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“Los niños se sienten importantes cuando tienen misiones que les dan valor”

Presentamos una reseña y un diálogo con la escritora colombiana Samarys Polo que publicó recientemente el libro “El pirata Patatiesa”.

Andrés Osorio Guillott

19 de marzo de 2025 - 04:45 p. m.
Foto: Rocío Parra
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No es una norma, pero muchos de los que han dejado Colombia por distintas razones, llevan sus costumbres, olores, colores y sabores a donde sea que vayan. Independientemente de la relación con este país, eso que compone lo que llamamos “identidad” es imposible de negar o borrar. Samarys Polo, que lleva ya varios años en Francia, entre más tiempo pasa por fuera, más busca el arraigo a su tierra natal; a los días en las calles de Ciénaga, Magdalena.

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Como a todos, la pandemia la obligó, entre muchas otras cosas, a aplazar el reencuentro con sus seres queridos y su país. Hace seis años que Samarys Polo no viene a Colombia. Como la última vez, además de reencontrarse con los suyos, lo hizo también para presentar su nuevo libro: El pirata Patatiesa.

“El origen real de esta historia es la nostalgia: la nostalgia del mar, porque soy una eterna enamorada de él. El hecho de vivir lejos del mar después de haber nacido con él ahí en frente, a diez minutos de la casa, siempre me da nostalgia. Entonces, de alguna manera, yo acudí a la imaginación para traer al mar adonde yo estaba. Este personaje hizo eso posible. Él crea todo un mundo de océano y de mar. Y lleva todos esos elementos a un apartamento lejos de ese entorno. De alguna manera, así es como nosotros podemos viajar con la imaginación”, cuenta Samarys Polo.

Esteban, el pequeño protagonista, convierte su hogar en un barco comandado por un personaje de ese mismo mundo imaginario: el pirata Patatiesa. “No es muy fácil vivir en un barco pirata con padres a bordo, realmente es un problema muy serio pero me las arreglo para no correr grandes peligros cuando los salvo de monstruos marinos con dolor de barriga”, se lee en el libro.

“Me encantan los piratas. Tengo otra historia inédita con un pirata, pero ya es un adulto. Siempre he querido utilizar ese personaje. Esta es una forma de acudir a él, pero con un giro infantil. Es el pirata visto desde la óptica de un niño”, dice Polo, que sonríe contando la construcción de este personaje con una alegría similar a la de la infancia. Aunque suene raro, no es la misma que experimentamos el resto de la vida, o por lo menos muy pocos lo logran.

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Esteban vive varias aventuras, entre ellas, la de sortear con la villana de la historia: Melisa, la vecina que a veces lo cuida. Para quienes vieron alguna vez Los padrinos mágicos, ella se parece un poco a Vicky, la malvada niñera de Timmy. “Melisa es la peor vecina de los siete mares, tiene un aparato de corrección para los dientes y cuando se ríe tiene cara de barco oxidado”, así la describe el protagonista, que además cuenta cómo es la vida de pirata antes y después de la llegada de una nueva tripulante: su hermana menor.

“Necesitaba un villano para crear tensión en la historia, para que no fuera tan fácil para el niño pirata. Pensé en esas niñeras que a veces no nos gustan, pero que nuestros padres no tienen otra opción que contratar. Nos toca aceptarlas de alguna manera. Este niño lo hace de una forma maravillosa, porque termina queriendo a esa persona, a pesar de que, según él, tiene todos los defectos del mundo: es fea, usa anteojos y tiene patas flacas. Al final se convierte en alguien que le aporta fuerza a su historia”, relata la autora.

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Samarys Polo ha escrito libros como “Diario de un caimán”, “Camarón que se duerme”, “Estrellas en las manos de Lucía”, entre otros.
Foto: Cortesía: Samarys Polo

Ahondemos en el símbolo del mar, que es un elemento que aparece en varios de sus libros.

El mar es una maravilla, el mar es el Caribe, es vida, es energía. Mi infancia estuvo muy ligada al mar. Nosotros éramos de un estrato medio-bajo y nunca tuvimos vacaciones realmente, pero casi todos los fines de semana nos íbamos a la playa. Las vacaciones eran casi todos los días en el mar: nos íbamos al río, al monte, a las fincas a coger mangos. Todo eso está ligado a ese entorno de aguas que tiene Cien Aguas, como su nombre lo indica. Tiene la laguna al sur, los ríos que bajan de la Sierra Nevada de Santa Marta y el mar Caribe enfrente. Está rodeada de agua por todos lados, y el agua es un elemento mágico y trascendente que ha tenido mucho que ver con la historia del pueblo y con mi vida. Muchas de las cosas que escribo tienen al mar presente, porque él se mete; siempre busca por dónde entrar. Y como soy una enamorada del mar, permito que eso suceda. Es una forma de establecer un vínculo con mi tierra.

Hay varios símbolos en torno al nacimiento de la hermana en la vida del personaje…

Es que al niño le da miedo su llegada. Como a muchos les pasa cuando van a tener un hermano, él siente miedo de ya no ser el consentido. Esa es la tensión central de la historia. El temor a ser reemplazado es un miedo que muchos niños viven. Algunos entran en crisis tremendas con la llegada de un nuevo hermano. Es un tema que muchas familias viven y que se puede explorar de muchas maneras. Los niños se sienten importantes cuando tienen misiones que les dan valor. Cuando se sienten apreciados por lo que hacen, por pequeñas tareas en casa, su autoestima crece. Cuidar a su hermanita le sube la autoestima, descubre un valor en sí mismo que no había visto.

El concepto del cuidado está muy presente: él cuida su barco como su hogar.

Lo protege de amenazas que pueden dañarlo a él y a su familia, por eso tarda en aceptar a su hermana. Pero cuando descubre que no es una amenaza sino una cómplice, su visión cambia. Igual con la niñera: ya no la ve como una amenaza, sino como alguien cercano. Aquí nace la posibilidad de la amistad, que es crucial en la infancia para la socialización. Uno aprende a hacer amigos, a acercarse a los otros, a respetarlos y a poner límites. En el libro toco un poco de todo eso.

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Hay un momento en el que la hermana peligra, ahí hay una especie de giro también en la relación de los personajes y de la historia, sobre todo cuando dice: “La piratica se estaba durmiendo como se durmió la abuela un día”...

Es su primer contacto con la muerte. Y le da miedo porque sabe que después de la muerte no se vuelve a ver a una persona. Eso genera angustia. Ve la posibilidad de perder a su hermana, a esa tripulante que llegó sin que él la pidiera. Pero reacciona, llama a sus padres y terminan catalogándolo como un héroe para que se sienta orgulloso de sí mismo.

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