocos se han atrevido a seguir, quizá por las exigencias que plantea, por la altura vertiginosa a la que discurre” (La literatura admirable, dir, Jordi Llovet, Pasado y Presente, 2018, p. 575).
Robert Musil nació el 6 de noviembre de 1880 en Klagenfurt, Austria, durante la monarquía austrohúngara, en el seno de una familia de la alta burguesía, vinculada con la tradición militar. Se graduó de ingeniero mecánico; luego estudió Filosofía y se doctoró en Psicología Experimental. Esta encrucijada de profesiones, la meticulosidad de la ingeniería, la profundidad del pensamiento filosófico y la exploración del comportamiento de los individuos lo llevaron a elaborar una detallada y cuidadosa observación de la sociedad desde la perspectiva de la historia y el cambio constante impulsado por la tecnología, las guerras y los sistemas económicos y políticos del convulso momento que le tocó vivir. Fue oficial en la Primera Guerra Mundial, lo cual lo afectó en gran medida y lo hizo cuestionar el comportamiento complejo de los seres humanos y las ansias de poder. Sus inquietudes intelectuales sobre la guerra se ven reflejadas en la serie de Ensayos y Diarios escritos después de la guerra. Fue redactor de la posguerra, cuentista, ensayista y novelista. Fue expulsado de Alemania y de Austria durante la Segunda Guerra Mundial y exiliado en Suiza. Murió el 15 de abril de 1942 en Ginebra.
Las tribulaciones del estudiante Törless (1906), su primera novela, explora las vicisitudes de un colegio militar y las angustias de los alumnos adolescentes. Después publicó varias colecciones de relatos como Uniones (1911) y Tres mujeres (1924), sobre las relaciones humanas, la familia, las mujeres… Escribió obras de teatro como Los fanáticos (1921), en la que también abarca las tensiones propias del matrimonio, los fanatismos políticos y religiosos y la forma como esto afecta la vida en familia, y Vicente o la amiga de los hombres importantes (1924), que expone la manipulación, la corrupción y el manejo del poder a partir de las relaciones sociales.
El hombre sin atributos fue su gran obra. La empezó en 1921, la escribió durante veintiún años (cerca de dos mil páginas) y nunca la terminó. La novela está ambientada en Austria, en los años previos a la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio austrohúngaro. El protagonista es Ülrich, un intelectual y matemático que busca el sentido de la vida y no logra entender la sociedad ni a los seres que la componen. Aunque la trama es insubstancial, se centra en la dificultad del protagonista de encajar en la sociedad, su comportamiento desordenado con las mujeres, un eventual incesto y una profunda crisis existencial. Es una prosa compleja y fragmentada que explora la alienación de una sociedad disfuncional y se cuestiona la identidad de las personas; critica las estructuras políticas, económicas y sociales de la modernidad; presenta las razones del desastre bélico que se viene encima; pero, sobre todo, reprueba la pasividad de los individuos: “Si se pudieran medir los saltos de la atención, el rendimiento de los músculos de los ojos, los movimientos pendulares del alma y todos los esfuerzos que tiene que hacer un hombre para conseguir abrir brecha a través de la afluencia de una calle, es de presumir que resultaría, él así lo había imaginado al jugar a investigar lo imposible, una dimensión frente a la cual sería ridícula la fuerza que necesita Atlante para sostener el mundo. De ahí se podría deducir qué esfuerzo tan titánico supone el de un individuo moderno que no hace nada. El hombre sin atributos era en la actualidad uno de ellos”. Describe, además, las condiciones de los países europeos que llevaron a la guerra y a la extinción del Imperio, junto con la pobreza de las ideas de la sociedad europea moderna, que se autodestruye y renuncia al dogmatismo ideológico. En su construcción narrativa utiliza el monólogo interior, la sátira, la ironía, la filosofía…
En resumen, Robert Musil fue uno de los grandes escritores del siglo XX en lengua alemana, junto con Franz Kafka y Thomas Mann. Su prosa única, original y transgresora utilizó la ironía, la introspección y el existencialismo. Exploró los límites de la razón, la complejidad de la guerra, las contradicciones de la condición humana y se convirtió en uno de los referentes intelectuales del siglo XX.