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Andrea Bocelli vive del sonido, pero algo extraño le pasa con el silencio. Su vida la dedica al canto lírico, su registro es de tenor, es decir la voz masculina más alta, pero siempre le hace reverencia a ese espacio en blanco que en la vida real se podría equiparar con la nada. Que su libro autobiográfico se llame La música del silencio puede ser un accidente, pero el hecho de colaborar con las autoridades de su natal Lajatico, en Toscana, para construir un imponente escenario al aire libre y que lo haya bautizado como El Teatro del Silencio, no es casualidad. Ese espacio tiene la particularidad de que abre sus puertas sólo por una noche de julio al año y el resto del tiempo permanece sin eventos o espectáculos que interrumpan esa pausa constante.
Contrario a lo que sucede con ese particular auditorio, es la vida del tenor italiano, quien tiene una agenda casi colmada durante todo el año desde que empezó su vida artística a comienzos de la década del 90, cuando realizó un demo al lado de su coterráneo Zucchero. Ese registro llegó a manos de Luciano Pavarotti y él, en la cúspide de su carrera, se sorprendió con las calidades de un cantante desconocido. Pero pasó poco tiempo para que ese aprendiz saltara al estrellato con la interpretación de Miserere, con la que obtuvo el primer puesto en la categoría de nuevas propuestas en el Festival de San Remo de 1993.
Desde entonces, muchos conciertos ha realizado Andrea Bocelli y un número insospechado de discos de música lírica ha logrado vender. Con su presencia se redujo la frontera entre la ópera y los sonidos populares porque con el mismo entusiasmo con el que se enfrenta a una aria, lo hace con un tema del cancionero latinoamericano.
Usted inició en el mundo de la ópera, en escena, con ‘La Boheme’, ¿cómo recuerda esa experiencia?
Recuerdo un grupo que trabajó desde el primer día con entusiasmo y mucho compromiso. Recuerdo a grandes colegas que, como yo, se enamoraron de esa partitura y por eso se perdían en ella con gozo. Recuerdo a mis padres, mi papá ya gravemente enfermo y mi mamá que lo sostenía con todas sus fuerzas, que llegaron en avión: era su primer vuelo. En fin, me acuerdo de la música que enriquecía mi alma y me daba un inolvidable sentido de felicidad.
¿En qué cree usted que radica el éxito de los tenores que se dedican a cantar lo que se denomina música popular?
La tradición de la canción napolitana e italiana representa un puente ideal entre el mundo de la lírica y el de la música popular, un puente que ha sido probado infinidad de veces por tenores carismáticos y apreciado por grandes públicos.
¿Cree usted que las canciones populares serán recordadas con el paso de los años, tal como ha ocurrido con las arias de la ópera?... Es decir, ¿cree usted que el repertorio que se conoce como ‘Clásico Crossover’ sí está llamado a perdurar?
Descubrí las alegres canciones napolitanas y sicilianas cuando era un niño. Escuchaba los álbumes de Mario Lanza antes de descubrir que los más ilustres tenores italianos, entre otros Beniamino Gigli, Mario Del Monaco Corelli y Enrico Caruso, también habían grabado las canciones populares. Si alguna de estas canciones, con todo lo que se abusa de la música de nuestro tiempo, logra aún transmitir las fuertes emociones que transmiten, imagínese lo que pasaba hace 50 años. Mi álbum Incanto busca realizar mi eterna ambición: devolver un sano movimiento sobre el puente que une la música lírica con la música popular.
Usted publicó el libro ‘La música del silencio’, ¿cómo le fue relatando su autobiografía?
Me gusta escribir porque amo mi lengua. El italiano es como una música. Escribí una historia, muy autobiográfica, para estar seguro de que iba a escribir cosas verosímiles y transmitir a los lectores un mensaje, que está claramente expresado entre líneas. La historia es instrumento del mensaje, que es hijo de la historia.
¿Cuáles son sus proyectos para este año y cuál será el repertorio de su presentación el 25 de marzo en Colombia?
De mi mentor aprendí hace muchos años que no se pueden hacer planes serios que vayan más allá de las próximas 24 horas. Me mantengo fiel a esa preciosa enseñanza que dio un célebre director cinematográfico italiano cuando dijo: “Tenemos muchos proyectos para el futuro; lástima que éste tiene muchas veces proyectos distintos para nosotros”, así que habrá que esperar el concierto para saberlo.
Andrea Bocelli en Colombia. Viernes 25 de marzo a partir de las 7:00 p.m. Gran Salón de Corferias. Informes y boletería: 5 93 63 00 y www.tuboleta.com