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“Soy un escritor de libros, el primero que escribí fue hace casi 50 años. Desde entonces, he escrito 22 libros de ficción y no ficción”, se presentó Rushdie ante las preguntas del fiscal de distrito del condado de Chautauqua, Jason Schmidt, en la segunda jornada de este caso.
Matar, que se ha declarado no culpable de los cargos de intento de asesinato en segundo grado y agresión en segundo grado, entró en la sala —al igual que en la sesión de ayer— pronunciando un mensaje a favor de la causa palestina: “From the river to the sea, Palestine will be free”, dijo a las cámaras el acusado bajo la mirada de la actual esposa del autor, la también escritora, Rachel Eliza Griffiths. Segundos después, apareció en la sala Rushdie, enfundado en un traje oscuro y corbata gris, y con gesto serio.
En el intento de asesinato, ocurrido en Chautauqua Institution, un recinto para celebraciones de eventos que se encuentra a apenas cinco minutos en auto del tribunal, Rushdie sufrió hasta doce puñaladas en su ojo, cuello, pecho y mano, perdiendo la visión de su ojo derecho y parte de la motricidad de la mano izquierda.
“Me di cuenta de que alguien con ropa oscura y máscara subió al escenario. Cuando se acercó, vi que tenía el pelo oscuro y unos ojos que me miraban como con ferocidad”, relató Rushdie, cuyas declaraciones abrieron la segunda sesión del juicio, y que al mencionar la palabra “ferocidad” fue objetado por los abogados de oficio de Matar.
Asimismo, el escritor de “Los versos satánicos”, obra por la que el régimen teocrático iraní emitió una fetua el 14 de febrero de 1989, que pedía su cabeza y que hizo que el escritor necesitara protección desde entonces, narró que “gritaba de dolor al recibir las puñaladas” y que la primera que sintió fue la que se produjo en el ojo, seguida de la del cuello.
Mientras declaraba Rushdie, Matar permaneció mirando a una mesa a la derecha del escritor rodeado de su equipo legal. Al frente, Eliza Griffiths seguía compungida la intervención e incluso tuvo que secarse alguna lágrima mientras apretaba la mano de alguno de los amigos de Rushdie que la acompañaban.
En la mesa de la Fiscalía yacía un ejemplar del último libro de Rushdie, “Knife” (“Cuchillo”, en su edición española), unas memorias en las que relata el incidente y cómo ha conseguido rehacer su vida desde entonces. Parte de esta obra la dedica a una conversación ficticia con el propio Matar, en la que imagina cuáles serían sus declaraciones ante este mismo tribunal.