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Tomó las riendas del Real Madrid a finales de octubre como solución de emergencia tras la debacle del Clásico en Barcelona (5-1), que se llevó por delante a Julen Lopetegui, y consiguió convertir su nombramiento como interino en estable. Y de ahí al título en el Mundial de Clubes, pese a que las últimas semanas no fueron sencillas para él.
Tras el despido de Lopetegui se pensaba en Antonio Conte, un técnico con fama de duro y exigente, como sustituto, pero finalmente se optó por Solari, técnico del filial y con un perfil dialogante, tranquilo y 'zidanista'.
Por eso sorprendió cuando antes de su primer partido, en la Copa del Rey ante el modesto Melilla, hizo una alusión a que había que jugar "con dos cojones" ese partido.
Ya en sus años de futbolista, Solari era un verso libre en el vestuario blanco. Huía del esplendor de las fiestas de los galácticos y prefería vivir en el centro de Madrid, en un piso cerca del parque del Retiro y del museo del Prado, antes que en una lujosa urbanización de las afueras. Todo ello intentando mantener la discreción sobre su vida privada, huyendo de los focos.
Se le veía pasear por el parque del Retiro, ir al cine y hablaba a menudo de literatura, de su pasión por compatriotas como Jorge Luis Borges, Roberto Fontanarrossa o Eduardo Sacheri.
También de música (Massive Attack, Thievery Corporation) e incluso se destacaba como jugador de ajedrez, una pasión especialmente llamativa para sus pupilos de ahora, en la era de la tecnología, los videojuegos y los teléfonos inteligentes.
"He compartido mucho como jugador, es muy inteligente, muy trabajador, muy honesto, y esas son cualidades muy importantes para ser un técnico", explicó el mito uruguayo Enzo Francescoli, actual director deportivo de River Plate, en una entrevista con la AFP durante este Mundial de Clubes en Emiratos Árabes Unidos.
El 'Príncipe' Francescoli jugó con él en River (1996-1999), antes de que Solari decidiera dar el salto a Europa, primero al Atlético (1999-2000) y luego al Real Madrid (2000-2005), con el que ganó la Liga de Campeones en 2002, iniciando la jugada del legendario golazo de Zinedine Zidane contra el Bayer Leverkusen en la final de Glasgow. Ese mismo año ganó la Copa Intercontinental, superando al Olimpia paraguayo en Japón.