Samuel Richardson (1689-1761) inauguró la tendencia de las novelas sentimentales a partir de cartas y final feliz. Pero no es una pluma transgresora solamente por ser el pionero de esa moda narrativa, tanto en Inglaterra como en toda Europa, que molestó a algunos de los intelectuales de la Ilustración, sino también porque dio un giro en la literatura con descripciones psicológicas de los personajes y motivos costumbristas que se vuelven más fuertes que la propia acción. Utiliza descripciones del ánimo de los individuos y de sus reacciones ante las estructuras establecidas por la sociedad. Es decir, desarrolla el individualismo y la expresión de sentimientos muy personales a partir de ese “yo” de las cartas que concierne a la conciencia de las personas.
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En el momento en el que la novela inglesa se fortalecía y se volvían populares las narraciones de viajes y las novelas que satirizaban e ironizaban los sistemas de gobierno y las sociedades, Richardson se centraba en cartas de amor, sentimientos, costumbres y comportamiento moral. Pero lo interesante es que convierte esa tendencia lectiva en una trama novelesca. Afirma Eberhard Kreutzer: “Mientras que Robinson Crusoe y Los viajes de Gulliver gozan de una firme popularidad hasta nuestros días, las novelas de Samuel Richardson encuentran hoy un público bastante limitado. Sin embargo, es evidente que ningún otro autor ha sido tan indicativo del desarrollo de la novela costumbrista y de la moderna novela como modelo de concienciación como este clásico de la novela epistolar” (Historia de la literatura, Akal, 1992, v. 4, p. 212). Richardson sembró las bases que servirán de referente a la novelística romántica posterior, como Jane Austen, las hermanas Brontë, George Eliot, Henry James o incluso más modernos como D. H. Lawrence.
Samuel Richardson nació el 18 de agosto de 1689 en Derbyshire. Asistió a la escuela básica y no tuvo posibilidad de acceder a una educación formal en letras, que era su gran pasión desde temprana edad. Se dice que tenía el afecto de las jóvenes del barrio, que le encargaban la escritura de cartas de amor. Sin embargo, tuvo la suerte de trabajar como aprendiz en una imprenta, lo que lo acercó al mundo de los libros. Se casó con la hija de su patrón; luego fundó su propia imprenta en Londres y se volvió uno de los impresores más importantes de la época. Fue el impresor de autores tan relevantes como Jonathan Swift y Alexander Pope, entre muchos otros.
En realidad, él no tenía planeado convertirse en escritor, ya que contaba con un buen negocio, tenía una vida tranquila junto con su esposa e hijas y escribía ocasionalmente artículos anónimos en el Gentleman’s Magazine. También fue el autor de varios prólogos e introducciones de los libros de otros escritores que publicaba. No obstante, unos colegas editores lo instaron a que publicara un libro de cartas sobre asuntos cotidianos de todo tipo y que aprovechara su talento epistolar. Así inició su faceta de escritor. Murió en Londres el 4 de julio de 1761.
En su primera novela epistolar, Pamela o la virtud recompensada (1740), Pamela Andrews, una joven doncella de origen humilde, que sirve a una rica noble que acaba de morir antes de dar inicio a la novela, escribe a sus padres todo lo que le ocurre. Después de la muerte de su ama, ella queda a merced del hijo de aquella, Mr. B, quien constantemente la está tratando de seducir. Son tantas las vejaciones y los abusos del joven que Pamela llega incluso a pensar en el suicidio para poder mantener su virginidad. Las cartas o diarios que ella escribe terminan en las manos de Mr. B, quien, al ver la pureza de la mujer, termina por enamorarse de ella y le propone matrimonio. Lo que hace Richardson a través de ejemplos es crear una especie de manual de comportamiento para muchachas jóvenes.
Otra es Clarissa o la historia de una señorita (publicada entre 1747 y 1748) que fue, probablemente, la que más éxito tuvo y la que críticos como Harold Bloom consideran su mayor obra (The Bright Book of Life, Novels to Read and Reread, Alfred A. Knopf, 2020, p. 23). Una novela de siete volúmenes cuya protagonista, Clarissa Harlowe, está siendo obligada por su familia, por el tema económico, a casarse con Solmes, un hombre al que ella odia. Clarissa ruega a su familia que no la fuerce a esta unión, pero sus padres no ceden. De repente, aparece en su vida un joven sin escrúpulos, Robert Lovelace, que se aprovecha de la angustia de Clarissa y la invita a huir con él. Pero nunca logra seducirla por voluntad de ella, en cambio la viola. Al final, muere feliz y un primo logra vengar su honor al matar a Lovelace en un duelo.
Para concluir, Samuel Richardson es considerado el maestro de la novela epistolar y a pesar de que sus obras se enmarcan en los parámetros moralistas, puritanos y lectivos de la época, sus creaciones fijaron las bases de estructuras narrativas posteriores como el realismo costumbrista y la novela sentimental y psicológica, elementos que, probablemente, tomaron de él autores como Goethe o incluso Rousseau. Tuvo muchísimo éxito, tal vez por la temática de la construcción moral —tan de moda entonces—, la estructura epistolar y las tramas apasionantes y sentidas de sus novelas.
Por Mónica Acebedo
