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Tuvo al frente la oportunidad única de convocar las voluntades a favor de la paz y la reconstrucción, pero no lo hizo. No tiene talante ni fibra de líder. Por fortuna tampoco es caudillo, es un mal presidente. Reconozco que en otro encuadre organizacional un tipo como Santos es un gerente de gran talla, lo que hizo con el proceso de paz es monumental e histórico, -Nada es completo en la vida-.
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Se va Santos, miembro de una familia que tiene muchas deudas históricas con Colombia, la conducta del diario que fundaron sus abuelos es a todas luces motivo de un juicio que convivirá con el futuro del país, El Tiempo ahora en otras manos, carga su buen fardo de responsabilidad histórica con el país que tenemos. Santos, por ese lado también es culpable.
Sus mayores- los de Santos- saben mucho de las causas del país que hoy existe y en eso se ajusta su estridente primo Francisco. Con ellos se fueron y se siguen yendo respuestas que aliviarían grandes preguntas que a la vez son heridas que aun sangran en nuestro presente. ¿Quién mató a Gaitán? Por ejemplo. También le dejaron sus ascendentes a Santos una huella en la concepción de la democracia, Santos, es demócrata. Un demócrata discapacitado, pero, menos mal, demócrata.
Ocho años, casi 16 si contamos su participación en el gobierno de “El Innombrable”, y ¿qué nos deja Santos?
Como decía Enrique Jardiel Poncela: “Digámoslo de una vez por todas”: Santos, malo, Santos no líder, Santos parásito de una clase dirigente inepta, Santos manipulador de la gran prensa con El Tiempo, Santos el anti-carisma, Santos heredero de una culpa extensa, pero ese mismo Santos nos dejó la puerta abierta hacia la paz.! ¡Y sí! Eso hizo Santos, y solo por eso, y nada más que por eso, y a pesar de que eso esté en peligro por cuenta de las fuerzas del mal y del crimen, yo, en nombre propio y de mis hijos le doy las gracias a Santos por lo que, al parecer, va a ser un esfuerzo en vano por cuenta de la horda de matones y criminales que se quedó con el país.