Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
XVII
¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla
-dijo Hugo-, ambrosía más bien ¡oh maravilla!
-dijo Hugo-, ambrosía más bien ¡oh maravilla!
La vida se soporta,
tan doliente y tan corta,
solamente por eso:
¡roce, mordisco o beso
en ese pan divino
para el cual nuestra sangre es nuestro vino!
En ella está la lira,
en ella está la rosa,
en ella está la ciencia armoniosa,
en ella se respira
el perfume vital de toda cosa.
[...]
Inútil es el grito de la legión cobarde
del interés, inútil el progreso
yankee, si te desdeña.
Si el progreso es de fuego, por ti arde,
¡Toda lucha del hombre va a tu beso,
por ti se combate o se sueña!
Pues en ti existe Primavera para el triste,
labor gozosa para el fuerte,
néctar, Ánfora, dulzura amable.
¡Porque en ti existe
el placer de vivir hasta la muerte
Y ante la eternidad de lo probable.